Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

La maldad en la telenovela latinoamericana

Para cualquiera que esté familiarizado con las telenovelas latinoamericanas, es un hecho bien conocido que, como con cualquier otro producto cultural tan estrechamente dependiente de las convenciones del género, hay algunos elementos esenciales que, cuando faltan, destinan la telenovela al fracaso. Los espectadores de telenovelas saben, por ejemplo, que un episodio final sin boda nunca cumplirá sus expectativas. Esto ocurre, por una razón muy sencilla: si el conflicto es de carácter amoroso (tal como ocurre en la casi totalidad de las telenovelas), entonces la única resolución apropiada, si apuntamos a la máxima felicidad de los buenos, será una boda por la Iglesia.

Uno de estos elementos esenciales es la presencia de un villano. Las telenovelas representan una vista maniqueísta típica del melodrama en la que la protagonista (siempre mujeres y pobres) representa la bondad y la inocencia en su grado máximo, mientras que el antagonista (siempre rico, a veces hombre y a veces mujer) representa todo lo malo. Los villanos de telenovelas son más que malos, pues representan al mal en su grado más alto.

Si concentramos nuestra atención en el villano, nos daremos cuenta de que para estar en conformidad con el exceso que caracteriza a la maldad tal como es representada en el melodrama, la telenovela debe recurrir a la característica exageración del kitsch. Esto significa que el mal deja de ser una cuestión ética y se convierte en una cuestión estética.

Según José Ignacio Cabrujas (el más famoso escritor venezolano de telenovelas) la esencia de la telenovela es su carácter de «espectáculo del sufrimiento». Cuando el sufrimiento se convierte en un espectáculo, entonces las categorías éticas se convierten en estéticas puesto que el objetivo de ellas es el de lograr el placer tal como ocurre en todo espectáculo. Por lo tanto la maldad debe encarnarse en un sujeto específico y tangible que se convierte en el origen de todo lo que es malo: el villano. El villano es quien hace sufrir a la heroína y mientras mayor sea el sufrimiento, mayor será el disfrute del espectador al final. Las malas acciones del villano tienen que ser exageradas y superar lo usual.

Un ejemplo de esto son los villanos de tres telenovelas mexicanas que en conjunto forman la llamada Trilogía de las Marías, compuesta por María Mercedes (1992), Marimar (1994) y María la del barrio (1995). En cada una de estas telenovelas llega un momento en el cual la villana realiza un acto que tiene el propósito de mostrar lo mala que puede ser y que será el momento máximo de maldad en toda la obra. Todos estos villanos son castigados por sus acciones, ya sea en el penúltimo episodio, y ese castigo nunca es infligido por la heroína o cualquier persona relacionada con ella, sino de las propias manos del villano.

 

Telenovela Villana Qué le ocurre al villano
María Mercedes (1992) Malvina del Olmo (La malvada Malvina) – Interpretado por Laura Zapata Termina en un manicomio después de volverse loca y vestirse como María Mercedes de pobre y hablar como ella.
Marimar (1994) Angélica Santibañez (interpretada por Chantal Andere) Quemada como los abuelos de Marimar en un incendio causado por ella misma.
María la del barrio (1995) Soraya Montenegro de la Vega Montalbán – Interpretada por Itatí Cantoral Muere quemada en un incendio causado por ella misma.

 

Un caso muy conocido por el hecho de que el video correspondiente a esa escena de maldad es viral en las redes, es el de Soraya (Itatí Cantoral) quien descubre a su novio con una chica en silla de ruedas llamada Alicia (Yuliana Peniche). En un ataque de ira, empieza a gritar mientras golpea a Alicia: “Tú, ¡besándote con mi hombre! ¡Y en mi propia casa! ¡Suéltame! Que si no está muerta la termino de matar. De mi no se van a burlar. Aunque vaya a la cárcel. De mí no se burlan. De todos, tú eres el que más daño me ha hecho… Qué haces besando a la lisiada, maldita lisiada, escuincla babosa, te va a pesar, te va a pesar, vieja zorra.”

La maldad exagerada es una de las caras de la telenovela, pero la semana que viene hablaremos de la felicidad exagerada de la que también se ocupa la telenovela. Porque sí, es verdad que la maldad aquí es exagerada, pero esta sólo produce placer porque todos sabemos que en el último capítulo todo estará bien. En el mundo de las telenovelas no hay sorpresas morales ni estéticas.

Hey you,
¿nos brindas un café?