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Luispa

Luispa: Un mensaje en una botella, el futuro, la esperanza o la simplicidad de la imagen

Luispa lanza al mar un mensaje en una botella. Le resultará familiar a los habitantes de Brooklyn aquellas palabras en un papel cenizo, embotellado, en medio del mar bajo un sol anaranjado, dibujado, quizás, una tarde de domingo en un pequeño apartamento en Brooklyn atestado de juguetes y hip hop por todas partes. ¿Es un paisaje desértico? Lo que estoy viendo es una ilustración del diseñador gráfico venezolano Luís Aparicio, residenciado en Nueva York hace 2 años, con su mujer y su hijo. Me quedo viendo el detalle de las ondas alrededor de la botella que flota en la superficie del mar, con sus líneas dibujadas en tinta china (no sé, supongo, imagino) sobre un turquesa o azul. La imagen parece la evocación de una época más sencilla, el dibujo de un niño genio en un kinder para los hijos de la gente pobre, o un día lluvioso y los borrones de Matisse en la superficie de los charcos en las plazas más pequeñas. También imagino que todo esto ha sido dibujado por un joven caricaturista de los estudios Hanna-Barbera en los años ochenta.

Aunque él prefiere que lo llamen Luispa y a su oficio y arte, con sobriedad, sin vacilación, con actitud definitiva, «Comunicación visual», este joven venezolano siempre escucha lo que dice la cotidianidad, la taza de café, los juguetes de su hijo, la sombra de su perro salchicha; escucha con atención lo que dicen sus amigos esperando la ocurrencia de alguno de ellos que lo haga reír y captar una imagen. Con una sonrisa y una idea esboza en el papel los primeros trazos de lo que será su próximo diseño. Sí, en el papel, porque primero dibuja y luego diseña en algún programa de computadora.

 

Luispa

 

Vi lo que haces en tu página web y entre tus diseños para compañías, posters, flyers y banners, me quedé con esa ilustración del mensaje en la botella. Lanzar una botella al mar con un mensaje tan poco amigable, ¿no te parece pesimista?

Me gusta jugar con el sarcasmo iconográfico, aunque la lectura no necesariamente debe llevarte al pesimismo. Para mí es una imagen con un mensaje de humor.

 

¿Te da risa la desesperanza?

Yo solo dibujo lo que se me viene a la mente, lo que aparece en el techo de mi apartamento y lo que escucho en conversaciones cotidianas.

 

¿La desesperanza entonces es una catarsis?

El dibujo es una catarsis.

 

¿Existe una tradición en el diseño venezolano?

Creo que la versatilidad es una de las bondades del diseño venezolano. El crecimiento profesional en el medio gráfico venezolano implicaba muchas veces desempeñarse en varias facetas. No hay duda de que el panorama ideal sería desarrollarse en una en particular, pero también pienso que, si se tiene la habilidad y el conocimiento en otras áreas, eso te da un valor agregado a nivel profesional. El país tiene la fortuna de tener nombres de mucha reputación y reconocimiento en otras latitudes como lo son Santiago Pol, Álvaro Sotillo, Cruz Diez, y muchos otros. Sus trabajos fueron, en mi opinión, el punto de lanza de lo que es en la actualidad la identidad del diseño venezolano.

 

Luispa

 

¿Y cuál es la identidad del diseño venezolano?

La respuesta a una necesidad.

 

¿Cómo y cuándo decidiste ser diseñador gráfico?

Durante mi adolescencia, el skateboarding y el bodyboarding estuvieron muy presentes. Consumía muchas revistas americanas de ambos deportes, y ver los diseños de las páginas publicitarias, sin duda, me hizo plantear la idea de ser Comunicador Visual. 

Su voz es honesta. Continúo.

 

¿Eras uno de esos chamos que hacía dibujitos en la última hoja del cuaderno de matemática?

En la última hoja y en todas las anteriores. Dibujar a los profesores de cada materia y pasarlo a mis compañeros a escondidas por todo el salón de clases, eran de mis actividades favoritas.

