Los inmigrantes no pueden ser atajados con medidas policiales por una razón muy simple: porque en los países a los que ellos acuden hay incentivos más poderosos que los obstáculos que tratan de disuadirlos de venir. En otras palabras, porque hay allí trabajo para ellos. Si no lo hubiera, no irían, porque los inmigrantes son gentes desvalidas pero no estúpidas, y no escapan del hambre, a costa de infinitas penalidades, para ir a morirse de inanición al extranjero.
Mario Vargas Llosa.
El fenómeno de las migraciones es tan viejo como la humanidad misma. En los últimos años ha experimentado un crecimiento exponencial en la medida en que aumenta la movilidad propia del macroproceso de la globalización. Hoy día se estima que cerca de 300 millones de ciudadanos viven fuera de su país de origen.
La decisión de emigrar posee un carácter estrictamente individual y subjetivo, y aunque determinadas circunstancias la propicien, los ciudadanos hacen análisis, valoran, eligen y adoptan decisiones que pueden resultar diferentes y diametralmente opuestas. Es este rasgo individual de la decisión lo que hace posible identificar regularidades, aspectos y dimensiones comunes que comparten los procesos migratorios. Este atributo torna difícil la explicación del hecho migratorio a partir de una sola dimensión o factor. Las distintas valoraciones que hacen los individuos dan cuenta de la complejidad de este fenómeno en el que intervienen múltiples aspectos y dimensiones. Además, es reversible, circular y dinámico.
En ese inmenso campo de las migraciones Venezuela siempre jugó en el equipo de los países receptores, condición que hunde sus raíces en la historia y cuyo inicio data desde la propia creación de la República. Ha sido, hasta no hace mucho, un imán que atraía e invitaba con los brazos abiertos a ciudadanos de todo el mundo a participar en su desarrollo, papel que compartió por décadas con Estados Unidos. Ambos países se han enriquecido de los aportes de las sucesivas y diversas oleadas migratorias a largo de su historia.
En la década de los 70s, se produjo un breve proceso emigratorio, cuando Venezuela entrelazó la estrategia promotora de inmigración con una dirigida a la formación de talento humano. De este modo sacaba provecho del incremento que experimentó el precio del petróleo. Con ese fin se crearon instituciones y se fortalecieron otras que hicieron posible que varias decenas de miles de ciudadanos venezolanos, que reunían los méritos necesarios, pudieran acceder a los mejores centros de excelencia en todo el mundo. El objetivo final era el de preparar el talento humano para potenciar el desarrollo del país. La estrategia diseñada propiciaba la “circulación de talentos” que hoy aplican países como China, Brasil e India. Se tejieron redes sociales e institucionales a escala global que han contribuido al desarrollo del país. Se trató de una estrategia de Estado en la que se realizó una importante inversión en una política que fue muy exitosa.
En pleno siglo XXI Venezuela se cambió de equipo, perdió su capacidad de atracción de ciudadanos de otros países. La inmigración que recibe hoy se diferencia de las previas, pues esta es forzosa. Está conformada por trabajadores y operadores políticos de los gobiernos con los que el de Venezuela mantiene una muy estrecha relación, algunas de ellas realmente inexplicables: Cuba, China, Irán, Rusia. La opacidad de la información impide el acceso a datos confiables que den cuenta del número de inmigrantes que provienen de estos países.
Por primera vez en más de un siglo los ciudadanos venezolanos salen del país buscando una segunda patria y confeccionando una nueva geografía nacional. Ha ocurrido en la primera década de este siglo y de manera exponencial en los últimos seis años, y no hay evidencias que permitan pensar que el fenómeno va a disminuir, más bien todo lo contrario. Ese éxodo representa hoy entre el 4% y 6% de la población.
Lo gran paradoja de este novedoso fenómeno social es que acaece en el periodo en el que Venezuela ha percibido la mayor suma de ingresos de toda su historia. Para hacerse una idea, el ingreso de estos 16 años supera en más de cuatro veces los que el país percibió durante los 40 años de democracia.
