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Karl Krispin
viceversa magazine

La unión es cívica

En los últimos tiempos en los EEUU cada vez que hay un evento o un curso de participación privada, el director de la actividad pregunta si hay algún miembro de las fuerzas armadas presente. Al aparecer alguno de ellos, los asistentes aplauden agradeciendo su labor en pro de la defensa de los objetivos nacionales. A la hora de abordar un vuelo en cualquier aeropuerto, se le da prioridad a los uniformados. El pueblo de los Estados Unidos confirma un orgullo de saberse defendido por su ejército que dicho sea de paso, está subordinado al poder civil. En cualquier democracia los militares deben obediencia plena a la autoridad civil y a nadie se le ocurre que los militares puedan agredir el principio constitucional que consagra su única función: resguardar la soberanía y la integridad territorial de la Nación.

No puede existir en una democracia algo tan peregrino como una unión cívico militar. Eso sólo existe en los estados totalitarios y ni siquiera bajo el mote unionista sino bajo la imposición militar sobre lo civil. Las democracias son de civiles y los militares son empleados del poder civil. Un cogobierno es imposible. Los civiles no seguimos órdenes ni una línea de mando. Nosotros creemos en la libertad y estamos acuartelados en ella. La República es civil y se nutre del principio de que esta misma libertad sólo puede ser invocada para la realización de las garantías individuales.

Cuando las fuerzas armadas son utilizadas en este planeta en desmedro del mundo civil, estamos ante un Estado negador del individuo. Cuando las fuerzas armadas se las pone a enfrentar a los pueblos, se desarticula el principio unitivo de una nación. Estaríamos ante una guardia pretoriana defensora de tiranías, conculcadora de los derechos civiles y negadora de la Constitución y la ley. Y si esas mismas fuerzas armadas obedecieran órdenes de gobiernos extranjeros, nos encontraríamos ante la disolución misma de la nacionalidad. Contaba el admirado historiador marxista Domingo Alberto Rangel que durante la Guerra Federal, a los conservadores o godos, los ingleses ofrecieron ayudarles con tal de obtener una porción de Guayana. Pero por encima de sus prejuicios de clase rechazaron sentirse traidores a su patria. Quiero cuestionarme sobre qué pensarán los que tienen las armas cada vez que se nos muere un venezolano con proyectiles que sabemos de dónde vienen. ¿Dónde habrá quedado el luto? ¿Dónde vivirá la honor? La protesta civil alrededor de la defensa de la constitución será siempre pacífica y allí está su fortaleza, su futuro y su dignidad: la de contar con la razón que da la palabra y no la violencia.

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