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Las ocurrencias; el ensayo y error

Tan enfrascados estamos en la pandemia que olvidamos la importancia que tiene perder el sentido de libertad. Cuando la psique está en modo de supervivencia, hasta la respiración pierde su ritmo. Es lo que ocasiona el estado de alerta, el estar atrapados en el miedo, pendientes de que aparezca el enemigo, listos para correr o pelear. El problema es que el coronavirus es invisible.

Los gobiernos en modo dictadura, con el pretexto de cuidarnos, promueven cada ocurrencia y tratan a los ciudadanos como si fueran ignorantes. Lanzan campañas con altos costos: como lavarse las manos, colocarse el cubrebocas y seguir medidas personales. Se sienten tan dueños de la verdad que promueven otra campaña para la fase tres, tan ingenua, que parece dirigida a niños de primaria. “Vestimenta recomendable”: recoge tu cabello, utiliza cubrebocas, blusa y camiseta de manga larga, lleva contigo gel antibacterial, pantalones y botas. Corta la barba y no utilices aretes, ni collares porque allí se puede alojar el virus.

Hablan de la recuperación económica, pero, son tantos los requisitos para reabrir los negocios que pocos los pueden cumplir, la mayoría está en bancarrota. Entre ellos: un tapete de plástico con agua, termómetro para tomar la temperatura -como si los clientes fueran a consulta médica- gel para las manos y cubrebocas. El ingreso está prohibido a los mayores de 60 años y solo puede entrar una persona por familia, si es que el portero aprueba la entrada, después de mirarte de arriba abajo, como si fueras a ingresar al antro más famoso.

Los meses sin recibir ingresos y los gastos continúan. El pago de la renta para un local en una plaza es demasiado costoso. A eso hay que agregar los impuestos y el salario de los empleados. Otro requisito absurdo es que los obligan a cerrar a las 7 p.m. como si el virus saliera de noche. En algunas ciudades hasta impusieron toque de queda. Es la anarquía de gobiernos encantados de soñar con obediencia al estilo castrista. Con estas medidas, lo que hacen es correr a los pocos clientes que salen a dar un paseo después de meses de encierro. Muchos comerciantes prefirieron bajar la cortina, con la tristeza de cerrar un negocio que por años fue parte de sus afectos.

Sin embargo, los gobiernos de los estados mexicanos presumen estar apoyando la recuperación económica. Cuentan con cantidad de inspectores para sancionar por cualquier insignificancia. No dejan recomendación, son multas en efectivo y son bastante costosas. Las pagan o les cierran el negocio.

La gente no dejará de comprar ya que vivimos en la cultura consumista. Los negocios online atrapan el mercado y se vuelven los más poderosos. El panorama es desalentador.

Para el regreso a las aulas, no faltan las ocurrencias. Las universidades van a dar opción de elegir seguir clases online o presenciales. Muchos papás han comentado: “si es online que nos cobren el cincuenta por ciento”. En lo que se refiere a la educación básica -primaria, secundaria y preparatoria-, se les ocurrió que sea en las aulas un día sí y otro no y siempre con cubrebocas. Los niños se defienden: “no aguanto el cubrebocas, el aire caliente me nubla la vista. Siento que me asfixio y no puedo hablar”. El modo online no solamente no agrada a la mayoría de las madres que trabajan y tienen que estar pendientes de sus hijos, sino a todas en general porque no permite la socialización entre compañeros. Sin contar que las escuelas públicas no pudieron cumplir por falta de recursos en las zonas marginadas.

El reporte nacional “Mitigando el impacto de Covid-19 sobre los aprendizajes” de Xaver, A.C organización civil que promueve evidencias científicas para las políticas educativas, reveló que la falta de clases regulares impactará en el aprendizaje de los niños, en particular en los que no cuentan con conexión a internet y cuyos padres no tienen escolaridad, ni disponibilidad para acompañarlos. Además de dimensionar el impacto de la escuela presencial y la crisis económica de sus padres, la organización hace un llamado al Estado al fin de mitigar el golpe educativo. “El programa educativo a distancia no es suficiente” dijo Rafael de Hoyos, Economista principal de la Unidad de Educación para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, cofundador de Xaver.

Es hora de bajarse del tren del miedo para enfrentar la crisis económica. Los meses de confinamiento, la pérdida de miles de vidas, la crisis económica provocada por la pandemia, además de los temblores, han agravado los problemas en nuestro país. Es momento de mirar hacia dentro, desarrollar una relación con nuestra respiración que tiene efectos calmantes y recuperar la confianza. No queda de otra que luchar por la sobrevivencia con la frente en alto y el espíritu en modo optimista.

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