Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

Los gringos cambiaron

Aún recuerdo la mañana del 11 de septiembre de 2001. Yo tenía 12 años y estaba desayunando mi respectivo sándwich cuando mi mamá me dice “un avión se estrelló en una de las torres gemelas de Nueva York”.

Me quedé hipnotizada viendo las trágicas imágenes que se trasmitían por televisión. Escuchaba palabras que nunca había oído pero sonaban grandes: “World Trade Center, Wall Street, Pentágono”. Yo sólo pensaba “Ojalá no pase nada en Disney”.

Mientras pensaba en la Cenicienta paseando por su castillo en Magic Kingdon, otro avión aparece en pantalla y se estrella contra la segunda torre. Allí entendí que algo no estaba bien. Aún en la inmadura imaginación de una niña de 12 años era demasiado fácil comprender que se estaba llevando un ataque contra Estados Unidos.

Fue impactante ver como la gente se lanzaba desde los edificios para evitar morir calcinados por las llamas o aplastados por el concreto que iba cediendo. Por primera vez la destrucción de New York que siempre veía en las películas, era real y trasmitida por 20 canales de televisión al mismo tiempo. Al final de ese día entendí que muchas personas habían muerto (2996 para ser exactos), que había una declaración de guerra contra los “árabes” y que eso traería muchos muertos más.

Solo había conocido Miami y Orlando. Sentí mucha pena por todas esas personas amables que te recibían desde que salías del avión, hasta que ibas a los parques, paseabas en los malls y volvías al aeropuerto en donde te despedían con la misma amabilidad y te decían “You’ll be back soon”.

Volví a los Estados Unidos en septiembre de 2004 y ese lugar que me había visto llegar con los brazos abiertos, me recibió esta vez con tropezones y malas caras. ¿Qué había pasado con los gringos que te recibían con sonrisas desde el aeropuerto? ¿Por qué no estaban? Al llegar al aeropuerto tuve que pasar por infinitos controles de seguridad y solo por ser latina estuvieron a punto de regresarme al avión.

La tensión contra todo aquel que fuese “diferente” era evidente. Cualquier persona que tuviera rasgos distintos al de los “gringos” era una potencial amenaza para la seguridad y la paz de los Estados Unidos de América. Las siguientes veces que he visitado ese país, no ha sido muy diferente. Sin duda, esos hechos marcaron un antes y un después en la cultura norteamericana, en su comportamiento y en su forma de ver las cosas. Se vive el estrés post traumático en cada una de sus latitudes hasta el sol de hoy.

No quiero caer en repeticiones. Se ha hablado largo y tendido de lo que fue el 11/09. A mí lo que me preocupa es la espiral de violencia que aún no termina a pesar de las buenas intenciones de Obama y de la Comunidad Internacional. Eso me recuerda la frase de una amiga que siempre dice “las buenas intenciones no bastan”.

Después de haber adquirido cierta madurez y experiencia como internacionalista, me indigna ver los errores que se cometieron, se siguen cometiendo y se cometerán. Me he dado cuenta que el derecho internacional no sirve para nada.

Por un lado, se dejó que Estados Unidos invadieran Irak sin pruebas contundentes y pretendiendo que, con decir un “lo siento, nos equivocamos”, todo iba a estar bien, y también que pusieran en juego miles de vidas al desatar una guerra sin final en Afganistán. Sin bloqueos y sin sanciones. Eso ha dado pie a que otros Estados actúen en contra de decisiones tomadas por acuerdos internacionales. Larga y tendida es la lista de violaciones a acuerdos internacionales entre los más renombrados: Israel y Rusia.

Por otro lado, grupos talibanes y radicales extremos, cada vez están ganando más fuerza, matando a miles de personas y expandiéndose por distintos continentes. Atentando cualquier muestra de estabilidad. El único país que parece preocuparse es Estados Unidos y el resto del mundo observa en silencio sepulcral y cómplice de estas injusticias.

¿Es que acaso el mundo es una partida de Risk donde las fichas se mueven arbitrariamente, no se respetan las reglas y a los jugadores no les importa cuantas  “fichas” mueran en este tablero?

Hey you,
¿nos brindas un café?