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La voz de la diáspora venezolana y la reconstrucción de venezuela

Hemos reiterado nuestro asombro ante el ensordecedor silencio que guarda el régimen frente al formidable  fenómeno migratorio venezolano. Asombra e indigna el despiste, consciente o inconsciente, que intenta esconder un hecho tan significativo. La ocultación del hecho se ha acompañado de algunas voces altisonantes de representantes del régimen que recurren a la expresión “Mubagiana”: el que no esté conmigo que se largue”.

Cuando voceros del alto gobierno reconocen el fenómeno y lo explican, nos hace añorar el silencio que tanto  aborrecemos. Las declaraciones de dos vicepresidente de Venezuela, ex uno y en funciones el otro, son todo un emblema. El primero considera “retrasadillos” y masoquistas a quienes han decidido emigrar en lugar de quedarse a vivir en un país lleno de seguridad, sin inflación, sin escasez y con una moneda sólida como una roca (considera ciegos a quienes se quedan). El vicepresidente en funciones, en la reciente cumbre presidencial iberoamericana, expresó que quienes se van no han tomado tal decisión, han sido “robados” por el “imperio” (refiriéndose con el término a todo país desarrollado).

El resultado neto del silencio y las explicaciones inadecuadas del hecho migratorio es que el gobierno se ha colocado en “excedencia pasiva”. Desconocen la realidad del fenómeno sobre el que deberían estar produciendo información, máxime cuando poseen los datos migratorios. Lo paradójico de todo el asunto es que el fenómeno se ha producido durante este gobierno y en particular en los últimos seis años. La tozudez de la realidad invalida e increpa al silencio y desdice a las explicaciones insuficientes.

Como toda realidad, ésta admite varias miradas y lecturas que pueden resultar complementarias, contradictorias o excluyentes. La ceguera del gobierno hace que resulte ocioso pensar en políticas públicas, pues sencillamente el fenómeno no existe. A lo sumo y sobre la base de las declaraciones del vicepresidente en funciones se podría pensar en mecanismos que eviten el robo de talentos. Otras miradas, basadas en el elevado perfil académico y profesional de quienes se han ido, califican a la emigración como “fuga de cerebros” mientras que otros la caracterizan como deserción o en términos coloquiales “tirar la toalla”.

Desde estas formas de visualizar la migración, lo apropiado es evitarla y actuar sobre las condiciones que la explican o intentar convencer a quien está acariciando la idea de salir del país de que no tire la toalla. Estas ópticas del fenómeno dificultan el diseño de políticas dirigidas a comprender la diáspora y a incorporarla e integrarla al proceso de desarrollo y reconstrucción de Venezuela.

La magnitud del hecho migratorio venezolano reclama cambios en las políticas e instituciones que fueron diseñadas para un país de inmigrantes. La sola magnitud del hecho así lo exige. Se multiplica de manera exponencial el número y diversidad de la demanda de servicios de decenas y centenas de miles de venezolanos en cada país y ciudad.

Creemos necesario modificar la forma de concebir el hecho migratorio y en lugar de centrarse en el ángulo de la pérdida colocarlo en el de la ganancia. A dar un primer paso en esta dirección contribuye de manera decisiva escuchar la voz de la diáspora: sus necesidades, inquietudes y expectativas, tanto en relación con la forma en que se integran en el país de acogida como en la manera en la que visualizan su relación con Venezuela. La alarma inicial ante el fenómeno migratorio, que se produce de un modo automático, cede el paso a una interpretación dinámica, capaz de integrar muchas de las  variables y dimensiones que conforman, afectan y se ven afectadas por el hecho migratorio. La interrelación e interacción entre tales variables produce nuevas realidades y también novedosas posibilidades.

La creciente movilidad global acelera la “circulación de cerebros”, de innegable importancia y significación. Los emigrantes venezolanos están creando nuevas redes, novedosos nexos institucionales y personales, trabajando en empresas clase mundial y en centros de excelencia, todos ellos de enorme importancia para el futuro desarrollo del país. Los países de acogida les permiten desarrollar capacidades y habilidades que difícilmente habrían podido desarrollar en el de origen. Adquieren nuevas competencias en nuevos contextos propiciadores de la innovación y el conocimiento. Todo ello, sin duda, resulta en una enorme ganancia para Venezuela que hoy puede sacar todo el provecho de ese capital intelectual, empresarial y profesional que se ha potenciado en los países de acogida.

