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Guadalupe Loaeza

Las infantas ‘pillinas’…

Seguramente desde que las infantas Elena y Cristina eran pequeñas hacían muchas diabluras juntas. En lugar de llamarles la atención, lo más probable era que su respectiva institutriz se quedaba callada sin decirle nada a su madre; al pensar, tal vez, que las pequeñas se podían permitir todo: ¿acaso no pertenecían a la familia real? De adolescentes las infantas han de haber continuado con sus pequeñas travesuras, pero como sabían que nadie las recriminaría pues ellas, felices, seguían haciendo, en secreto, de las suyas. Así crecieron, un poco confundidas, sin saber distinguir entre el bien y el mal; además, veían que su padre era aún más travieso que ellas. «Si él, como rey de España, se porta pésimo, ¿por qué tendríamos que comportarnos con tanta corrección?», se preguntaban las hermanas entre sí, muertas de risa.

Andando el tiempo, la primogénita, la infanta Elena María Isabel Dominica de Silos de Borbón y Grecia, se convirtió en la duquesa de Lugo. Quien ocupa el tercer lugar de la línea de sucesión al trono, después de sus sobrinas la princesa Leonor y la infanta Sofía, casose con Jaime de Marichalar, quien después del matrimonio se convirtió en Caballero de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Quién le iba a decir a la infanta que terminaría divorciada, con dos hijos. Por cierto, su hijo Felipe se portaba muchísimo peor que su madre, la infanta Elena. En el año 2020 se descubrió que «Pipe», como llaman a Felipe, utilizaba tarjetas «opacas» para pagarse gastos personales, los cuales invariablemente eran cubiertos por el abuelo, el rey Juan Carlos.

Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia, duquesa de Palma de Mallorca, estudió secundaria en el colegio Santa María del Camino de Madrid. Años después se metió a la Universidad Complutense de Madrid y se inscribió en la carrera de Ciencias Políticas. Más tarde realizó un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Nueva York. En 1991, se metió a trabajar a la Unesco en París. Decían las malas lenguas que era la más inteligente de la familia real, incluyendo a su padre. A ella le encanta la música; toca el piano y la guitarra. Un día conoció a su «príncipe azul», Iñaki Urdangarin, un súper jugador del equipo de balonmano del Barcelona. Finalmente, los novios se casaron en 1997 y tuvieron cuatro hijos. En 2011, empezaron los chismes respecto a los malos negocios de una empresa llamada «Operación Babel». La infanta Cristina era miembro del patronato Nóos. Después de muchas audiencias, finalmente la infanta fue absuelta en el 2017, asegurando que devolvería los 265.088 euros. En cambio, su marido, Iñaki Urdangarin, fue condenado a seis años y tres meses de prisión.

A pesar de que la mayor ya tiene 57 años y la segunda tiene 55, como cuando eran niñas las infantas y hacían muchas travesuras, en esta ocasión, y aprovechando que irían a ver a su padre, Juan Carlos I, exiliado en Abu Dabi por evasión de impuestos, las dos se pusieron de acuerdo, muertas de la risa, de vacunarse contra el coronavirus en Emiratos Árabes. Afortunadamente el rey emérito ha presentado una segunda regularización fiscal por importe de 4.395.901,96 euros, «incluyendo intereses de demora y recargos», tal como adelantó el diario El País.

«Con el objeto de tener un pasaporte sanitario que nos permitiera hacerlo regularmente, se nos ofreció la posibilidad de vacunarnos, a lo que accedimos. De no ser por esta circunstancia, habríamos accedido al turno de vacunación en España cuando nos hubiera correspondido», aclara la hermana mayor de Felipe VI. Hay que decir que además de las infantas pillinas, también se ha vacunado en Emiratos Árabes Unidos el rey Juan Carlos, quien vive en este país desde el pasado 3 de agosto debido a la polémica por sus presuntos negocios ocultos en el extranjero.

Por más que traten las infantas de justificar sus «diabluras», en España la vacunación ha escandalizado no nada más a la opinión pública, sino a todo el gobierno. Por otro lado, y por increíble que parezca, hay quienes las defienden como es el caso de Martínez Almeida, quien dijo que «no conviene mezclar a la Monarquía con el debate que puede suscitar eso», ya que «desde 2011 (las infantas) no son Familia Real sino familia del Rey», por lo que «no es una cuestión de Monarquía, sino una cuestión privada».

Como bien dice Pablo Iglesias, secretario general del Partido Podemos: estas cuestiones: «apuntan a un horizonte republicano».

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