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La salud mental es primordial

La salud mental forma parte de la salud integral, no es un tema aparte de la salud física, como nos han hecho creer. Las presiones de la vida diaria: el estrés, desplazarnos en el tráfico, los problemas económicos, la inseguridad, una alimentación inadecuada y el acoso escolar en los niños, interfieren en el estado de vida saludable. En el campo laboral se busca la productividad, que el trabajador se desempeñe de manera eficiente y en ese contexto los trastornos de salud mental son un estigma que no tiene lugar. Los síntomas que afectan la producción como la depresión, además de vergonzosos, se tienen que ocultar, culturalmente son considerados una debilidad de carácter, un asunto que cada uno tiene que resolver por sí mismo porque de otro modo será despedido.

Cuando le pregunté a una paciente sobre sus actividades diarias, algún pasatiempo, amigas, me contestó molesta: “yo necesito un medicamento para sentirme bien, ya fui con otros médicos y no mejoro”. El exceso de trabajo, laborar bajo presión, cargar con demasiada responsabilidad como ocurre a quien trabaja en los hospitales unidos a la carencia de vida social son disparadores de trastornos mentales y psicoemocionales. Se suma a eso el espacio laboral que alguna vez puede ser geopático: la luz artificial, la falta de oxígeno, las sustancias químicas que son cancerígenas y hasta una silla de trabajo no adecuada, pueden causar enfermedades.

La Secretaría del Trabajo tiene que estar pendiente y revisar que los trabajadores laboren en las mejores condiciones. Sin embargo, existen también otros factores que disparan las crisis y esos factores tienen que ver con la vulnerabilidad de cada persona y su entorno familiar.

La seguridad y confianza en sí mismo, son factores importantes que hay que fortalecer para garantizar la calidad de vida y la eficacia en el trabajo. Es importante tomar consciencia de la vulnerabilidad personal de cada quien, atender su autoestima, combatir la actitud negativa ligada a un sentido de incapacidad y a una desvalorización personal que hace percibir como imposible lograr un mejor puesto de trabajo.

Cuando la depresión se agrava se produce un cambio de actitud, baja la energía, las personas se vuelven irritables, obsesivas, conflictivas, pesimistas; disminuye la producción y se incrementan los permisos para faltar al trabajo. Cuando no se atienden los primeros síntomas, la depresión puede llegar a un punto de crisis aguda que requiera de un internamiento en una clínica psiquiátrica. Según la OMS de las diez enfermedades más frecuentes y de alto costo en la población mundial, cuatro son de tipo mental: la epilepsia, la depresión, el alcoholismo y la bipolaridad. Sin embargo, en México la discapacidad psiquiátrica no es tomada en cuenta como causa para ausentarse unos días del trabajo, por el contrario, un trastorno mental puede ser motivo de despido. Las estadísticas son altas, uno de cada cinco adultos en Estados Unidos tiene un padecimiento de salud mental. Las empresas trasnacionales del área de la tecnología son especialmente estresantes y, en consecuencia, disparadores de problemas de salud, de manera que los trabajadores deberían tener cerca a profesionales que atiendan la salud mental. Me pidieron el diagnóstico de un ingeniero, que estaban a punto de dar de baja, cuando se le disparó una crisis. Recomendé que le dieran una semana de vacaciones. La presión de un proyecto, una semana sin dormir y la mala alimentación habían sido las causas de una crisis psicótica temporal.

La tecnología nos ha traído grandes problemas de salud. No somos robots y para un buen desempeño laboral es indispensable, calidad de vida que significa dormir por lo menos ocho horas, alimentarse de manera adecuada, practicar ejercicio y el fin de semana involucrarse en actividades recreativas. Por último y muy necesario resulta aprender a cuidar las finanzas personales y evitar gastar más de lo que se gana.

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