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Los Pinos

Se cuenta que Lázaro Cárdenas, en México, no quiso vivir en el Castillo de Chapultepec como los presidentes que lo antecedieron debido a que le parecía un lugar sumamente ostentoso.

Austero, como era, el general Cárdenas prefirió vivir en un rancho que se encontraba a un lado de Molino del Rey, cerca de Tacubaya, la zona en que las familias ricas del siglo XIX iban a pasar sus fines de semana. Doña Amalia Solórzano, quien entonces tenía 22 años, era una jovencísima Primera Dama que era de una personalidad tan sobria como la de su esposo, y estuvo de acuerdo en no habitar en el enorme castillo que se encuentra en las alturas de la ciudad. En ese entonces, el rancho se llamaba La Hormiga, pero el nombre no le pareció ni bonito ni evocador, ni eufónico, al joven matrimonio presidencial. Así que entre ambos (no sabemos con exactitud quién de los dos tuvo la idea) decidieron bautizar su nuevo hogar como «Los Pinos» en recuerdo del lugar de Michoacán en que se habían conocido años atrás.

Cárdenas era candidato a gobernador de su estado natal, en 1928, cuando llegó a una comida que le ofrecieron precisamente en una huerta llamada Los Pinos.

Ahí vio por primera vez a Amalia, una joven de una gran personalidad, inteligente y de una mirada muy bonita. Sólo que entonces Amalia tenía apenas 16 años y sus padres se opusieron a que se casara con aquel político, aun cuando fuera gobernador, así que durante los cuatro años de su mandato fue a visitar a la familia Solórzano; le llevaba regalos a Amalia y planearon su boda una vez que terminara su periodo.

Así, en 1932, luego de cuatro años, esta pareja pudo casarse. Me imagino que, entonces, Amalia aún no pensaba en que iba a llegar a ser Primera Dama, y mucho menos que lo iba a ser tan joven.

Cuando Manuel Ávila Camacho llegó al poder, se volvió a encender la polémica, pues mucha gente opinaba que el sitio adecuado para un Presidente era el Castillo de Chapultepec. Sin embargo, tanto el presidente como su esposa, doña Soledad Orozco, decidieron que lo mejor era continuar en Los Pinos, porque además era un lugar más íntimo, con estanques, paseos llenos de rincones muy acogedores y, sobre todo, una casa de estilo francés que existía desde el siglo XIX. Desde entonces nadie ha cuestionado queLos Pinos es la residencia de los presidentes.

Quizá sea la residencia más famosa de México, pero al mismo tiempo la más desconocida.Pocos mexicanos la conocen, no saben cómo es por dentro ni tienen idea de cuáles son sus dimensiones.

Actualmente, Los Pinos han sido puestos nuevamente en el espacio de la polémica gracias a que Andrés Manuel López Obrador ha anunciado que no vivirá en este sitio. Aunque Los Pinos le parecieron austeros a Cárdenas, a López Obrador le parecen demasiado ostentosos, y me parece que con mucha razón.Para nada tenía idea de que esta residenciaes la más grande del mundo, pues se extiende por 748 mil metros cuadrados, es decir, el diez por ciento del Bosque de Chapultepec.

Hace años, los arquitectos Teodoro González de León y Alberto Kalach cuestionaron la viabilidad de esta residencia tan enorme. Las casas de los presidentes de otros países son mucho más pequeñas.

Por ejemplo, la Casa Blanca de los Estados Unidos es 35 veces mas pequeña que Los Pinos,pues mide 21 mil metros cuadrados, mientras que el Palacio del Elíseo, en donde vive el presidente de Francia, es 40 veces más chico(mide 12 mil metros cuadrados). ¡Incluso el rey de España vive con un poco más de austeridad republicana que los presidentes mexicanos!¿Qué va a ocurrir con Los Pinos? López Obrador anunció que será el complejo cultural más grande del mundo una vez que tome el poder.Naturalmente, mucha gente está en desacuerdo. Pero debemos recordar que es exactamente la misma discusión que se llevó a cabo cuando Cárdenas decidió dejar el Castillo de Chapultepec, el cual alberga hoy el Museo Nacional. Lo que me parece un poquito desproporcionado es la idea del presidente electo de irse a vivir a un departamento cerca de Palacio Nacional, pues hoy, que despacha en las calles de la colonia Roma, las calles están cerradas, y los periodistas se arremolinan afuera de la casa de campaña y los helicópteros sobrevuelan desde muy temprano la calle de Chihuahua. Me imagino que los vecinos del nuevo presidente tendrán que ser muy, muy pacientes.

Finalmente, el buzón de Los Pinos está abierto a las sugerencias: esta enorme extensión que perteneció al bosque de Chapultepec («el principal invasor del bosque», dice Alberto Kalach) podrá ser cine, galería, espacio deportivo o biblioteca, según lo proponga la gente.A mí me encantaría que hubiera en su interior un museo con su historia, con las fotografías de las serenatas que llevaba el general Cárdenas a doña Amalia, para las cuales llevaba a Agustín Lara y a Pedro Vargas. Asimismo, me encantaría ver cómo la fueron decorando sus habitantes sexenio tras sexenio. No me cabe duda de que aprenderíamos mucho del pensamiento presidencial analizando sus gustos decorativos.

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