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esteban ierardo

La tolerancia de William Penn y “El Santo Experimento de Filadelfia” 

Por desgracia, la intolerancia sopla en todos los tiempos. Cada tanto, algunos promueven la fraternidad y un espíritu tolerante. Uno de ellos fue William Penn. Penn fundó el estado de Pensilvania, y una de sus grandes ciudades: Filadelfia.

Y William Penn protagonizó una aventura social de tolerancia, igualdad, derechos sociales y pacifismo: el llamado “El Santo experimento de Filadelfia”, o “El sueño de William Penn”, una de las fuentes de la democracia norteamericana.  

Recordar ese “experimento”, aunque fallido en su tiempo, revaloriza hoy una ética tolerante.

William Penn (1644-1718) fue un intelectual y empresario inglés, de religión cuáquera. Los cuáqueros crearon la Sociedad Religiosa de los Amigos o Iglesia de los Amigos. Una comunidad protestante fundada en Inglaterra por George Fox, luego de que Lutero dividiera el cristianismo, en 1517, con su famosa Reforma. Los cuáqueros se llamaban a sí mismos “amigos”, pero se los llamó quakers o “tembladores”, tal vez por su temor o respecto ante Dios.   

Como cuáquero, Penn amaba el cristianismo primitivo. El mensaje de Cristo entendido como amor, comunidad, ausencia de jerarquías, vida sencilla, y un deseo de igualdad que se expresaba, por ejemplo, en un dirigirse por igual a reyes o plebeyos.

Los cuáqueros promovían la libertad de cultos. La legitimidad política derivaba de Dios, de ahí el título de la obra de Penn: No Cross, No Crown (Sin cruz no hay corona), de 1669.

Y para Penn, como buen cuáquero, el contacto con la divinidad era directo, sin sacerdotes ni sacramentos (1); sin necesidad tampoco de la Iglesia Anglicana, la Iglesia oficial de Inglaterra.

Pero Penn nació en una familia anglicana poderosa. En los tiempos del famoso Oliver Cromwell, el Lord Protector, su padre, Almirante de la corona británica, fue exiliado en Irlanda (2). Y a los 15 años, Penn se reinventó en la fe cuáquera. Su nueva filiación religiosa nació cuando fue a París y le desagradó su catolicismo ceremonial y vacío. También se sintió cuáquero cuando estudió en la Universidad de Oxford como becario, y sintió aversión por el racionalismo.

Luego de la restauración de la monarquía inglesa en 1660, Carlos II impuso el anglicanismo como religión única. Penn proclamó su fe cuáquera. Su padre mostró su ira y lo desheredó. Entonces, entusiasta, Penn predicó en Inglaterra, Holanda y Alemania. Lo encarcelaron varias veces. Conoció la poco agradable Torre de Londres. Y antes de morir, su padre se reconcilió con él; le devolvió su herencia; contrajo matrimonio, y escribió tratados contra la intolerancia.

El rey Carlos II tenía con su padre una importante deuda. Por eso el monarca, a modo de pago, le concedió una enorme región entre las colonias de Nueva York y Maryland, en el oeste y sur de Nueva Jersey. Penn recibió una Cédula Real. Por esta, se le concedían poderes casi completos sobre las tierras recibidas, a las que llamó Pensilvania, “el bosque de Penn”, en recuerdo de su padre.

En 1682, se trasladó a América. Luego, al regresar a Inglaterra, promovió una exitosa campaña para atraer colonos. Muchos emigraron entonces a la nueva colonia americana: cuáqueros irlandeses, alemanes, y también menonitas, anglicanos y presbiterianos.    

En su vuelta al Nuevo Mundo, Penn se habrá fascinado con la belleza áspera y poética de los bosques, ríos, montañas y lagos de Pensilvania. Consciente de su rol de colonizador, fundó entonces un poblado que llamó Filadelfia, a orillas del río Delaware. En el siglo XVIII, Filadelfia fue la ciudad más poblada de las llamadas Trece Colonias. La ciudad adquirió gran relevancia, en un plano de igualdad con Boston y Nueva York. De hecho, en 1776 allí se reunió el Congreso Continental que el 4 de julio anunció la independencia norteamericana. Filadelfia se convirtió en la capital original del nuevo país (3).

Y Filadelfia era “la ciudad del amor fraternal”. Su etimología procede de philos (φίλος) “amor”, y adelphos (ἀδελφός) “hermano”. Penn buscaba que la nueva ciudad fuera santuario de la tolerancia religiosa. Así se convirtió en centro de su “experimento” de vanguardia política.

El llamado Santo Experimento (Holy Experiment) de William Penn rechazó toda persecución religiosa. Lo contrario a las otras colonias de origen calvinista y profundamente intolerantes, fundamentalistas y maniqueas. Los calvinistas tenían en Massachusetts su bastión. Desde allí, perseguían a los indígenas por paganos, a las supuestas brujas endemoniadas, e incluso a los propios cuáqueros; es decir, a todos aquellos que no se avenían a la religión decretada por el Estado o el régimen colonial.

Frente a esto, Penn quería la libertad religiosa, que cada quien se manifestara como quisiese y adorara al dios de su libre elección; una sociedad con libertad de cultos y libertad civil, que negaba la esclavitud; cordial y protectora con todos los perseguidos y los nativos. Libertad, tolerancia, compasión. Innovación disonante respecto a la opresión y fundamentalismo que tronaba en su época. El Experimento duró entre 1681 a 1756.

