Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

La vida es bella

La vida es bella. Un regalo hermoso de Dios. Un milagro total. “Hay que vivir cantando”, como decía esa negra bendita, llamada Celia Cruz. Es verdad que la vida es un carnaval. Pero tenemos que quitarnos la careta. Vale la pena luchar para ser feliz. En el camino, siempre habrá espinas y asperezas, pero –decía Bolívar- Dios concede el triunfo a los que son perseverantes. El dinero va y viene, así que lo capital es tener salud y felicidad. Está demostrado que lo material no hace a un hombre, ni puede comprar la dicha. El dinero es muy bueno, siempre que tengamos el corazón limpio. 

Yo me crié en una linda casa, ubicada en el Barrio Luis Hurtado, de la populosa zona de El Junquito (Caracas). Fue una casa que regaló mi madre a mi abuelo. No era una mansión, pero el hermano de mi abuelo era el presidente del Country Club. No se llevaban muy bien. Pero para mí siempre fue una referencia mi tío abuelo. Creo en la generación de riquezas, férreamente, siempre que se ponga el espíritu por delante.

Entre los 15 y los 20 años, fui voz líder y bajo de una célebre banda de rock, del under caraqueño. Llovían las mujeres y la fama, pero la caída fue muy fuerte. Me entregué del todo a mis estudios de periodismo en la UCV, y una profesora me dijo un día: “eres el mejor estudiante que nunca ha pasado por esta escuela, pero tengo que reprobarte, porque nunca vienes a clases”. Ja!

Rock and roll yo

Así que renuncié a un futuro de rock star, por el maloliente sopor de las redacciones. No he ganado, ni con mucho, el dinero que hubiera ganado con una banda de rock. Pero mi ejercicio como reportero de política y negocios, me ha llevado a conocer gente fascinante, ha pulido mi hombría, y me llevó a un hotel boutique muy chic, en la zona financiera de Sao Paolo (Brasil), cuando Lenovo me invitó a ver la Fórmula 1.

No quiero pavonearme, ni de lejos. Lo que quiero es remarcar que en la vida a veces se gana perdiendo. La piedra de toque de la crisis mundial, es el materialismo. Todos quieren ser millonarios. Todos quieren viajar en limousine. Todos quieren caviar. Todos quieren hembras deluxe. Pero nadie piensa que el Papa es argentino, viajaba en el subte, y se llama Francisco I, por San Francisco de Asís, un santo rigurosamente austero.

El asunto no es si lo pequeño es hermoso. Pero la Pyme descolla como la promesa de este siglo. Lo mismo que la RSE, y los mercados emergentes. No sé si lo espiritual mola. Pregúntale a Cristo, que murió clavado en una cruz, entre dos ladrones, víctima del poder político de su tiempo, y que al resucitar, tuvo el decoro de apenas tomar un poco de miel y un trozo de pescado. Puro rock and roll.

No sé si lo espiritual mola. Pero nuestra más reciente Miss Universo, María Gabriela Isler, me acaba de decir en una entrevista, que en las alturas de la fama se tiene todo, pero no se tiene nada. Así que dejó los mejores hoteles, y la mejor restauración mundial, por entregarse a la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), con foco en el trabajo de embarazo adolescente.

El mismísimo fundador del Foro Económico Mundial (Davos), Klaus Schwab, declaró frente al crack de Wall Street, registrado en 2008, producto de créditos inmobiliarios chatarra: “El capitalismo, en su forma actual, ya no encaja en el mundo de ahora”. El altísimo vocero abogó por una nueva forma de “responsabilidad social”. No se trata de regalar un puñado de violines, y tirarse la foto, para la página de sociales.

Las fauces de Satán

Al apetito satánico del siglo XX, no le bastaron Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, el Padre Pío, ni José Gregorio Hernández. A la Historia de la Humanidad, parece no haberle bastado el sacrificio de Jesús de Nazareth. Y es que cuando se habla de lingotes de oro, y demoledoras bóvedas bancarias, el esófago del Diablo, parece no tener fin, y se me antoja insaciable, como el lívido de Mick Jagger.

Venezuela, excepción a la norma o no, es un laboratorio de lo que pasa en el resto del mundo. La infausta escalada de nuestra más etílica izquierda, da cuenta de una pérdida de valores de proporciones históricas, báquicas, que se puede parangonar con Sodoma y Gomorra. Todo comenzó en los snob años 90’s, Michael Jordan, y la bala arbitraria por un par de zapatillas marca Nike.

El año pasado tuve el honor de entrevistar, para la sección Líderes, de la revista GERENTE, al Cardenal Jorge Urosa Savino –un hombre valiente y abierto, me advirtió el mismo día mi maestro espiritual, el Padre Carlos Zancajo, LC-, y Su Eminencia me dijo algo que quiero compartir con ustedes, mis selectos lectores de ViceVersa: “Tiene que haber un cambio en la dirección, en la finalidad, de la gerencia económica, para que no se de una especie de catástrofe mundial, de países hundidos en una miseria verdaderamente inhumana, versus países que gastan fortunas en tonterías, como armamento, lujo, yates cada vez más grandes, mansiones cada vez más lujosas, algo absolutamente innecesario para que una persona alcance la felicidad”. Creo que deberíamos decir amén. Say no more.

Hey you,
¿nos brindas un café?