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¡¡¡Machines!!!

En un país tan machista como México, es evidente que existen muchos tipos de machos. En el libro El machismo ilustrado, de la psicoterapeuta Marina Castañeda, junto con la dibujante Eva Lobatón, se asegura que: «La definición más precisa que pude encontrar fue esta: las mujeres no tienen que demostrar todo el tiempo que son muy mujeres. No es necesario. Basta con decir ‘soy mujer’, y ya. En cambio, para los hombres, el hecho de decir ‘soy hombre’ no basta para declarar su identidad. Muchos hombres sienten la necesidad de demostrar que son muy hombres o que son muy machos». Según Castañeda, «el machismo es ese esfuerzo extra que hacen los hombres para demostrar que son ‘muy hombres'» (BBC).

Hay que decir que, nunca como ahora, estos machos andan muy desorientados y confundidos, especialmente desde que surgió el movimiento feminista #MeToo. Ya no se sienten tan seguros como antes, ya no creen tener siempre la razón, y menos el derecho de tenerla. Si los interrumpe su esposa en una reunión social, ya no se enojan, porque saben que, hoy por hoy, es políticamente incorrecto y que ante sus amistades, sus hijos, sobrinos y yernos, pasarían como los machos de los sesenta. Dicho lo anterior, la mayoría de los hombres no han dejado de ser machos, está en su esencia, aunque quieran pasar por liberados y hasta feministas, nunca dejarán de ser los típicos «machines», es decir, un macho de segunda. Veamos tres ejemplos, cuya voz nos deja ver lo que piensan de la megamarcha y del paro del 9 de marzo:

Machín inútil: «¿Cómo que le diste el día libre a Irene el lunes que viene? ¿Quién va a hacer el desayuno y la comida? ¿Quién me va a servir a la mesa? ¿Quién me va a preparar mi aperitivo cuando llegue de la oficina? ¿Tú crees que ella entiende esa chingadera de ‘un día sin mujeres’? ¡¡¡Le vale madres!!! Claro, a ti qué te importa. Seguramente ese día te vas a sentir muy feminista. ¿Cómo que vaya a un restaurante? ¡No estoy loco! Ay sí, y que me infecte de coronavirus, ¿verdad? Creo que exageras con tanto rollo que ni entiendes. ¿Y tú qué vas a comer? Nada más dime, ¿cómo organizar ese día sin servicio? ¿Vas a pedir una pizza o qué? Bien sabes que los martes voy al gimnasio y que desayuno súper temprano. ¿Quién va a hacer mi avena y mis huevos tibios? ¿A poco le dijiste al chofer, que tampoco viniera el lunes? ¿Me lo juras que le diste el día? ¡¡¡Hazme el ca… favor!!! ¿Y quién carajos me va a llevar al spa? Yo seré muy macho, pero tú eres muy influenciable, te dejas manejar por una bola de feministas que ni saben lo que quieren…».

Machín hipócrita: «Okey, puedes ir a la marcha del domingo y quedarte el lunes en la casa. Por mí no hay ningún inconveniente. Nada más que ese día tengo varias juntas en la oficina y no me puedo encargar de los niños. Entiendo muy bien tu interés por apoyar este movimiento. La verdad es que ya no es tolerable tantos feminicidios. Los bueyes que matan a las mujeres, unos con tanta violencia son unos salvajes, unos animales. Haces muy bien al apoyar a tu género. También nosotros los hombres deberíamos de decir basta con tanta violencia. Me da gusto, mi amorcito, que estés tan informada de los problemas del país, y que te quieras expresar. Esto habla muy bien de ti. Ahora que te quedes en la casa el próximo lunes, deberías de aprovechar el día para poner un poco de orden en la casa. ¿Por qué no arreglas los cajones que están hechos un desmadre? Ah, y la covacha, también esta súper desordenada. Yo ese día aprovecharé para ir a ver a mi mamá. ¿No te importa?».

Machín conservador y neoliberal: «Sinceramente a mí el rollo de las feministas que apoyan el #MeToo me da un poquito de flojera. Y eso que he leído a la Beauvoir y a Susan Sontag. Esas sí que eran las pioneras del feminismo. Las de ahora son unas exhibicionistas, escandalosas y destructoras. Mira nada más las pintas del monumento de El Ángel y de Palacio. No se vale, caray. De pronto exigen sus derechos, pero desconocen, por completo, sus deberes. Créeme que las entiendo, pero no acepto del todo su discurso, estoy contra el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y el consumo de la droga. Es más, para que veas que soy buena onda, te invito a San Miguel de Allende para aprovechar el próximo ‘puente’. ¿Cómo ves, mi mujercita tan feminista?».

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