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Maracaibo y Merlano: ciudad escondite

Antes de convertirse en tierra de criminales y la zona cero de la catástrofe chavista, Maracaibo solía ser una ciudad caracterizada por su heterodoxia y vanguardia.

Conocida por su extrema temperatura y por ser la primera ciudad de Venezuela, Maracaibo se materializaba en el imaginario colectivo como el trópico surrealista. El espacio en el que compaginaban la metrópolis y multiculturalismo con el rabioso arrebato de tradición y regionalismo tan conocido en Venezuela.

Maracaibo era salvaje de día e impredecible de noche. Una orgía conformada por el oro negro, la opulencia, el derroche, la poesía, el calor de cuarenta grados, el frío de aire acondicionado, la rudeza, la carcajada, el arte, la cerveza fría y la creencia de ser superior al resto del país. La creencia quizás justificada de que no se entendía Venezuela sin Maracaibo.

Que Maracaibo no tenía ninguna similitud con el resto de Venezuela.

Que Maracaibo podía crecer hasta los cielos sin ella y nunca al revés.

Maracaibo era Barcelona, Houston, Barranquilla y Estambul al mismo tiempo. Hoy, no es más que una llaga en la que encuentran cobijo narcotraficantes, terroristas, y políticos corruptos de otras latitudes.

Maracaibo es hoy Abbottabad y la ciudad más devastada de la gangrena hemisférica. El lugar al que de manera (in)esperada decidió escapar la ex senadora y prófuga de la justicia colombiana, Aida Merlano.

Para tan rocambolesca historia, Maracaibo tenía que ser el escenario en el cual se desarrollase su posible desenlace.

 

La capital del petróleo

En una ciudad ubicada más cerca de la costa atlántica colombiana que de Caracas y con una enorme población de dicha región, Merlano decidiría que este era el lugar ideal dentro de Venezuela para huir de la justicia neogranadina. Una decisión tan pragmática como incomprensible.

Para tener una noción sobre la magnitud de semejante idea, se ha de tomar en cuenta que la ciudad de Maracaibo es la capital del estado Zulia, principal centro petrolero del país, hoy en día devastado tras su derrumbe histórico.

A diferencia de Merlano, gran parte de los criminales extranjeros que se esconden en dicho estado eligen sus profundidades en lugar de su principal ciudad. Es por ello que miembros del cartel de Sinaloa y la guerrilla del ELN parecieran elegir sitios como la Sierra de Perijá, Machiques o Catatumbo.

Quizás Merlano prefería ser más visible al habitar en una ciudad controlada por el estado y sus criminales servicios de seguridad, en lugar de mantener un bajo perfil en remotas zonas donde narcotraficantes mexicanos y guerrilleros colombianos representan la ley y el orden.

 

El Milagro que ya no existe

En su curiosa y corta estancia en Maracaibo, Merlano decidió que en lugar de vivir en alguna zona favorable para su condición de fugitiva, su paso por la llamada tierra del sol amada debía ser en medio del lujo y elitismo que siempre representó El Milagro, sector en el que, para más Inri, habita gran parte de los jerarcas chavistas regionales y los empresarios inescrupulosos que cohabitan y negocian con el régimen.

Antes de que Maracaibo se convirtiese en lo que es hoy, El Milagro era una de las zonas que mejor representaba el eclecticismo de la ciudad.

Además de contar con la pintoresca peculiaridad de estar ubicada a orillas del lago, El Milagro solía ser ejemplo de la eterna ambición de la clase media latinoamericana por enajenarse de todo lo relacionado a la clase baja y mimetizar la estética tropical y cosmopolita de Miami.

Junto a zonas como La Coromoto, Bella Vista y 5 de Julio, El Milagro era uno de esos microcosmos marabinos en los que se podía vivir de espaldas a las duras realidades de barrios como Ciudad del Sol y El Marite. Realidades complicadas para el estándar venezolano, pero históricamente superiores a los estándares de pobreza en Latinoamérica.

