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Los chiquitos de la Patria

Niños pequeños, rostros de no más de 11 años el que más, enmascarados con franelas y antiácido anti lacrimógenas, sus miradas inclementes bajo el ceño fruncido con el que se esgrime la vida sin escrúpulos de los olvidados, reunidos en una esquina de Las Mercedes, apoyados en la defensa de la autopista, en la esquina donde se acumulan las bolsas de basura, ahora guardas del tesoro alimenticio de muchos venezolanos… sus breves torsos guerreros desnudos, ahora ellos disponen de un nuevo reducto para descargar toda la rabia de la vida mala, ya no con el arrebatón ni a puñalada, sino con palos, piedras y bombas devueltas al remitente, en la adrenalina compartida con miles de desesperados, furiosos, adoloridos que marchan cada día pidiendo justicia… con los que hacen equipo. Porque, de todas formas, ellos hace tiempo que no tienen lugar de regreso. Disfrutan de la libertad de tomar cualquier decisión sin consejo, con sus ocho años de conciencia, su adultez prematura hecha de maltratos, disponen de la excitación que les otorga el riesgo, siempre en peligro, viven al límite, sin futuro, con un presente a todo riesgo, desde hace mucho, desde que se acuerdan. En estos días lacerantes, ellos son parte del ejército de civiles que se enfrentan en asimetría a los cuerpos represivos del gobierno venezolano. Asimetría numérica, porque los civiles son muchísimos más. Asimetría porque esos más no tienen armas y no atienden una voz de mando, porque pelean en defensa de un todos que es un país y no de unos pocos que comen y mandan.

Nadie puede saber qué días nos esperan, los pequeños descamisados menos que nadie. Aunque está más que claro y todo el mundo sabe que sólo son dos las apuestas, permanecer en el poder, o el cambio de gobierno para restablecer la democracia, libertad, justicia, seguridad… ¿será que esos niños aspiran a una vida mejor a cuenta de que se hagan elecciones generales? ¿Confían en que serán más felices si se restablecen las garantías democráticas y la honesta institucionalidad? ¿Será que visionan la posibilidad de vivir en una casa con papá y mamá y afecto, comida, juguetes y escuela, si cae el gobierno?

El futuro de Venezuela está empañado por la sangre de los jóvenes cruelmente asesinados por haber cometido el delito de disentir en dictadura… y empeñado en los que aun en la infancia nunca han tenido un país al que recurrir… una deuda difícil de saldar. El futuro también está empecinado en constituirse a la fuerza y por la valentía de los que salen cada día a protestar… Presente quebrado, noche sin sueño, Venezuela es un grito, un dolor que nunca fui capaz de imaginar… al son de la macabra salsa presidencial.

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