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Los pecados mortales del imperialismo

Nadie hubiera imaginado que una de las más grandes verdades sobre la política exterior norteamericana saliera de los labios del Presidente Donald Trump. Durante una entrevista con el periodista Bill O’Reilly de Fox News, cuando éste se refirió al Presidente ruso Vladimir Putin como “un asesino” Trump le contestó: “Hay muchos asesinos. Nosotros tenemos muchos asesinos. ¿O Ud. cree que nuestro país es tan inocente?”

Con esta frase, Trump confirmaba lo que quienes conocemos la política exterior de los Estados Unidos sabemos desde hace mucho tiempo: Los Estados Unidos tienen una historia oscura de participación en la política de otros países, muchas veces a través del asesinato o participación en la eliminación de sus líderes, que a veces incluye aún a los líderes de este mismo país.

Patrick Lawrence, un prestigioso autor y ensayista norteamericano, relata que en una conversación que tuvo con un espía norteamericano conocido por sus denuncias contra el “establishment”, éste le contó lo siguiente: durante una cena para recaudar fondos para el Partido Demócrata, uno de los asistentes a la misma le preguntó al presidente Barak Obama: ¿Presidente Obama, qué pasó con sus planes progresistas de política exterior?; a lo que el presidente Obama le contestó: ¿Ud quiere que yo termine como John F. Kennedy?

Ahora sabemos que todavía persisten serias dudas sobre el involucramiento de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) tanto en la muerte de John F. Kennedy como en la de su hermano Robert Kennedy, quien fue Fiscal General de los Estados Unidos desde 1961 hasta 1964. Robert Kennedy murió asesinado el 6 de Junio de 1968, sin que hubiera certeza total (como en el caso de su hermano John F. Kennedy) sobre quién fue realmente su asesino.

En numerosos artículos y en sus libros William Blum, un historiador norteamericano y agudo crítico de la política exterior de los Estados Unidos, denunció las intervenciones de este país en otras naciones. Blum trabajó para el Departamento de Estado de los Estados Unidos como experto en computadoras. Según Blum, solo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos:

Intentaron derrocar a más de 50 gobiernos extranjeros, la mayoría de los cuales habían sido elegidos democráticamente.

Lanzaron bombas desde el aire sobre personas de más de 30 países.

Intentaron asesinar a más de 50 líderes extranjeros.

Intentaron suprimir movimientos populares o nacionalistas en 20 países.

Interfirieron en forma evidente en las elecciones democráticas en por lo menos 30 países.

Además de estas acciones, los Estados Unidos han practicado la tortura, como en el caso de Guantánamo y en otros países en los cuales enviaron a sus prisioneros de guerra. Eso incluía no solamente la tortura llevada a cabo por norteamericanos sobre extranjeros, sino también la entrega de equipos, manuales de tortura, listas de personas para ser torturadas y entrenamiento en técnicas de tortura por instructores norteamericanos.

Las acciones violentas, los asesinatos y las guerras no son las únicas formas de intervenir en otros países. En el  libro “Confesiones de un gángster económico”, el autor y consultor norteamericano John Perkins detalla las técnicas que usan tanto el gobierno de los Estados Unidos como los bancos y las empresas internacionales para someter a los países mediante el endeudamiento forzado, el cobro de altísimas tasas de interés y los préstamos de usurero que les imponen, muchos de los cuales enriquecen no solo a los prestamistas sino a las élites locales corruptas.

El testimonio de Perkins es especialmente valioso porque él mismo fue un gangster económico a sueldo de grandes empresas y bancos norteamericanos.  Su trabajo consistía, precisamente, en endeudar a los países y de esa forma volver más frágiles sus economías y sus posibilidades de desarrollo independiente.

No todo el mundo, sin embargo, está de acuerdo con las conclusiones de Perkins. Sebastian Mallaby, un columnista del Washington Post y miembro del Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores) de los Estados Unidos, piensa que lo que dice Perkins es exagerado y cita las mejoras de los niveles de pobreza y de salud a nivel mundial a pesar de las aseveraciones de Perkins sobre el efecto nefasto de los bancos y compañías internacionales.

Pude comprobar, en docenas de misiones a países en desarrollo los desastres provocados por la injerencia de las corporaciones y los bancos y en otros países el grado de corrupción de los gobiernos y de las economías locales. Al respecto Dambisa Moyo, una economista Africana nacida en Zambia, quien trabajó para Goldman Sachs, el Banco Mundial y muchas otras organizaciones internacionales dice: «El dinero de los países ricos ha atrapado a muchas naciones africanas en un ciclo de corrupción, crecimiento económico más lento y pobreza. Cortar el flujo de ayuda sería mucho más beneficioso.»

Estas consideraciones no deben ignorar la responsabilidad que las elites nacionales tienen al permitir y además beneficiarse de esas políticas que tienen un impacto negativo significativo sobre el desarrollo de los países. Esto es particularmente pertinente cuando se tiene en cuenta el pronóstico de la Unidad de Inteligencia de El Economista. De acuerdo con sus análisis, 65 países de alrededor 150 experimentarán  una incertidumbre social y política significativa. Cuanto más sepamos sobre estas realidades, mejor sabremos cómo defendernos de ellas.

El Dr. Cesar Chelala es un médico y escritor, co-ganador del Overseas Press Clubof America y de dos premios nacionales de periodismo en Argentina.

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