Vivir en EL Milagro no se reducía al encanto de sus altos edificios. No era tampoco la comodidad de estar cerca de famosos centros comerciales, o el centro de la ciudad, o una de las mejores universidades de Venezuela, o incluso estar cerca de lujosos hoteles y el conservatorio de música y artes más famoso del Zulia.

Al igual que podía ocurrir en muchas otras zonas, vivir, o incluso recorrer El Milagro desde el cruce de la Avenida Padilla hasta la Plaza del Ángel, era sentir y percibir la grandeza de una ciudad construida por el petróleo y educada por el arte y la bohemia. Era la creencia de que Maracaibo era una cosmópolis cercana a Venezuela, mientras que esta no era más que una gigantesca masa de paletos que se aprovechaban del petróleo zuliano.

En El Milagro encontrado por Merlano, era imposible vivir en las burbujas típicas de cualquier país latinoamericano.

Desde Tegucigalpa hasta Montevideo, las clases medias y altas pueden enajenarse de las enormes miserias nacionales resguardándose en sus urbanizaciones cerradas, con una calidad decente en los servicios y determinados lujos del primer mundo.

En Maracaibo, vivir en una burbuja es tener agua potable, gas y electricidad veinte días al mes, al igual que contar con suficiente comida, y un vehículo con aire acondicionado para moverse dentro de la ciudad sin estar bañado en sudor.

 

Vida en las ruinas

En la zona donde vivió Merlano antes de su captura por los escuadrones de la muerte del régimen, el agua potable se acaba en pocas semanas y se necesita pagar un camión cisterna para reabastecerla. Se debe usar cocina eléctrica por la falta de gas, mientras que para contar con cierta estabilidad en la electricidad es fundamental tener un generador eléctrico de altos kilovatios, el cual requiere enormes cantidades de la gasolina que hoy en día escasea en Venezuela.

Quien cuenta con grandes sumas de dólares no sufrirá mucho esta situación ya que solo tendrá que ir a cualquier estación de gasolina y pagarle de cinco a diez dólares al portero para colocarse primero en la kilométrica fila. El resto de los mortales han de pasar entre 8 y 17 horas para reabastecer su vehículo de combustible o llenar alguna garrafa para sus generadores eléctricos.

Llenar la nevera de comida es más sencillo ya que solo hace falta tener muchos dólares y trasladarse a cualquier panadería o establecimiento cercano y pagar por los diferentes productos que vienen de Colombia, más específicamente de ciudad fronteriza de Maicao.

Sin embargo, a diferencia de como estaba acostumbrada en su país, en Maracaibo no existe el servicio de domicilio no solo por la falta de gasolina sino también por los desproporcionados índices de inseguridad.

Si bien Maracaibo era una ciudad de numerosas atracciones, hoy en día solo quedan sus ruinas, por lo que Merlano solo contaría como sitios de ocio las discotecas La Ternera y Mi Vaquita, hoy en día verdaderos antros.

Siendo barranquillera, quizás Aida Merlano tenía conocimiento del estado actual de Maracaibo y sabría que jamás podría mantener su famosa vida glamurosa. Después de todo, la burbuja en la que viven los multimillonarios de esta ciudad son los estándares de vida del estrato 2 o 3 en Colombia.

De aquella Maracaibo solo queda intacto su plano general.

Según el diario EL País, esta solía ser la ciudad más importante y moderna de Latinoamérica junto a Buenos Aires, mientras que el Zulia podía ser considerado la Texas de Venezuela.

En su tiempo, un famoso analista político diría durante una entrevista en CNN en español que ser gobernador de este estado era lo equivalente a ser presidente de Panamá.

Hoy, Maracaibo no son más que las ruinas de una ciudad alguna vez destinada al desarrollo más tremendista y a sus efectos colaterales.

Hoy, Maracaibo es una ciudad de hambre, asesinatos, falta de electricidad, prostitución barata, narcotráfico… en fin, la ciudad ideal para todo criminal, terrorista y prófugo de la justicia que no quiera ser encontrado.

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