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manuel felipe alvarez

Los nuevos mundos en las crónicas de Indias: casos de Colón, Fernández de Oviedo y Cabeza de Vaca

CULTURA

 

MANUEL FELIPE ALVAREZ-GALEANO

 

El discurso histórico enmarca un compromiso sostenible con la idea de Humanidad, y hay hechos como el Descubrimiento, la Conquista y la Colonización de América que representan aún más implicación y osadía, dada la fragmentación diacrónica que se germina en un eje simbólico: 1492. Los cronistas de Indias asumían este axioma, aunque sus palabras estén condicionadas, categóricamente, por distintas visiones de mundo, ideologías y un detonante identitario que marcarían una taxonomía y un elocuente devenir que influiría en la acepción de la historia hasta nuestros días.

Dichas discusiones, según Serna (2000, p. 252), «[…] tienen como objetivo establecer el estatuto ontológico de la naturaleza y el hombre americanos». Esa pregunta por el ser, desde la perspectiva histórica y la confrontación de enfoques, es lo que canalizará este análisis; además, tal prédica puede vincularse con el acercamiento que hace Oviedo (2001, p. 75), a propósito de las crónicas de Indias: «[…] es una expresión que presenta una serie de graves problemas que no han sido resueltos del todo o, a veces, ni siquiera bien planteados».

En virtud de esta aproximación, se puede referenciar la obra de cronistas que le imprimen un matiz autobiográfico como Colón y Cabeza de Vaca, condición que le prensa esa facultad confiable al ser ellos testigos directos. Cabeza de Vaca, puede decirse aventuradamente, está ubicado en ese prisma cronológico del siglo XVI, precisamente, cuando se afirma el tópico que plantea una tensión entre la realidad y la ficción, en medio de un juego de verosimilitud que sería el común denominador a posteriori, pues, en este caso, Los naufragios no determina una intención propiamente enciclopédica, ilustrada o documental, sino una asunción empírica y vivencial donde un «yo-protagonista» se remite a un narratario claro, Vuestra Majestad, cuya designación es mencionada de igual manera por Fernández de Oviedo o en la remisión de Colón (1991, s. p.): «Vuestras Altezas».

Adicionalmente, fulgura una función más inteligible desde lo lírico, a través de variados recursos estilísticos: «Porque todas las casas e iglesias se cayeron y era necesario que anduvieran con siete u ocho hombres abrazados unos con otros para podernos amparar para que el viento no nos llevase» (Cabeza de Vaca, 2000, p. 7). Oviedo (2001, p. 76) afirma que «La crónica es, por naturaleza, un género híbrido, a caballo entre el texto histórico y el literario». Ante esto, vale preguntarse si el fragmento anterior de Cabeza de Vaca se nutre de una intención hiperbólica o, en realidad, se está historiando un escenario veraz con, quizás, algunos artesonados.

Frente a esto, puede compenetrarse ese tópico de la inefabilidad que precisa que, inclusive, el léxico puede ser finito ante la magnificencia del paisaje, solo que, en este caso, se refiere un asunto factual más que descriptivo o topográfico como sí se ve en las descripciones de Colón: «Esta isla es bien grande y muy llana y de árboles muy verdes y muchas aguas y una laguna en medio muy grande, sin ninguna montaña, y toda ella verde, que es placer de mirarla» (Colón, 1991, s. p.). Colón y Fernández de Oviedo, «con justicia llamado el primer naturalista de América» (Krapovickas, 2010, p. 91), tienen una mayor presteza en las figuraciones hiperbólicas y los epítetos, que dirigen, nuevamente, a esa pregunta por la inefabilidad: «Hay en esta isla muy hermosos ríos y fuentes, y algunos de ellos muy caudales» (Oviedo, 1950, p. 83).

Son semejantes las descripciones en virtud de que tienen un foco topográfico común, la isla de La Española. Tal comunión entre los autores no es gratuita, puesto que, cuando Colón lleva una muestra de lo conseguido en el Nuevo Mundo, luego del primer viaje, Fernández de Oviedo vivencia este episodio y esto decidió su vocación (Krapovickas, 2010). De semejante manera, aunque donde es hoy Norteamérica, Cabeza de Vaca (2000, p. 21) detalla: «Hay muy grandes árboles y montes claros, donde hay nogales y laureles […] hay muchas lagunas grandes y pequeñas, algunas muy trabajosas de pasar».

Como puede verse, la riqueza hídrica se mide desde su carácter indómito y se compenetra con el paisaje humano, dirigiendo, así, al tópico del «Buen salvaje». Colón (1991, s. p.) expresa, a propósito de los amerindios, que «Ellos andan todos desnudos como su madre los parió», semejante a la relación de Fernández de Oviedo (1950, p. 91): «andan desnudos como nacieron». Ahora, con respecto a los rasgos de personalidad, puede entenderse que Cabeza de Vaca (2000, p. 11) y Colón (1991, s. p.) diferirían ostensiblemente, pues, mientras el primero aduce: «[…] más hacíannos muchas señas y amenazas y nos pareció que nos decían que nos fuéramos de la tierra […]», el segundo observa: «que esta gente no tiene secta ninguna ni son idólatras, salvo muy mansos y sin saber qué sea mal ni matar a otros ni prender, y sin armas […]»; sin embargo, es imprescindible aclarar que tal diferencia perceptiva no se debe a una intención discursiva, sino a una diferencia cronológica, pues, la obra de Cabeza de Vaca se ubica en la etapa de la Conquista, 1542, ad portas de la Colonización de la segunda mitad del Siglo XVI, mientras que Colón se ubica en el Descubrimiento. Por ende, son tiempos con demandas y percepciones de la otredad muy distintas.

