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Los colores del arcoíris

‘La primera impresión es la que cuenta’ reza un dicho popular, y en el mundo lleno de matices y variedad en que vivimos, ese dicho parece ser cierto, pero hay un grupo específico de personas en quienes no sólo la primera impresión es la importante… ¿Qué nos pasa a los gays con la apariencia?

Salí del closet a los 17 años, fue un proceso algo lento pero lo hice como quise, y puedo decir que nunca me he avergonzado de mi naturaleza y soy de esos homosexuales que nacieron, no que se hicieron. Luego de 5 años viviendo en Valencia, Carabobo (conocida entre los Venezolanos como la ciudad de los gays en el país) puedo decir que he recibido más comentarios negativos de mi homosexualidad de los propios gays que de las personas heterosexuales, tal parece que el negro también es un color dentro del arco iris.

Valencia, luego de pensarlo un poco, es una ciudad de doble moral y estándares subjetivos, y es algo de lo que me di cuenta luego de muchas situaciones buenas y otras no tan buenas, con esto no busco encasillar a las personas de Valencia, mucho menos reforzar estereotipos trillados, si no mostrar realidades que algunos homosexuales tenemos que vivir en pleno siglo XXI, y que irónicamente vienen de nuestra misma comunidad, que en vez de practicar el amor y la tolerancia que pedimos a las masas, fomenta el bodyshaming y algunas formas de machismo bastante obsoletas.

Cuando uno es un chico gay, joven, en una ciudad que aún no conoce por completo, ¿qué hace? Se crea una cuenta en Grindr, esta app sirve para todas las formas de socialización entre gays, te muestra que chicos están cerca de ti, y puedes, desde chatear con ellos hasta ligar y llegar a encuentros sexuales de naturaleza casual. Admito que es divertida de usar, es una especie de ‘menú electrónico’, pero la diversión acaba con ciertos personajes dentro de la app. ‘Que asco el cabello largo, pareces mujer’ ‘Para eso me cojo una jeva’ ‘0 locas’ ‘0 mariqueras’ ‘0 plumas, no afeminados’ ‘eres muy delgado, métete en un gym’ ‘No me gustan los Fuertes ‘No eres serio’, la lista de comentarios sigue y sigue, estas son respuestas a mis saludos, ¿Cómo respondes un ‘hola’ con algo así?

En fin, estos dos últimos comentarios me pegaron, por ciertas palabras que usaron; ‘Fuerte’, así le dicen a los gays que somos obvios, a los que no nos avergonzamos ni fingimos ser héteros (pues no, en mi caso no soy para nada heteronormativo) ni buscamos ser aceptados por la sociedad que valora las conductas ubermasculinas, seguido de ‘Serio’, al parecer, el hecho de ser delicado o usar mucho las manos al hablar me quita todo ápice de ‘Seriedad’ a lo que yo me pregunto ‘¿No puedo ser tomado en serio por vestirme como quiero y hablar como quiero?’. Y sólo puedo hablar por mi, pero luego de un tiempo tuve que resignarme y asumir que los que estaban mal eran ellos, no yo. Mi gran ironía fue descubrir que la ciudad a la que me mudé pensando que sería aceptado por mis diferencias resultó ser el sitio donde todos los demás parecían avergonzarse de mi manera de ser.

Luego de ligar con algunos chicos, me di cuenta de que el Valenciano gay promedio valora por sobre manera la masculinidad y la heteronormatividad, el Gay valioso es el que pasa por hétero y no levanta sospechas (¿en pleno 2016 aún nos escondemos?) y yo era un ‘Twink’ (un gay de cuerpo delgado y facciones delicadas, carente de vello) en una era de Jocks (Atléticos, masculinos) y Bears (peludos, rudos); era como ser un Elfo en la era de los Enanos y los Hombres en la tierra media de Tolkien, y no era sólo no estar a la moda ni verme como otros querían, era el rechazo que conllevaba eso lo que, más allá de herirme, me asombraba. Otra gran ironía era que en Grindr, muchos de los ‘Machos Serios’ que me insultaban tenían como foto de perfil su entrepierna cubierta solo con un delicado speedo color rosa o estampado de tigre….ah, pero el femenino era yo.

Lo femenino es algo que se rechaza por norma general entre muchos gays Valencianos (y digo esto porque en ciudades como Mérida, Barquisimeto, Caracas y hasta Cumaná, mi manera de ser resultaba más atractiva y aceptada) de hecho me atreví a hacer pequeños experimentos en mi vida en la ciudad, por ejemplo, puedo ir vestido heteronormativamente (camisa, jeans, botines, cabello hacia atrás) a una discoteca (Chill Out, Babylon, entre otras ubicadas en Carabobo) y antes de las 3am ya mínimo 3 hombres me han sacado a bailar o me han ofrecido un trago o incluso algún descarado se ha querido frotar de mi, por otro lado, si voy a una disco vestido de chica (peinado de lado, maquillaje de noche, corset, minifalda y stilettos) lo más que puedo conseguir es algún comentario condescendiente de otra Drag Queen, 3 o 4 chicos curiosos que se acercan y me piden fotos, cual atracción nocturna, y quizás, en la oscuridad alguna lesbiana que realmente pensó que yo era mujer.

Es entendible esperar este tipo de reacciones en un lugar en el que se va a buscar sexo o al menos un buen baile pegado y un par de tragos; no obstante me sirvió para entender que algo tan simple como mi ropa puede alterar por completo la percepción de otros sobre mi, y que lo visual puede superar en muchos casos lo interpersonal, porque mi personalidad era la misma, no cambiaba nada, y aún así era descartado por no entrar en su estética, pero no, no es un problema de machismo, ¿verdad?. Eso sin mencionar el elitismo de muchos chicos, a los cuales solo les impresiona ver que carro manejas, el apellido que llevas o las veces que has viajado al extranjero, muy poco les importan tus hobbies, tus aspiraciones o tus gustos musicales, porque en su caso todos tienen lo mismo, y si a hablar de ropa vamos, les contaré cual es el ‘uniforme de gay Valenciano’ que he visto como denominador común (énfasis en común): camisa de Zara Slim fit (usualmente estampada) cabello rapado de los lados y un copete hasta el cielo, barba podada como si no hubiese mañana, reloj más caro que la hipoteca de muchas casas, bermudas o jeans ultra pegados, y mocasines de tonos tierra imposibles de combinar, querido lector, si ves uno de ellos, prepárate.

Quiero acotar, ya cerrando, que con esto no quiero encasillar a nadie, ni fomentar ningún estereotipo, sólo arrojar luz a esta realidad y mostrar que no todo es color de rosa incluso dentro del arcoíris de la comunidad gay, que a pesar de vivir en una sociedad que predica tolerancia y busca salir del machismo, aún se enfrasca de manera superficial, en buscar que todos actuemos de la misma manera y nos vistamos igual, so pena de no ser aceptado y pasar por ‘poco interesante’ ante los ojos de un grupo de hombres con ideas algo retrógradas y que quizás han leído muchas revistas de moda extranjera. Comencé con un dicho popular y cierro con otro, si mis letras han ofendido a alguien, digo ‘el que se pica, es porque ají come’.

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