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Azucena Mecalco
Azucena Mecalco - ViceVersa Magazine

La voz de la censura (Parte I)

Tratemos de recordar…

Era el año de 1996, el boom del anime estaba en su máximo esplendor y en la televisión mexicana se veían todo tipo de series.Estaban en boga Saint Seiya, Ranma ½y desde luego Dragon Ball, sin contar otras series menos populares pero igualmente entretenidas como Mikami, Fly, Dr. Slump, Candy Candy,Sandy Bellque muchos creíamos un remedo bastante burdo de Candy,Slam Dunky Súper campeonespara los deportistas, Zenky, Los justicierosy Las guerreras mágicas para los fantasiosos, entre otras.

En medio de ese apogeo se presentó por primera vez una serie que cambió la percepción y recepción del shojoa nivel mundial: Sailor Moon, que con sus elementos sentaimezclados con las características del shojoclásico aplicadas a un nuevo contexto, donde las protagonistas gozaban de características más acorde a los postulados de independencia y realización, conquistó a hombres y mujeres por igual alrededor del mundo.

La serie no tardó en colocarse como una de las favoritas del público mexicano. Incluso se ganó el favor de los fanáticos de Candy Candyy Flyseries a las que reemplazó en horario. El serial de la sailor scout que luchaba por el amor y la justicia se transmitía de lunes a sábado. Y aunque la serie de «entre semana» iba mucho más avanzada que la del fin de semana, los buenos fanáticos no perdíamos la oportunidad de ver los capítulos atrasados que se repetían los sábados.

Sailor Moonse divide en cinco temporadas, todas ellas con la misma estructura narrativa: un malo que persigue un fin, siempre distinto, pero que desencadenará la destrucción del planeta tierra absorbiendo los sueños, deseos, esperanzas, o anhelos de los seres humanos todos ellos traducidos en energía vital. Aun asíla serie no se vuelve aburrida en ningún momento.

Desde luego todos sabíamos que cuando las cosas se ponían feas y parecía que todo estaba perdido aparecía Tuxedo Mask, o alguna sailor scout de un sistema solar exterior o galaxia lejana para ayudar a la protagonista, y una vez que los esfuerzos de dicho personaje terminaban en fracaso, Serena Tsukino, como se llamó aquí, despertaría un más nuevo y «poderoso poder» que en la temporada anterior y lo solucionaría todo. Era la misma historia doscientas veces contada a lo largo de todo el anime. Sin embargo lo trascendental no era el «qué» sino el «cómo» estaba narrada cada una de esas aventuras que nos mantuvo frente a la pantalla desde que descubrimos que era una chica «perezosa y un poco llorona» hasta el beso final con Darien frente al paisaje que mostraba la ciudad de Tokyo.

Sailor Moonse volvió referente de pláticas y juegos entre quienes tuvimos la fortuna de ser niños en la década de los noventa, e incluso entre los que ya no eran tan pequeños. Sí, así como todos querían ser Seiya de Pegaso y luchar para salvar a Atena, algunos se mojaban con agua fría para sufrir transformaciones y otros más intentaban lanzar un kame-hame-ha,también existían quienes deseaban ser «una sailor scout que lucha por el amor y la justicia y castigar en el nombre… de la luna».

Mas, al contrario de lo acaecido con las otras series, en las que la censura se hizo presente de forma descarada, Sailor Mooncontó con el favor de los justos y los veladores de la moral, que tan ocupados estaban censurando los litros de sangre que el buen Shiryu derramaba por cada poro de su piel, o las exhaustivas batallas del amistoso Goku en el torneo de las artes marciales, sin contar desde luego los desnudos incesantes de Ranma y compañía, que las guerreras de la luna pudieron hacer de las suyas sin ver comprometido su trabajo.

La violencia, los desnudos y las referencias homosexuales eran temas imposibles en los años 90 en México, o por lo menos eso nos mostraban las constantes mutilaciones a Ranma ½, la serie que lo pasó peor en esa época.

Sin embargo cabe preguntar ¿qué es la violencia, cómo se representa y porqué se pretendía erradicarla de las series programadas en horarios doble A?, para empezar, ¿por qué existían ese tipo de contenidos en horarios «aptos para todo público»?

Por principio Japón y México son dos culturas totalmente distintas, no existe la misma concepción de lo que es factible para los distintos públicos de cada país, sus series por tanto están pensadas desde su dasein, desde su propia experiencia en el mundo.

En segundo lugar, en el país de origen del anime, existen series para todos los gustos, desde los más pequeños hasta los más grandes, con temáticas variadas. Pero no sólo se dividen por temáticas sino de acuerdo a un target específico. Surgen pues, por poner un ejemplo, series con temática de repostería que a su vez se subdividen en shojo, shonen, yaoi, yuri, hentai y muchos géneros más. En nuestro país, por desgracia, esa clasificación no existe, y se conserva todavía el oscuro mito de que todo aquello que contenga «dibujitos» es para niños.

Aunado a esa preconcepción aparece un factor trascendental: la economía. En tanto los programas que se transmitan generen un alto rating, reflejado en grandes ingresos económicos, se pueden pasar por alto las normas y la defensa de la ética social,por llamarlo de alguna manera. Aparece así un doble discurso en el que si bien se busca no atentar en contra de los cánones morales establecidos, aunque no diremos si son correctos o arcaicos, se intenta al mismo tiempo lucrar con esa otra parte que desea tener acceso a «lo prohibido». Digamos que las televisoras y hasta el público gustan de lucir como Dr. Jekyll pero obteniendo los beneficios de Mr. Hyde.

En términos teóricos, se venera la idea de la estética Kantiana, pero se consume la estética popular, entendida por Pierre Bordieu como «el lado negativo de la estética Kantiana» (Bordieu, 1998:38), en esta estética, como señala el autor, se re significan todas las imágenes a través de juicios de referencia explícita a las normas de la moral o el placer.

De esta manera, el doble discurso de la censura articulado sobre base del «esta sí, esta no porque no me conviene» se puede explicar de acuerdo a «los límites  de la estructura de posibilidades de beneficio material o simbólico que las diferentes formas de discurso pueden procurar a los diferentes productores en función de la posición que ocupan, es decir en función del lugar que ocupan en la estructura de la distribución de capital específico que está en juego» (Bordieu, 1985:110).

Sailor Moonse posicionópues en el límite entre lo moral y estéticamente aceptable y lo sumamente redituable.En las siguientes entregas explicaré qué factores intervinieron en la presentación de la serie y si realmente ésta fue privilegiada en comparación con otras de similares características.

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