No hay fronteras capaces de controlar el miedo, ni libros capaces de abrigarlo; la vida sueña crepúsculos y hojas que caen, que siempre caen desde los ojos al papel de la tierra. Antonio María Florez es, en este libro que me contempla, la vida. Un reguero de vida que cae hoja a hoja, hasta encontrase con la airosa muerte que nos espera en cualquier lugar del tiempo. Un niño juega en la calle, un pájaro alimenta el aire, un ir y venir entre versos por la dulce melodía de un poema. Está escrito que la rosa afirma su aroma en la tinta del poema y Antonio María lo escribe y persevera en estas o en aquellas fronteras del miedo. Está escrito. Felicidades amigo.