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La tendencia a la esperanza

Muchas obras de arte, muchos trabajos de expresión creativa tienen su origen en algún miedo. Y si es por miedos, en nuestro mundo actual se encuentran por todas partes, tan fácil es tropezarse con alguno de vez en cuando. Nuestro acercamiento instantáneo a lugares lejanos (o no tan lejanos) donde arde un conflicto, causa fácilmente un desasosiego, el cual podría escalar al miedo o al terror. Por lo general lo definimos como el miedo a lo desconocido, a lo que no podemos ver, nuestro instinto de supervivencia se despierta y nos alerta. Pero es innegable que como tema, el miedo sea hoy día inspiración de tantas obras creativas, y causa de tantas consultas.

Siempre recuerdo una pieza en particular, una instalación artística de hace varios años, que había realizado un amigo mío, cuando exponía y aún aspiraba a dedicar su vida al arte. Había fabricado bombas de tierra, cual conitos en forma de helados, o de misiles, con semillas adentro. Habría que lanzarlas después del fin (del mundo), cuando ya no hubiese más vegetación en la corteza. No sé quien quedaría encargado de semejante tarea. Luego construyó una gran jaula, al estilo de aquellas pajareras ambulantes de antaño, pero lo suficientemente grande para que entrase una persona a leer poemas, para otros. Y yo pensaba, ¿habrá alguien que le tenga miedo a un poeta y prefiera oírlo enjaulado? ¿O será que la poesía es como el canto de un pájaro al que deseamos volver a escuchar, y por eso lo queremos en cautiverio? Posteriormente se dedicó a recoger piedras inmensas, y las hacía flotar cerca de las paredes, dentro de las salas; quizás la idea era guardar piedras en casa, por si hubiese que defenderse. Seguramente algunos dirían que este artista era un hacedor de locuras, aún otros dirían que tenía algo de magia. El decía que era escultor. Con sus semillas, más bien parecía un guardián de memorias, para que la Tierra no se olvidase de sus árboles que tanto han resguardado a su fauna. Muchos artistas a través del tiempo han sido percibidos como hacedores de locuras. El hecho es que las amenazas a nuestra inmensa población global, tan presentes a través de nuestra conexión inmediata con cualquier lugar, nos afectan, y nos hacen presentir posibles escenarios de oscuridad. Los aniversarios de acciones deplorables se hacen personales, y ponen a prueba nuestra capacidad de mantener la fe y la esperanza. Nos damos a la tarea de tomar acción, a veces en forma práctica y concreta, a veces en forma poética, a modo de anclar la emoción de vivir libres de miedos, con la sensación de permanencia entre tantas pérdidas. De ese modo, a pesar de todo, seguimos transformando imágenes en otras imágenes, hechos en poesía, y transmutando los temores en algún proceso alquímico de creación. Quizás fuese por eso que mi amigo, con la excusa del arte, buscaba resguardar con sus semillas la memoria, en un futuro, de una zona no recuperable. El miedo a la extinción se neutralizaba así con la esperanza.

 

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