 

Sus respuestas no son pretensiosas y las frases hechas ahora solo están en mi cabeza.

Tanto él como yo reímos del ruido de fondo en nuestros teléfonos celulares. Yo camino por la avenida Santa Fe de Buenos Aires y se escucha reguetón y quejas que vienen de una perfumería. Estoy seguro que él imagina y quiere escuchar «Cosas imposibles», de Cerati. Luís va en un taxi y al fondo suena lo que parece ser un martillo gigante que lo persigue. Yo imagino que escucho «Rhapsody in blue» de George Gershwin y que él ve pasar por la ventana la ciudad de Nueva York, pausada y asoleada (con el mismo naranja y las mismas líneas dibujadas en aquella ilustración), como el sol en ese intro de The Critic.

 

Luispa

 

¿Por qué Nueva York?

La diversidad visual que tiene esta ciudad es única. No existe otra ciudad en el mundo que reúna tanta inspiración artística como la gran manzana.

 

¿Vives solo en Nueva York, no?

Mi esposa y mi hijo de 2 años y medio, me acompañan en esta travesía.

 

¿Volverás a Venezuela?

No pasa un día en el que no piense en regresar y vivir en el país que tuve en mi niñez.

 

La llamada telefónica cae en medio del Atlántico y ambas voces se apagan. Solo quedó el «aló aló aló» y otro silencio. Aún así, sigo escuchando «Raphsody in blue». Mientras espero que vuelva la comunicación con Luís, me pregunto si aquellos colores en los diseños de Santiago Pol de los que él habla diseñaron una época, un país. No por nada el primer logo del Consejo Nacional Electoral fue diseñado por él. En los años 80 votábamos a todo color y los candidatos de aquellos años ya nos miraban sonrientes con sus corbatas untadas de un barroco amarillo con rombos y flores.

En Venezuela, ahora ya nadie puede dibujar, diseñar, ni siquiera se puede pintar sobre piedras. La mayoría resiste en el silencio del huésped intranquilo, con la vieja franela rota de surfista en la ciudad caribeña con sus estampados de siempre, las playas o la selva tropical grabadas y gastadas en el pecho hundido. Eso sí, aunque el diseño de la vida fue destruido, allí todavía está el logo, el logo sagrado y vacío de Santiago Pol, en la madrugada, detrás de la misma burócrata calva que apareció y aparece todos los años durante 20 años seguidos anunciando que el desahucio es irreversible.

Vuelvo a llamar a Luís y le pregunto con una incipiente desesperación en los dedos:

 

Luispa

 

Luís, ¿y si diseñamos un país para una nación que no existe?

Su voz parece la de George Gershwin: «Imposible. El diseño es armonía y justificación».

 

Entonces eso es arte, le dije.

Siempre me sentí más identificado con el trabajo creativo digital, que el plástico. En aquel entonces cuando decidí estudiar mi profesión, el diseño ya no pasaba tanto por el pincel y el óleo. Actualmente, buena parte de mis trabajos parten del papel y el lápiz antes de ser llevados a lo digital. Así me gradué en el Centro de Diseño Digital de Caracas como Comunicador Visual en el año 2003.

 

Háblame de tus próximos trabajos.

Actualmente estoy trabajando en el diseño del logo de una banda de reggae de Costa Rica, como también en el desarrollo de las ilustraciones de un cuento infantil escrito por la gran escritora venezolana-cubana Kelly Martínez.

 

Cuando termina la llamada, entiendo que es desde Venezuela, desde las ruinas y largas colas para comprar comida, que Luispa lanza una botella al mar con un mensaje: «Vete al infierno». Como si le dijera a quien un día encuentre la botella: «Vuelve a comenzar». Así como él, como diseñador, como artista, en Nueva York, recordando las conversaciones con sus amigos y los colores que ahora son celajes o borrones en la historia de un país y en la historia de su vida personal.

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