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Guadalupe Loaeza

Los irresponsables

El irresponsable más famoso del mundo actual, sin duda, es un tenista multipremiado, millonario (hasta enero del 2022 habría ganado 220 millones de dólares), irascible, de nacionalidad serbia, de 34 años, llamado Novak Djokovic. Encerrado en una habitación de hotel en Melbourne, a unos días del Australia Open, esperó impacientemente el permiso para entrar, en el peor momento de contagio en Australia (uno de los países que mejor había contenido el crecimiento de la enfermedad) sin estar vacunado contra el Covid-19. Desde que empezó la pandemia, Novak ha estado siempre contra la vacunación obligatoria. «Crecí en las montañas y pasé mucho tiempo con los lobos, así que tengo esa energía, la energía del lobo. Ellos actúan de manera muy instintiva, y veo en ellos rasgos correspondientes en mí. Tengo la sensación de que, de alguna forma, son mis guías espirituales». Qué malos guías son los lobos para Novak, ya que lo único que está logrando con su cerrazón y mentiras es la reprobación de sus fans e incluso de la primera ministra de serbia, quien dice que «la ley es igual para todos». Curiosamente el nombre del tenista Novak suena a «no-vaccine», como llaman en inglés a los negadores de la vacunación.

En el mundo existen varios movimientos opuestos a la vacunación; algunos por razones religiosas; otros, por políticas, y la mayoría por ignorancia. En Estados Unidos más del 40% de la población afroamericana se rehúsa a vacunarse, así como también muchos de los seguidores de Trump, que son en su mayoría gente con escasa educación. En países supuestamente civilizados e informados, como Inglaterra, desde la creación de la primera vacuna que fue contra la viruela en el siglo XVIII, se han creado movimientos muy escépticos hacia todo aquello que tenga que ver con la ciencia relacionada con la salud. Más escépticos que los franceses no puede haber en relación a las vacunas, de allí que ahora en Francia estén rebasados por los enfermos leves y muy graves. Me imagino que estos irresponsables no saben que Napoleón mandó a vacunar a toda su tropa contra la viruela, en el año 1805. Apenas el 29 de diciembre del año pasado, salieron a la calle miles de alemanes que protestaban en contra del endurecimiento de las medidas contra el coronavirus. Varios policías resultaron heridos. En España el que lidera el movimiento antivacunación es Miguel Bosé. Resulta llamativo que en Estados Unidos el hijo de Robert Kennedy es uno de los que están a la cabeza de «la libertad de no vacunarse». Otro irresponsable.

En México, hasta hace apenas dos días, no veíamos a toda la plana mayor de las «mañaneras» portando cubrebocas. Este grupo de irresponsables se veía acongojado. Su jefe, el presidente de la República, desafortunadamente se contagió, quiero pensar que fue por no hacer caso de las medidas de protección. En sus últimas «mañaneras», continuaba minimizando los efectos de la variante Ómicron. Al mostrar en un video que su temperatura y su saturación de oxígeno eran normales, lo que está mostrando López Obrador es que se trata de un simple catarrito. Es evidente que este tipo de mensajes por parte del primer mandatario podrían influir a los jóvenes y adultos a no vacunarse. No es que los jóvenes sean los culpables, sino que las campañas antivacunas los hacen creer que son invulnerables. Los que no son invulnerables son aquellos a quienes esos jóvenes contagian. A pesar de que en México no hay grupos organizados contra la vacuna, existen colectivos como «Mexicanos por la verdad» y «Abogados por la verdad», que incitan a través de las redes a no vacunarse. Esos son los verdaderos irresponsables, por no decir, criminales. Desde que empezó la pandemia, también en Chiapas se han creado grupos de habitantes indígenas que rechazan rotundamente la inoculación. Según Consulta Mitofsky (julio, 2021) 7.2% de los mexicanos no se quieren vacunar contra el Covid. Hay que decir que Ómicron apenas empezaba.

México, en tiempos pasados ha sido un ejemplo mundial en el manejo de la vacunación contra la viruela, tuberculosis, sarampión, etc. Prácticamente no había quien no estuviera vacunado. En las escuelas todos nos vacunábamos, según recuerdo contra la viruela, aún conservo en mi brazo izquierdo la marca de la inoculación. Dicho lo anterior todavía no existen vacunas en el mundo contra el VIH, el paludismo, el ebola, etc.

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