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Lolek

San Juan Pablo II. El papa obrero. El papa misionero. Es célebre la foto con Bono, voz líder de la banda irlandesa, U2. Es célebre la foto con Bob Dylan. Karol Wojtyla era puro rock and roll. Creo que ningún otro pontífice fue capaz de convocar concentraciones tan colosalmente multitudinarias. Creo que nunca el Solio Pontificio estuvo tan expuesto –en hora fausta- a los rayos catódicos, a los mass media.

Su madre lo llamaba Lolek, cariñosamente. Y así lo llamo yo también, cuando hablo con él en oración. Una foto suya preside el altar donde hago diariamente el Santo Rosario. Soy lo que se conoce “nuevo católico”, porque me bauticé ya de adulto, a los 25 años de edad (ahora tengo 40 años), para ser más concretos. Y pienso que Juan Pablo II fue una influencia capital en mi conversión a la fe católica.

Era estudiante de Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela (UCV), una casa de estudios tradicionalmente de izquierda. No son un secreto los arrestos de los comunistas en contra del Vaticano. No recuerdo exactamente el año, pero sería poquito antes del Jubileo del año 2000. Lolek vino a Caracas, y tuve chance de hacerle unas fotos, mientras bajaba en el Papamóvil, desde la Nunciatura Apostólica.

Por ese entonces, yo todavía era ateo. Pero devaneaba con la religión Hare Krishna, e incluso llegué a tener una noviecita muy linda, que hacía parte de ese culto. En la UCV le enseñan a uno que el Santo Padre no es tan santo, y que –en realidad- es un diablo. Pero me bastó ver a Juan Pablo II, digamos a 20 metros de distancia, para entender que todo aquello era un mito. “Este viejito no puede ser tan mala persona”, pensé.

Lo cierto es que eso mismo le pasó a centenares de personas. Incluso los más acérrimos anticlericales, reconocían que Lolek era un gran líder de la paz. Su confesor reveló, a su muerte, que nunca cometió pecado mortal. Acaso por eso acaparaba tanta luz, tanta buena vibra. Fue un Pontífice unánimemente amado por tirios y troyanos. Cuando lo canonizaron, lo hicieron destacando esto: Juan Pablo II, el Grande.

Pero Lolek era una persona tan humilde como cabe. Y se dio el lujo de desmontar el comunismo en Europa, sin apenas echar un tiro. También es célebre el video en el cual regaña severamente al poeta Ernesto Cardenal, quien se anotó con la Teología de la Liberación, luego de ordenarse sacerdote. Juan Pablo II estaba en contra del comunismo, pero también del capitalismo salvaje.

Una vez le pregunté al experto del IE Business School –en una entrevista-, si conocía a un personaje como Juan Pablo II, en el contexto de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Me dijo que no. Que no lo había. Siendo mi especialidad como reportero de negocios la RSE, uno de mis más altos sueños -si no el más alto-, es llegar a ser reconocido como el Juan Pablo II de la RSE. Palabras mayores. Deseos no preñan.

Cultivó un vínculo estrecho y hermoso con Teresa de Calcuta, y la Humanidad tuvo la gloria de contemplar a ese par de gigantes trabajando en el mismo siglo. Se le acusó de alcahuetear las conductas impropias del fundador de los Legionarios de Cristo, y ese fue uno de los puntos que más subrayó la prensa agnóstica, cuando se le canonizó, a mediados de 2014.

En todo caso, nadie se atrevería a discutir que la Historia tendrá que reconocerlo como uno de los más altos líderes de todos los tiempos, sin cuyos buenos oficios, el frívolo siglo XX, habría sido aún peor, con sus dos guerras mundiales, y demás malas yerbas. Si se le despoja de su condición de religioso, Juan Pablo II puede bien equipararse con estadistas de las dimensiones de Bismarck, o Bonaparte, salvando las diferencias.

Su oración preferida era el Santo Rosario, y explicó que todo su Pontificado había estado signado por la devoción a la Divina Misericordia. Totus Tuus. Todo tuyo. Ese fue su lema, porque Lolek era un cura extremadamente mariano. Se entregó sin remilgos a María Santísima. En América Latina se le quería especialmente, por sus resonantes visitas a países como México, donde la fe católica es vasta y profunda.

“Ten cuidado con los héroes que te haces”, dijo una vez el multimillonario estadounidense, Warren Buffett. Tengo que reconocer que en mi primera juventud, me tracé ídolos errados, que me llevaron a cometer muchos graves errores. Pero desde que mi meta es parecerme a Juan Pablo II -y de eso ya hacen más de 15 años-, todo comenzó a cristalizar en cosas buenas, bonitas y nobles.

San Juan Pablo II. Lolek, para quienes lo sentimos como un amigo en el Cielo. Un alma pura, un alma noble, un alma santa. Su luz se quedó entre nosotros. Y para los católicos romanos, como yo, es un modelo a seguir, sin la menor duda. “La comunión es una rendija del Cielo que se abre sobre la Tierra”, dijo Juan Pablo II. En cada misa su luz llega hasta nosotros. En cada hostia nos manda su luz. Knocking on heaven’s door.

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