Penn respetaba a los indígenas. Otra actitud de fuerte heterodoxia. Sin obligación alguna, pactó con los nativos un tratado de compra de las tierras que la propia Corona británica le concedió.

La confianza que Penn despertó en los indígenas explica que, como lo decía Voltaire, el acuerdo que aseguró la paz entre cuáqueros y nativos es “el único tratado que nunca se juró pero que siempre se cumplió”.  

La confraternidad con los indígenas era parte de la idea de una colonia desmilitarizada, y del deseo de evangelizar a los nativos. Pero también el vínculo con la cultura indígena consistió en la influencia de la Confederación iroquesa y sus prácticas democráticas en la organización política cuáquera.   

El diseño social del Experimento desplegó una red de derechos políticos garantizados: libertad de cultos y de expresión, comercio libre, propensión a la igualdad social, a la generosidad y solidaridad, el reconocimiento de derechos de la mujer y su integración a la vida pública. La ética antiautoritaria cuáquera se gestionaba a través de business meetings, asambleas basadas en el diálogo, el debate público.    

Al principio, parecía que el sueño dejaría de ser fantasioso cristal para convertirse en palpable realidad. La práctica real de derechos frente a la maldad, el racismo y la arrogancia.   

Pero la violencia erosionó el Experimento. Una serie de crímenes y la posibilidad de guerra con Francia. El gobernador Penn nombró primero a comisarios fuera de su confesión religiosa, con la autoridad para aplicar el uso de la fuerza cuando fuera necesario. De a poco, el vergel pacifista empezó a resecarse. Y nuevos inmigrantes que llegaban a la colonia, muchos de ellos con sus esclavos, y que no compartían el espíritu de la tolerancia e igualdad, contribuyeron también a la descomposición del Experimento.   

Penn murió en 1718. En 1754 estalló la famosa Guerra de los Siete Años. En ese escenario, se dio la guerra franco indígena, el conflicto colonial de Francia y Gran Bretaña por el dominio de América del Norte. El gobernador de Pensilvania se sumó al proceso bélico. En muchos casos, los propios cuáqueros se dividieron en sectas; o los sedujo la prosperidad material y olvidaron así su compromiso con la igualdad.    

La expansión de la guerra, los crímenes, la ambición, la realidad humana, en definitiva, terminó por desvanecer el sueño de Penn. Sin embargo, su legado es intenso: las asambleas cuáqueras como precedentes de la toma de decisiones por consenso; el Experimento como antecedente de la libertad de culto en la Constitución de los Estados Unidos de América, y de un progreso ético a través de la incorporación de derechos y libertades; y la Ley de supresión gradual de Pensilvania de 1780, pionero intento de abolición de la esclavitud en las colonias.  

En el siglo XVII, el sueño de William Penn coincidió con el liberalismo político de John Locke; se asemejaban por una común voluntad de legalizar libertades. Y las prácticas cuáqueras de Penn contrastaron con la arrasadora Guerra de los Treinta Años (16181648), entre católicos y protestantes. Arreciaban entonces las persecuciones religiosas en medio de la caza de brujas y la Inquisición, desesperada por quemar los cuerpos de los que pensaban de otra forma.  

El Experimento de Filadelfia fue también el proceso de una politización liberal de lo cristiano. El vínculo directo con Dios, sin jerarquías ni autoritarismos, anulaba desigualdades entre los creyentes cuáqueros; era el cimiento de una comunidad de libertades sin verticalismos. 

Y el tiempo de Penn era también el reino de las utopías, como la de Tomás Moras o Campanella, a modo de crítica de los males de la sociedad, y el anhelo del progreso moral, pero diferido para el mañana. Penn quiso revertir ese proceso al encauzar la energía utópica en su propio presente.  

Al final, problemas financieros obligaron a Penn a volver a Inglaterra. Allí moriría luego de seis años de padecer una apoplejía. Antes de partir, quizá se maravilló una vez más por los bosques de la nueva colonia, por su río Delaware y otros ondulantes cursos de agua entre árboles, planicies y las montañas de los Apalaches.   

Un árbol sólido y vigoroso quizá atrajo la atención del viejo soñador; quizá se acercó a la firme madera, engrosada por los años de sol y lluvia; quizá apoyó su mano sobre la grandeza del árbol y sintió, con respeto, su solidez, la profundidad de sus raíces. Y quizá habrá sentido la diferencia entre la firmeza de ese gran hijo del bosque, y lo débil y frágil de los sueños de una renovada sociedad por el agua fresca de la tolerancia.   


Citas  

  1. Para el cuaquerismo cada persona tiene dentro de sí lo divino. Una luz interior es lo que los guía hacia la vida espiritual, inspirado en el libro bíblico de Reyes 19 12: “Y tras el terremoto, un fuego, pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego, una voz apacible y delicada”. Esta relación directa entre el alma y Dios fue uno de los aspectos principales de la Reforma Protestante y tuvo importantes antecedentes en algunas herejías de la edad media.     
  2. 2. Oliver Cromwell impuso el único periodo republicano en la vida política inglesa entre 1653 hasta su muerte en 1658. Durante ese periodo fue Lord Protector y lideró el alzamiento parlamentario ante el rey Carlos I, y movió las piezas para su decapitación. En1660 se produjo la restauración monárquica con el ascenso al trono de Carlos II. 
    (3) Benjamin Franklin nació en Filadelfia. Y desde la cultura popular todos recordamos cuando Rocky Balboa, seguido por cientos de niños y jóvenes sube por los escalones frontales del Museo de Arte de Filadelfia, hoy llamado justamente los Rocky steps (los escalones de Rocky).
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