Cabe pensar que con ese descomunal nivel de ingresos los ciudadanos tendrían pocos motivos para marcharse del país y que Venezuela habría podido avanzar por la senda del desarrollo y producir mejoras sustanciales en la calidad de vida de sus ciudadanos. Como veremos, no ha resultado de esa manera como producto del modelo de sociedad que se ha pretendido implantar: el socialismo del siglo XXI. Por el contrario, prolifera la escasez que alcanza cotas inimaginables y que ha convertido al NO HAY en la frase que más utilizan los ciudadanos: clientes y emprendedores. Se ha destruido el valor del Bolívar y de este modo su capacidad adquisitiva. Venezuela exhibe índices inflacionarios de los más elevados del mundo, ocupa deshonrosos lugares de honor en el terreno de la inseguridad personal y jurídica, con tasas de homicidios que asombran, una pertinaz informalidad y la acelerada desaparición del tejido empresarial.
En el plano político el régimen ha propiciado una división feroz que ha sido forzada y reforzada con epítetos descalificadores y colmando de humillaciones a quien disiente o mantiene una actitud insumisa. El gobierno trata con especial deferencia a grupos colectivos, obviamente plegados a sus designios, a los que utiliza para agredir y amedrentar a quien disiente. De la división forzosa no escapa la cultura. Las salas públicas, propiedad de todos los venezolanos, son para uso exclusivo de los amigos del régimen y su acceso está vetado a quienes piensan distinto, creando de este modo un terrible proceso de desertización cultural.
En el plano institucional se ha producido un verdadero proceso de exterminio y se modela una sociedad en la que prevalece el “sálvese quien pueda”, la sociedad YO-YO y YO-YA y la doblez -la delación está incluida en el combo socialista-. La luminosidad de las grandes ciudades ha sido sustituida por la penumbra. Pareciera que están muy ocupados haciendo negocios como para pensar en realizar las inversiones que el sector requiere y que, desgraciadamente, no se hicieron cuando había suficientes recursos desaprovechando una oportunidad única. Se trata de un país convertido en una gran cárcel por impagos y montañas de obstáculos, en palabras de Carpentier.
Lo dicho de un modo sucinto en los párrafos previos es el telón de fondo en el que se produce el novedoso fenómeno migratorio y allí encontramos el conjunto de razones que lo explican. Como se puede observar, las consecuencias de la aplicación del modelo han sido bastantes y nefastas. Son el resultado de desconocer su capacidad congénita para producir escasez, pobreza, racionamiento, asfixia de las libertades y omisión de los derechos humanos. Se trata de un modelo incapaz de crear, pues su destino es arrasar.
Ofrece una “estabilidad” lábil, pues termina acabando con quienes por algún tiempo recibieron las dádivas y migajas que recibían del Estado, que al final y a la postre no les queda otra opción que irse acostumbrando a que el chorro se agotó irremediablemente. Las libertades, en particular la de expresión, se destruye para ser sustituida por la “hegemonía comunicacional” que conduce de un modo inexorable a la creación de la policía del pensamiento.
Estos son los problemas que identifican los venezolanos en todas las encuestas: inseguridad, escasez, ausencia de libertades, confrontación. No podía ser de otro modo pues la valoración de la vida y la paz es una muestra clara de la civilidad de los ciudadanos de cualquier país y una condición necesaria para el desarrollo. Una gran mayoría de los venezolanos expresan una postura democrática indeclinable que demuestra la existencia de una rocosa resistencia democrática: el muro que ha impedido al régimen avanzar a sus anchas.
El talante democrático se expresa también a través de quienes han elegido salir del país, como lo demuestra el creciente número de reportajes, entrevistas y estudios en los que participa la diáspora, aquella que ha convertido la obra de Cruz Diez en el suelo del aeropuerto en su ícono.
Asombra este gran contraste entre el crecimiento sostenido de la emigración y el silencio sepulcral que guarda el régimen ante este extraordinario fenómeno. Produce una gran tristeza que ante semejante realidad el Instituto de Estadísticas haya enmudecido, como si el silencio pudiera encubrir y restar fuerza a este hecho. Es sencillamente imposible dadas las proporciones del fenómeno. Además de inútil es despreciable, incomprensible e injustificable, y con su accionar el gobierno pone en evidencia el desprecio y aversión que siente por los ciudadanos y en particular por quienes disienten.