La diáspora ha adquirido y desarrollado las nuevas competencias valiéndose de sus propios recursos, al margen y en ocasiones a pesar del régimen. No desconocemos la presencia de quienes lo han hecho utilizando recursos que han sido expropiados a todos los venezolanos. Se trata de EMPRENDEDORES, EMPLEADOS y ESTUDIANTES que han adquirido nuevas relaciones y que adecuadamente aprovechadas podrían estar produciendo efectos en Venezuela.

La forma en que abordamos el fenómeno nos ha llevado a recuperar la voz de la diáspora,  a indagar en torno a la forma en que hoy miran a Venezuela, lo que de ella añoran y valoran y su disposición a retornar e involucrarse en la reconstrucción del país del que emigraron. La voz que hemos recogido se ha convertido en una especie de agenda de los venezolanos en las nuevas fronteras.

La agenda parte de algunos supuestos que conviene explicitar. Asumen la entera indisposición del régimen a corregir el modelo socialista que han pretendido instalar en el país. Ese modelo ha llevado al régimen a declararle la guerra a la propiedad, al emprendimiento y a la empresa. No podía ser de otro modo, pues la animadversión al individuo y la propiedad privada está en la médula de su forma de concebir la vida y la sociedad. Los frutos de esa declaración unilateral de guerra la padecen todos los venezolanos: escasez, inflación, racionamiento, pobreza, informalidad y desempleo. En el plano social, estimulan un modelo que se resume en lo siguiente: la sociedad YO-YO, YO-YA y la Doblez. En estos terrenos el gobierno ha sido evaluado con la calificación de sobresaliente.

Para quienes están en el gobierno, corregir tan grande sumatoria de errores es, desde su óptica,  una traición a la ideología que profesan. Los cambios que es necesario producir para revertir el desastre son de tal monta que resulta impensable que estén dispuestos a acometerlos. Implicaría aceptar que se agrega un nuevo país a la lista de fracasos del socialismo y una negación de sus creencias y mitos. Dejarían de ser lo que son para convertirse en demócratas y eso ya es demasiado pedir.

La diáspora, consciente del monumental fracaso del modelo, saben que es imprescindible el concurso de todos los venezolanos en la reconstrucción del país, con independencia del lugar en el que vivan. La reconstrucción de un país que se encuentra en terapia intensiva exige, para salir adelante, de una elevad dosis de compromiso de sus élites. No es admisible permitir y aún menos convivir, en las actuales circunstancias del país, con las rivalidades suicidas que fragmentan a las élites y restan a la unidad la necesaria fortaleza para crear las condiciones que harán posible el ejercicio de la democracia.

Tal participación no supone, ni necesaria ni exclusivamente, la presencia física en el país. La misma puede producirse a través de todas las facilidades que hoy ofrece Internet. Lo decimos, además, porque como revelan los datos un elevado porcentaje de los venezolanos no tiene planteado retornar, al menos en el corto plazo y de ningún modo de no producirse un cambio en el actual sistema político. Lo llamativo e interesante es que desean involucrase y lo harían con enorme agrado desde el momento en que se los convoque. Hay un convencimiento de que esta participación podría operar como un revulsivo que podría dinamizar el cambio.

Las opiniones que expresan los venezolanos, los que viven en el país y fuera de él, muestran la importancia que tiene la salvaguarda de la vida, el mantenimiento de un ambiente de paz y de un entorno que garantice la seguridad jurídica y las libertades para el desarrollo y el mejoramiento de la calidad de vida. Todo aquello de lo que hoy carece.

Cuando la inseguridad jurídica y personal se añade a la incertidumbre propia de la vida individual y social, resulta inevitable que se instale la desconfianza, portentoso enemigo del desarrollo, de las libertades y de la cooperación. La padecimos cuando realizamos los estudios para los Observatorios de la PYME y los que realizamos con emprendedores. La desconfianza se transforma en temor y luego en silencio. Por ello nos felicitamos por haber tenido la confianza de todos quienes hicieron posible este estudio.