Cabeza de Vaca (2000) continúa describiendo esos primeros acercamientos violentos donde se aplica un dinamismo complejo de lo territorial, cuando describen su arribo a los Apalaches: «Acudieron y comenzaron a pelear, flechándonos, y mataron el caballo del veedor» (p. 20). Este tópico es, quizás, el que más convergencia tiene con los demás, específicamente, cuando concierne canalizar una responsabilidad histórica sin desprenderse del pertinente ejercicio hermenéutico. Esta discusión comienza, inclusive, en 1526 cuando se publica la obra referenciada de Fernández de Oviedo (1950) y es cuando hace una anotación al referirse a la relación que recontará posteriormente: «Tampoco quiero decir la manera de la conquista, ni la causa de haberse apocado los indios […] y porque no es de lo que he de tratar, sino de otras particularidades que vuestra merced no debe tener tanta noticia» (pp. 84-85).

En este caso, también se hace imprescindible ser cauto al abogar un ejercicio hermenéutico, pues lo que podría notarse como una intención atenuante o un recelo de relacionar los detalles de la Conquista es una mera moción de orden, considerando, posteriormente, que el autor dará los apuntes determinantes acerca de dicho momento, sobre todo en los capítulos donde habla de las minas de oro. Esa confrontación entre dos mundos también plantea un parangón sobre las tradiciones y proyecciones ideológicas de uno y otro. Todorov (1987) avizora las intenciones directas de Colón, siendo su sed de memoria y su proyección de la fe cristiana las más evidentes, por no decir las únicas y, desde su diario, ya se concatenan los indicios:

Así que deben Vuestras Altezas determinarse a los hacer cristianos, que creo que si comienzan, en poco tiempo acabarán de los haber convertido a nuestra Santa Fe multidumbre de pueblos, y cobrando grandes señoríos y riqueza y todos sus pueblos de la España (Colón, 1991, s. p.).

Ahora bien, esta cita confirma la anotación preliminar; dado esto, la figura de Colón puede asumirse, inclusive, como mesiánica, y en sus memorias se hace tangible la asunción de su empresa como una encomienda divina. El tópico del providencialismo se dirige, en lo historiográfico, a algo que Serna (2000) reseña: «La concepción medieval de la historia como el desarrollo del propósito divino coloca a la historia sagrada como el centro del pensamiento historiográfico» (p. 252). Esta mediación dirige un condicionante que pervive en la transcripción de las percepciones sobre el Nuevo Mundo. Ante esto, Oviedo (2001, p. 75) asegura: «la crónica es un rebote americano de un género medieval español».

Recapitulando esta noción, Cabeza de Vaca (2000, p. 12) ilustra primero desde la confrontación de los mundos: «[…] estaba un cuerpo de un hombre muerto y los cuerpos cubiertos con unos cueros de venado pintados. Al comisario pe pareció que esto era especie de idolatría, y quemó la caja con los cuerpos». Posteriormente, en el capítulo XXII, sugiere esa fijación en la Providencia desde una figura más colectiva, a través de un nosotros: «[…] aquél [Mala Cosa] era un malo, y de la mejor manera que pudimos les dábamos a entender que si ellos creyesen en Dios nuestro Señor y fuesen cristianos no tendrían miedo de aquel» (Cabeza de Vaca, 2000, p. 66).

En Oviedo (1950) se percibe una idea de la Providencia más cercana a lo humano, a lo natural y retoma el ideal de América como la metonimia directa del Paraíso: «[…] aquella tierra, pues tan riquísima la hizo Dios, y os la tuvo guardada desde que la formó» (p. 126). Son tres nociones conferidas hacia un mismo núcleo, pero desde distinto ángulo como son las ópticas que asumen aquella acepción de la Historia, bajo la pregunta de las identidades y que nos sumergen en un caleidoscopio de visiones sobre Europa y América, pues cada uno pudo representar un Nuevo Mundo para el otro.


Bibliografía

Campos, J. (1950). Fernández de Oviedo, Gonzalo: sumario de la natural historia de las Indias (Book Review). Revista de Indias, 10, 42.

Colón, C. (1991). Diario de a bordo. Historia 16.

Krapovickas, A. (2010). Las ilustraciones de la «Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierrafirme del mar Océano» de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdéz. Bonplandia, 91-96.

Núñez Cabeza de Vaca, Á. (2000). Naufragios. El Aleph.

Oviedo, J. M. (2001). Historia de la literatura hispanoamericana, Vols. 1 y 2. Alianza editorial.

Pastor, B. (1983). Discursos narrativos de la conquista, Casa de las Américas.

Serna, M. (ed.) (2000). Crónicas de Indias. Cátedra.

________(ed.) (2013). La aventura americana. Textos y documentos de la conquista americana. Castalia, 2013.

____________ (2010). Discursos sobre la naturaleza americana: desde el descubrimiento de América hasta la visión ilustrada. Anales de literatura hispanoamericana, 2010, vol. 39, p. 251-264.

Todorov, T. (1987). La conquista de América. Siglo XXI.

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