Ese casi millón y medio de venezolanos que hoy viven desparramados por el mundo conservan millones de familiares y amigos que son testigos privilegiados de esta nueva realidad. También los profesionales que trabajan en el Instituto de Estadística o en el ente responsable de las migraciones y de extranjería tienen familiares, amigos y compañeros de trabajo que hasta no hace mucho se encontraban en el país y que hoy están dispersos por todo el mundo.
No deja de sorprendernos esta actitud, aunque ya deberíamos estar acostumbrados a ella. El guión opera de un modo similar a un “spaghetti western”, del siguiente modo. Primero desconocer el hecho, luego ocultarlo (no se produce información de la tasa de cambio, del número de homicidios o de cuántos se han ido), después encontrar un responsable a quien culpabilizar por el problema y por último la mentira. Este esquema es consustancial a todo régimen con ADN totalitario. Solo hay que recordar el manejo de las cifras de producción petrolera o los datos relativos a la inflación o la paridad cambiaria, o la forma de ocultar las colas y además prohibir el uso de cualquier medio para grabarlas. Ocurrió con la inseguridad-un problema de percepción-, la escasez- consecuencia del imperialismo galáctico- y con la emigración- tontos que se van o robo de cerebros de acuerdo a dos vicepresidentes, ex el primero y el segundo en funciones.
La formidable paradoja que hemos descrito, silencio y mentira frente a un hecho de enormes magnitudes, justifica la necesidad del estudio global que hemos realizado con el fin de conocerlo, comprenderlo y como un medio para transmitir la voz que pretende ser silenciada. Queremos recuperar esa voz, comprender sus historias, algunas de ellas inenarrables por el horror y la tristeza que encierran, sus percepciones, sus sensaciones, narrativas e interpretaciones de la decisión que adoptaron: emigrar y encontrar una segunda patria. Para ello nos hemos valido de todos los recursos que Internet y las redes sociales ponen a nuestra disposición para hacer una investigación abierta y participativa: una investigación 3.0.
Se trata de un estudio que es a un mismo tiempo cuantitativo y cualitativo. En él se recogen datos relacionados con el número de ciudadanos y países, el perfil educativo, social y familiar que se integra y complementa con información recabada en las entrevistas, las historias de vida y las sesiones de trabajo en grupo en las que afloran sentimientos, emociones, nostalgias. Indagamos en las razones que explican su decisión de emigrar, la manera en que viven y valoran a su segunda patria, su disposición a regresar al país y la forma en la que visualiza la relación con su país de origen.
La rocosa resistencia democrática la expresan tanto quienes se han quedado como quienes han optado por marcharse, lo que actualiza el análisis que Popper hace de la historia de Atenas y Esparta. En dicho análisis este autor arriba a la conclusión de que la sociedad cerrada se construye con base en las concepciones absolutistas, con poco o ningún espacio para el disenso, mientras la sociedad abierta se fundamenta en la creación de un clima en el que no existe un punto de vista único o privilegiado del mundo y todas las opiniones se pueden expresar libremente. Es la dispersión del saber entre muchos lo que produce conocimiento, como afirma Hayek.
La sociedad cerrada y los modelos dictatoriales, autoritarios y totalitarios fundamentan el control social a través de la imposición, por las buenas o las malas, del pensamiento único y privilegiado, es decir de una forma VERDADERA y ÚNICA de concebir el mundo-puede ser por vía de la raza, la religión o el de una clase a la que se atribuye un papel protagónico-. Latinoamérica y el Caribe tienen una larga y dolorosa historia de muchos intentos por imponer el socialismo por la fuerza, lo que motivó la huida masiva de colombianos, peruanos, nicaragüenses, salvadoreños, etc. Sin aceptar el fracaso intentan pasar de contrabando viejas teorías con discursos fariseos que intentan colocar anclas en la democracia, la igualdad y la libertad. Miles de perseguidos políticos venezolanos han solicitado asilo político en Estados Unidos, Canadá, Colombia y países de la Unión Europea. Otros miles han sido forzados a marcharse. Otros lo han escogido por motivos que analizaremos en la siguiente entrega.
[1] La publicación de “La voz de la diáspora venezolana” Edit. Los libros de la Catarata. España, inspiran esta serie de artículos dedicados a la emigración de ciudadanos venezolanos desparramados por todo el mundo.