El reconocimiento  y comprensión de la inmensa riqueza intelectual, profesional y de las redes que ha creado la diáspora es una condición necesaria para el diseño de políticas públicas inclusivas destinadas a propiciar su participación en el desarrollo del país en un esquema organizativo de geometría variable. Cuanto antes lo hagamos más pronto y más senillo resultará la formulación de políticas e iniciativas dirigidas al aprovechamiento de ese potencial. La pregunta no es ya cuánto perdemos, sino cuales son las modalidades más apropiadas para poder aprovechar tales habilidades y competencias para el desarrollo de la innovación, la empresa, la cooperación, la empresa, el desarrollo tecnológico y la mejora de la calidad de vida de la población venezolana.

Como punto de partida contamos con el interés y compromiso de todos los venezolanos, inclusos de quienes han sido vejados y tratados de un modo indigno. Lo harán utilizando los más diversos medios. Unos retornarán al país, otros prestarán asesoría, otros están interesados en participar en la formación de talento a través de las redes e Internet. Aunque es poco lo que se ha podido avanzar en este terreno, todo indica que a corto plazo se pueden multiplicar iniciativos que estimulen la “circulación del capital intelectual” y la participación de todos los venezolanos en la reconstrucción del país.

La agenda que se propone sienta las bases para la creación del  OBSERVATORIO Y LA PLATAFORMA de la diáspora venezolana, proyectos en los que avanzaremos en la medida en que los recursos lo  permitan. El itinerario contempla un abanico en el que están incluidos la identificación de competencias organizadas en áreas y temas, lo relacionado con la institucionalidad, los derechos humanos, en particular los de propiedad y libertad de expresión, el ejercicio de los derechos políticos y todo lo relativo a la empresa, el emprendimiento y el intercambio comercial, científico y cultural.

La diáspora acentúa la necesidad de contar con una sociedad abierta que, en palabras de Popper, K. es aquella que se fundamenta en la creación de un clima en el que no existe un punto de vista único o privilegiado del mundo y en el que todas las opiniones  se puedan expresar libremente. El cambio político que se propone está animado con este propósito. Las afirmaciones de  Benedetto Croce y Albert Camus refuerzan esta búsqueda. El primero ofrece una visión de la historia como una hazaña de libertad mientras que el segundo reivindica la importancia de los medios en la consecución de los fines. Afirma “En política son los medios los que justifican el fin”.

Los venezolanos que están fuera viven con mucha preocupación la situación actual y futura de Venezuela. Son conscientes del acelerado deterioro del país y de la progresiva pérdida de apoyo social del gobierno, cada vez más tibio y exangüe,  al que solo le queda el control de ciertas instituciones. También son conscientes de que una creciente mayoría expresa a diario su descontento e indignación. Les resulta difícil de entender y de explicar cómo se ha podido dilapidar el mayor volumen de ingresos que ha tenido el país en toda su historia. Tampoco pueden comprender cómo es posible que, contando con un precio del petróleo por encima del histórico, el país se encuentre a la deriva. Se cuestionan acerca de la manera de revertir la situación actual y tratan de identificar la mejor forma de involucrarse en la reconstrucción de Venezuela.

El cambio político que se ha ido tejiendo y que se avecina abrirá nuevas posibilidades de desarrollo del país, que clama por inversiones y empresas privadas en todos los ámbitos. La actividad económica podría, a relativamente corto plazo, aumentar la demanda de oferta de trabajo calificado y operar como un imán capaz de atraer a muchos ciudadanos venezolanos hoy esparcidos por todo el mundo.

Los cambios políticos harán posible recuperar la institucionalidad perdida y crear las condiciones que resguarden la separación de poderes y el debido ejercicio de los contrapesos, única forma de darle vida a la Constitución. Será indispensable revisar la urdimbre legal hecha al margen y en contra de la constitución y propiciar el diálogo, la negociación y la confianza en el desempeño de la política que garantice la pluralidad.

