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Azucena Mecalco
Azucena Mecalco - ViceVersa Magazine

La voz de la censura (Parte III)

Sailor Moones, hasta el día de hoy, una de las series más populares y consumidas dentro y fuera de Japón.Durante su lanzamiento, en los años 90, ésta sufrió una serie de mutilaciones en distintos países que la encontraban poco adecuada para sus públicos, y que sin embargo la transmitieron. A diferencia de otros países, en México la serie se transmitió de forma casi íntegra, excepto por un pequeñísimo detalle: la relaciones homosexuales masculinas se omitieron gracias al doblaje.

Iniciemos por decir que ya de por sí en el doblaje, que en esos años todavía se posicionaba como el mejor realizado en habla hispana, ya existían elementos de censura. Por algún motivo desconocido los traductores decidieron que no era importante la referencia delos nombres originales para entender la serie [Tsukino Usagi del japonés original (月野うさぎ) un juego de palabras que se traduciría como «Conejo de la luna» fonéticamente. O el de Chiba Mamoru (地場衛) otro juego de palabras entendido de forma fonética como «protector de la tierra»].

A este fenómeno que puede parecer simple Pierre Bordieu ya lo clasifica como «violencia simbólica»; sin embargo podemos justificarlo diciendo que no iban a darnos clase de japonés básico para entender la serie, aunque hubiese bastado con poner un letrerito al inicio del anime especificando el significado del nombre, por lo menos de la pareja protagonista.

Mas, dejemos para después el análisis de esta situación. Nos concentraremos en dos casos particularesdentro del anime en los que el doblaje fue cómplice de la violencia simbólica ejercida en contra de las marineras de la luna y sus enemigos: Zyocite y Ojo de pez.

Zyocite era una malvada general del Negaverso, que en más de una ocasión le declaró su amor a Malachite, quien la correspondía con creces. Asimismo, en innumerables ocasiones ambos se ofrecen muestras de afecto. La situación es que en la serie original Zyocite era un hombre; pero en México, alguna fuerza misteriosa, llámese compañía de doblaje, televisora de transmisión, RTC o Dios, decidió que Zyocite debía ser mujer. De esta manera, todas las alusiones al personaje se cambiaron para que su relación con Malachite no despertara controversia.

Ojo de pez, en Sailor Moon Super S, no corrió con mejor suerte. Todos pudimos ver al final que el Trío del Amazonas eran animales, mas al tomar forma humana los tres eran de género masculino, de eso no había duda. Pero al parecer que un hombre decidiera vestirse como mujer, coquetear con otros personajes masculinos y sobre todo lanzarse a los brazos del galán principal no era tolerado por la fuerza misteriosa de la censura. Mas en este caso particular, en distintas ocasiones al equipo de doblaje se le olvidaba que el personaje era «mujer» y se referían a él como «ese sujeto», situación además inevitable debido al contexto de la serie.

Acerca de fenómenos como estos Pierre Bordieu asegura:

Entre las censuras más eficaces y disimuladas, pueden incluirse todas aquellas que consisten en excluir a determinados agentes de la comunicación excluyéndoles de los grupos que hablan o de los lugares donde se habla con autoridad. Para comprender lo que puede y no pude decirse en un grupo, hay que tener en cuenta no sólo las relaciones de fuerza simbólicas que se establecen en ese grupo y que impiden a ciertos individuos hablar (por ejemplo a las mujeres) o les obligan a conquistar por la fuerza su derecho a la palabra, sino también las leyes mismas de la formación del grupo que funciona como una censura previa» (Bordieu, 1985: 110).

Surge, pues una pregunta más importante ¿a quién se violenta con el ejercicio de estos actos de censura productos de la violencia simbólica? Esta violencia no sólo se efectúa en contra de los personajes y sus preferencias sexuales, de la comunidad homosexual masculina e incluso del derecho de autor que prohíbe estrictamente la modificación de un producto cultural. La violencia presentada a través de este ejemplo se ejerce también en contra del público.

Sí, es fácil justificar el hecho de que no se nos permita conocer el nombre original de los protagonistas y es posible que nos resulte más escandaloso saber que las relaciones hombre-hombre fueron tratadas como prohibidas, mas el nivel de agresión es el mismo. Desde el momento en que no se nos considera capaces de asimilar el contenido de un producto cultural, sea cual sea su origen, se ejerce la violencia en contra de nosotros como espectadoresy consumidores de éste, qué lugar desempeñamos los espectadores dentro de lo que Bordieu define como «mundo social», entendido como todos los elementos que nos ayudan a formarnos, desenvolvernos, movernos e interactuar dentro de un contexto (Bordieu, 1998: p. 464).

Las muestras de censura de las que son víctimas las animaciones japonesas, en este punto Sailor Moon, dejan de lado el «beneficio simbólico» que podemos obtener de ellas, aquel que nos permite «la acumulación, ejecución y valorización de una adquisición cultural» que posteriormente fungirá como inversión para obtener otros beneficios.

Sailor Moonrepresenta hasta el día de hoy un caso digno de análisis en todos los contextos, como producto cultural, mediático, producto mercantil generador de estereotipos, productor de esquemas de violencia; pero también como precursor de la aceptación del personaje femenino del súper héroe, salvaguarda de los valores, incitador de la tolerancia en más de un aspecto, etc.

Finalmente, la vía más rápida para evitar mentes dañadas por cualquier contenido no es la censura; sino la educación, y esa no parte de ningún programa televisivo.Como todo en este mundo Sailor Mooncuenta con su Dr. Jekyll y su Mr. Hyde y hay que analizarlos a ambos, porque los dos son parte de una misma estructura, le dan forma y la configuran.

No puede pretenderse analizar sólo lo  «malo», «diabólico» o dañino de un producto, conceptos que por principio habría que definir y justificar. No se puede tampoco dejar de lado las aportaciones de estas series a la cultura popular, y a la cultura en general. Porque finalmente gracias a Saint Seiyamuchos conocimos de mitología Griega y nórdica, por Ranma, Zenky, y otros nos enteramos de las leyendas chinas; con Capitan Tsubasay Slam Dunkalgunos decidieron practicar deportes, gracias a todas ellas otros optamos por aprender japonés. Todas estas series nos mostraron que el esfuerzo hace posible los sueños y con Sailor Moon, por lo menos yo aprendí que vale la pena «luchar por el amor y la justicia».

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