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esteban ierardo

Mandela, la reconciliación y la sabiduría del Ubuntu

A veces, el perdón supera el dolor, la injusticia, la violencia. La reconciliación fue el camino de Nelson Mandela tras el apartheid en Sudáfrica. En esa actitud participó la sabiduría tradicional del África del sur: el Ubuntu.

El apartheid, el sistema de segregación racial sudafricano, tuvo su primer antecedente en la colonización holandesa del sur africano (origen de la población afrikáner). En 1814, se estableció la colonia británica del Cabo y se produjo la Guerra de los Boers (1).

En 1948, los afrikáners ganaron las elecciones en Sudáfrica, y la discriminación racial se convirtió en ley, aunque existía también una minoría blanca opuesta a la segregación, principalmente los blancos de origen británico. Luego de asumir el poder como Primer ministro, Daniel Francois Malan declaró que “gracias a Dios, Sudáfrica volvió a ser nuestra”; es decir de la población blanca, que en ese momento era una minoría del 21% respecto al 68% de población negra. Desde entonces comenzó un complejo dispositivo jurídico que fortaleció la segregación. Se prohibieron los matrimonios interraciales, incluso se penalizó el sexo entre blancos y negros.

En 1951 se dispuso que solo los blancos habitaran ciertos distritos de las ciudades, por lo que la población negra ya instalada tuvo que desplazarse forzadamente. De esta forma se impedía la posibilidad de una clase media negra urbana. Y la población no blanca se concentró principalmente en zonas rurales, en los bantustanes, territorios convertidos en reservas tribales, generalmente sin electricidad ni agua.

El término bantustán (“tierra de la gente”, de origen bantú) era empleado por los críticos del apartheid, mientras que en el discurso oficial se hablaba de homelands. Y a la población negra se le prohibía comprar inmuebles en las ciudades. Había áreas segregadas en autobuses y sus paradas, en playas, hospitales, hasta en las ambulancias; y los bancos de plazas estaban divididos en para blancos y negros. La educación sufrió también discriminación en todos sus niveles.

Johannes Gehardus Strijdom, sucesor de Malan, agravó la aberración: los negros no podían votar ni participar en cargos en el gobierno, ni ejercer negocios o actividades profesionales en las zonas reservadas a blancos, a las que solo se ingresaba mediante un permiso, y los edificios públicos tenían entradas para uno y otro color de piel. Existía, asimismo, una población mulata, producto de la mezcla de bantúes, khoisian (2) y personas de origen europeo, también segregada.

En 1957, cuando Mandela vivía en Johannesburgo, inició su lucha contra la injustica mediante una campaña de desobediencia civil. De forma paralela, en Estados Unidos la segregación racial, amparada en las leyes Jim Crow, también arreciaba en los estados sureños. Los derechos civiles de la población afro descendiente no eran reconocidos, dando lugar a los movimientos de protesta liderados por Mather Luther King.

Mandela fue presidente del Congreso nacional negro en la provincia de Transvaal; luego adhirió al partido comunista sudafricano, y en 1962 fue acusado de traición y de conspiración para derrocar al gobierno. En el llamado Proceso de Rivonia, el juicio a diez líderes del Congreso Nacional Africano, fue condenado a cadena perpetua. Padeció encierro durante 27 años, en la isla Robben y en otras prisiones. El crecimiento de su popularidad, la situación insostenible de la segregación, llevaron a su excarcelación en 1990 bajo la presidencia de Frederik Willem de Klerk.

Desde entonces apoyó la superación del odio y la venganza. Mandela pensaba desde una alta inteligencia política. Por eso su fervor por reconciliar a los sudafricanos. Colaboró con Frederik de Kler en la abolición del apartheid en 1992, en un momento en que Sudáfrica estaba aislada internacionalmente por su segregación retrógrada. Mandela participó también en la organización de las elecciones generales de 1994 en las que resultó vencedor, y ejerció la presidencia hasta 1999. Junto con Frederik de Klerk recibió el Premio Nobel de la Paz en 1993.

Mandela era del clan xhosa, para el que son muy importantes los ritos funerarios y el culto a los antepasados; ritos que le fueron dedicados luego de su muerte en 2013.

Y Mandela creó la Comisión para la Verdad y la reconciliación. Su fin era investigar las violaciones de los derechos humanos perpetrados durante el apartheid. Durante la acción de esta comisión, entre 1996 y 1998, se recogieron testimonios de asesinatos, torturas, violaciones, atentados con explosivos. Las víctimas declaraban sobre lo que padecieron, generalmente ante audiencias públicas, y los responsables de los actos violentos confesaban sus crímenes. Las víctimas entonces, a veces, los perdonaban. La comisión no era una práctica judicial formal, sino una intermediación entre víctimas y victimarios. Su fundamento era la Ley para la Promoción de la Unidad Nacional y la Reconciliación, sancionada en 1995.

