Quien sienta interés por la situación venezolana y no entienda inglés se está perdiendo de algunos de los momentos más lamentables en la historia reciente del periodismo. Se trata de esas situaciones que muestran cómo el rigor investigativo del que se vanagloria dicha profesión es menos serio de lo que parece. Se trata de esas situaciones en que la ideología o línea editorial de determinado medio de comunicación pesa mucho más que la realidad al momento de emitir una información. O incluso de opinar acerca de determinado tema.
En medio de la vorágine acontecida en las últimas semanas con el alzamiento cívico-militar en contra de la tiranía de Maduro, medios de prestigio mundial como CNN, el New York Times, la BBC o The Guardian han diseminado las más insólitas falsedades que distorsionan una realidad imposible de no ver.
Estas han sido las más lamentables.
1 La población está en contra de una invasión. Lo cierto es que este tipo de ideas solo pueden venir o de un preadolescente idealista o de aquellos occidentales izquierdistas que adoran ver al latino como un apasionado salvaje que protege sus riquezas naturales de la codicia colonialista.
Lamentablemente para quienes abrazan el simplismo de esta patética (y hasta discriminatoria) idea, encuestadoras como Meganalisis han demostrado que más del ochenta por ciento de los venezolanos estarían de acuerdo con una intervención extranjera.
No por casualidad a Guaidó se le ha criticado tanto por no aplicar el artículo 187.
2 Que Maduro aún cuenta con gran apoyo popular. Semejante mentira no se puede explicar sin las siguientes dos razones: el irresponsable paradigma periodístico de la neutralidad, y la conveniente pereza investigativa que impera cuando se desea imponer determinadas narrativas.
Si bien las encuestas más confiables apuntan que casi el noventa por ciento de los venezolanos están en contra de Maduro, poderosos medios apuntan que muchos aún lo apoyan, basándose en las marchas y concentraciones convocadas por el chavismo. Aunque parezca mentira, estos periódicos y cadenas televisivas parecen ignorar que la amplia mayoría de quienes acuden a las marchas son trabajadores públicos presionados para asistir, o ciudadanos de zonas populares amenazados por los colectivos armados.
3 Trump no debería intervenir para evitar una oleada antiimperialista en Latinoamérica. En este caso se hace entender que la izquierda no agita la idiotez anti yanqui por estupidez propia o cálculo político, sino porque Washington se lo busca. Pareciera que los medios que emiten esta idea olvidaron que el antiimperialista socialismo del siglo XXI que impulsó Chávez y que penetró casi todos los gobiernos de América Latina fue impulsado por los petrodólares venezolanos y no por un despropósito que Estados Unidos haya cometido en la región recientemente.
4 El socialismo no es el culpable de los males de Venezuela. Y probablemente el nazismo no tuvo nada que ver con el horror del Tercer Reich. Y quizás el comunismo no tuvo relación alguna con la distopía de la China Maoísta o el descalabro de la Unión Soviética.
La razón por la que muchos de los medios más importantes repiten esta mentira es tanto por su línea editorial como por su clara parcialización con los partidos de izquierda de sus respectivos países. Especialmente en un momento en el que dichos partidos se han radicalizado hasta el punto de romantizar el socialismo y apoyar implícita o explícitamente a la dictadura de Maduro.
Los ejemplos más claros son el Partido Demócrata y la figura de Bernie Sanders en los Estados Unidos, así como el Partido Laborista y la figura de Jeremy Corbyn en el Reino Unido.
5 La oposición es de derecha. O los medios son alérgicos a la investigación seria o simplemente reducen determinadas noticias en dicotomías simplistas para enganchar a su público. Al fin y al cabo, decir que la oposición venezolana es de derechas es como decir que la teocracia iraní es mormona.
La cuarta república fue un bipartidismo de centro-izquierda, y la oposición venezolana ha sido una conglomeración de partidos y líderes de esta misma posición política. De hecho, partidos de peso como Voluntad Popular o Acción Democrática forman parte de la Internacional Socialista.
Pero el chavismo vendió la idea de que los adversarios de su revolución eran derechistas reaccionarios, y todos se acomodaron en dicha narrativa. Después de todo, la historia de una revolución de izquierda radical con una oposición de izquierda moderada es engorrosa y no vende.