La prédica anti partido y anti política que tanta apatía e indiferencia ha creado es necesario revertirla y transformarla en una convocatoria a la participación y a la comprensión de que la democracia requiere de partidos políticos, ya que sin ellos resulta un objetivo imposible. Un dato que revelan los resultados es lo hondo que ha calado la prédica de la antipolítica. Por ello, un esfuerzo de todos consiste en reivindicarla y en primerísimo lugar a los partidos políticos, para que luego los ciudadanos escojan al que consideran más apropiado. Es preciso superar la falsa disyuntiva entre la sociedad buena y los políticos malos y corruptos pues, como afirma Savater, todo ciudadano, por el hecho de serlo, se convierte en político, como electores o como representantes electos.

El trabajo realizado en este estudio y otros que están llevando a cabo sobre dimensiones específicas de la diáspora, nos ha permitido avanzar en el proceso de caracterización de sus competencias y capacidades y de los campos en los que actúa. La información que ha sido recabada para el Observatorio beneficia a todos los interesados en crear redes, establecer mecanismos de cooperación y alianzas. Todo ello, sin duda, dará pie al desarrollo de novedosas iniciativas conjuntas en los más diversos ámbitos.

La nueva realidad hace que resulte necesario reforzar mecanismos e instituciones de coordinación y crear otras que faciliten la identificación de potencialidades,  obstáculos y problemas  al proceso de intensa participación que se avecina. Como ejemplo de problema y obstáculo, el que está de bulto ha ocurrido con el tratamiento que el ente electoral ha dado a los ciudadanos venezolanos en Florida para que estos puedan ejercer su derecho al voto. Lo que con ellos hizo la institución responsable de que todos podamos ejercer el derecho a elegir, como dicen nuestros ancestros, no tiene perdón de Dios. Más que una decisión, es  una aberración que desvela la insinceridad del régimen. Al registro electoral permanente han intentado convertirlo en intermitente, operando a conveniencia y de acuerdo con el humor del jefe al que los monaguillos de la institución responden con  actitud abyecta.

Los venezolanos en el exterior han compartido con otras diásporas y han reflexionado en torno a sus experiencias y a los modelos de participación política que han adoptado. La experiencia de países como Francia, Italia y Ecuador, que han incorporado en sus parlamentos a representantes de sus diásporas, constituyen una importante referencia para la agenda futura de los venezolanos que hoy ensanchan la frontera nacional. En términos de número de ciudadanos,  en Estados Unidos, España o Europa éste supera al número de habitantes de varios de los Estados más pequeños de Venezuela.  La elección de representantes ante la Asamblea Nacional, como bien lo ha señalado Rafael Pulido, miembro del equipo de coordinación del estudio, es un tema sobre el que es necesario pensar y tomar decisiones.

La experiencia mexicana es otra referencia. El país despliega un conjunto de iniciativas para fortalecer los nexos entre quienes viven en México y los que viven en el exterior. El objetivo es facilitar la integración y el flujo comercial, estrategia que contempla un conjunto de incentivos. Hay una agenda de posibilidades que permanece abierta en todos los terrenos: encuentros y reuniones de trabajo global, acuerdos que dinamicen alianzas e inversiones conjuntas,  mejoramiento de los acuerdos existentes, misiones empresariales, proyectos de investigación e inversión conjunta, estrategias de promoción de la cultura, la literatura y la lengua. Es necesario continuar investigando y detectando necesidades y requerimientos.

Como fue tradición en el periodo democrático, el respaldo a los ciudadanos venezolanos no admite exclusión por razones de signo político. El apoyo de la cancillería debe ser irrestricto, en el marco de los parámetros de la legalidad y la constitución. Ello supone la eliminación del apartheid actual y el apoyo a las misiones tanto del partido político en el gobierno como de los representantes de los partidos en la oposición. Después de los nefastos resultados de los últimos 15 años es necesario aprender a dejar el odio de lado,  sobre todo porque mantenerlo no acarrea ningún buen resultado para los ciudadanos o para Venezuela.

La convocatoria a todos los venezolanos a participar en el proceso de reconstrucción del país es posible hacerla de inmediato. Es preciso comenzar a sentar las bases para dinamizar y poder aprovechar todo ese potencial en todas las áreas.Cuanto antes iniciemos ese proceso mejores resultados estaremos en capacidad de alcanzar a corto y mediano plazo.

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