Para algunos este proceso dejó impune a algunos criminales; para otros, permitió determinar indemnizaciones para las víctimas, el conocimiento de sus tormentos, y la develación de delitos que de otro modo hubieran permanecido en el silencio. Pero en general se acuerda que la comisión favoreció la transición pacífica hacia una nueva Sudáfrica. La película «En mi tierra» (In My Country) dramatiza muchas de los encuentros entre víctimas y agresores.

La filosofía subyacente a la comisión se basó en el principio de que “sin perdón no hay futuro, pero sin confesión no puede haber perdón”, fundado en el Ubuntu, un término de las lenguas zulu y xhosa que expresa un principio de sabiduría tradicional africana, resumido en el dicho popular “umuntu, ngumuntu, ngabantu”, que en zulú significa “una persona es una persona a causa de las demás”.  

Pero Ubuntu tiene múltiples sentidos, como “humanidad hacia otras personas”, humildad, empatía, “yo soy lo que soy en función de lo que todas las personas somos”, o “el bien común, es el bien propio”.

Otra figura prominente durante la lucha contra el apartheid fue Desmond Tutu, clérigo sudafricano, el primer arzobispo anglicano negro de la Ciudad del Cabo, premio nobel de la paz en 1984 (3). Es reconocido por ser gran difusor de la diversidad étnica sudafricana.

Al referirse a Ubuntu, Tutu manifestó que “la persona con Ubuntu es abierta, está disponible para las demás, respalda a las demás”; no se siente amenazada o desvalorizada cuando otras personas se desarrollan, crecen, brillan; se sabe parte de una totalidad que se empobrece cuando los otros son humillados, torturados, arrebatados de su dignidad y luz propia.

La idea de un lazo íntimo y silencioso que une a todos predispone a la comunidad, como lo sugerido por otros términos en otros lenguajes y pueblos como rohayhu, que en guaraní moderno es amor o amistad, la solidaridad entre iguales, o el quechua Ayni, la ayuda mutua entre los pueblos andinos.

El propio Mandela fue visto como un líder Ubuntu, y sobre la ética Ubuntu dijo:

“En los viejos tiempos, cuando éramos jóvenes, un viajero a través de nuestro país, se detenía en un pueblo y no tenía que pedir comida o agua. Cuando él se detenía, el pueblo le daba agua, comida, lo protegía, esto es un aspecto de Ubuntu”.

De esa forma en la cultura africana de Sudáfrica cuando se quiere elogiar a alguien se dice “Yu u nobuntu”: “Oye, fulano de tal tiene Ubuntu”. Es decir, que esa persona es generosa, hospitalaria, amable, cariñosa, compasiva.

Ubuntu es la intuición de que el propio valor y el valor de los demás son ramas de un mismo árbol. Cada uno es una rama de un ser en común, de la salud y desarrollo de todas las ramas dependen también el esplendor del árbol en su totalidad.

El apartheid fue superado, pero el racismo sigue al acecho; y, muchas veces, se esconde y se disfraza, y continúa como silenciosa actitud mental de desprecio hacia el portador de una diferencia étnica.

Y las tormentas del conflicto siempre seguirán rugiendo. Dentro de la tormenta, algunos primero buscarán la revancha, el odio, el resentimiento, y otros buscarán la difícil compresión y la reconciliación, porque Ubuntu es lo que hace entender que toda persona es por otras personas, y por el derecho de todas ellas a brillar y ser.


(1) Las guerras Boers se desarrollaron de 1880 a 1902, entre el Imperio británico y las repúblicas independientes que los Boers habían fundado en Sudáfrica: el Estado Libre de Orange y la República de Transvaal. Los Boers era grupo étnico de origen nederlando-germánico. El oro y los diamantes fue una de las motivaciones del conflicto. Las guerras terminaron con la victoria británica, la disolución de las repúblicas Boers, y la ominosa creación de campos de concentración.   

(2) Etnia integrada por los san, bosquimanos cazadores recolectores, y los khoi,  pastores.

(3) Desmond Tutu prologó un libro de su nieta Mungi Ngomane Ubuntu, lecciones de sabiduría africana para vivir mejor, editorial Grijalbo, 2020, en el que la autora al referirse a Ubuntu afirma: “La base de esta filosofía es el respeto, por uno mismo y por los otros. Por eso, si eres capaz de ver a los demás, incluso a los desconocidos, como humanos de pleno derecho, jamás los tratarás mal o como si fueran inferiores”.

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