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La salud mental ante la Pandemia

El mundo entero está sufriendo por la “coronacrisis”, es decir una de las crisis ecónomicas más complicadas de la historia moderna, a consecuencia de la epidemia sanitaria.

Cuando una enfermedad se convierte en pandemia, las personas se muestran preocupadas, con miedo y en un estado de indefensión. Las redes sociales han contribuido al caos, todos son expertos en el tema y discuten defendiendo ideas. Cuando las cifras de enfermos no bajan los políticos culpan a los ciudadanos y restringen la libre circulación. El confinamiento se está convirtiendo en un problema psicológico: “el síndrome de Estocolmo” caracterizado por un estado de confusión, un trastorno psicosocial temporal o permanente similar al que sufren las personas secuestradas. La víctima se muestra comprensiva y benevolente con los secuestradores, el miedo y la incertidumbre la llevan a identificarse con sus ideas. También sucede en personas en calidad de maltrato o privadas de su libertad, tal cual sucede en el confinamiento durante la pandemia. Para mitigar la ansiedad los mecanismos de defensa inconscientes tratan de buscar culpables.

La epidemia inició en China luego se convirtió en pandemia y las personas de ascendencia asiática han sido blanco de críticas y cargan con el estigma de su alimentación. Hay quien asegura que ocurrió porque comen murciélagos y, ya en estado de pérdida de congruencia, cerraron los ingresos de los pueblos y lugares turísticos. Largas filas esperan para identificarse. Cuidado con tener temperatura porque casi los linchan. Son tantas las hipótesis de especulación que ya no sabemos cuál fue la verdadera causa del inicio de este nuevo virus.

En México, los profesionales que trabajan en el sector salud, son blanco de ira y hostilidad, les han tirado cloro en la cara, y los golpean cuando viajan en camión. Seguramente sin las redes la pandemia no hubiera viajado tan rápido, los estigmas se contagian como el virus. Vamos revisando los tipos de personalidad que se encuentran compartiendo en las redes.

La CATASTROFISTA, busca obsesivamente el número de fallecidos en todo el mundo, comparte estadísticas y formas de enfermarse, lava cada cinco minutos sus manos, duerme poco, come mucho. Niega tener ansiedad y asegura que todos vamos a enfermar y pocos se recuperarán, imposible que salga a la calle.

La FELISÓLOGA, desde temprano envía mensajes: ¡Dios te bendiga!, cuando hablan de la crisis, responden que confían en Dios, aseguran que nos está dando una lección por habernos alejado de él. No faltan las cadenas de oración, mensajes del Papa y frases de motivación.

La REALISTA, es pragmática (doctrina filosófica que adopta como criterio la utilidad práctica, identificando lo verdadero). Busca información en fuentes confiables, con respuestas útiles y prácticas, deja de lado los prejuicios y las especulaciones sin fundamento. Los amigos les envían información esperando su opinión para formar criterio, saben que no se deja convencer tan fácilmente. Reconoce cuando se equivoca. Acepta que también padece ansiedad, y no niega que le preocupa la situación económica más que las cifras alarmantes de la enfermedad. Tolera a la Felisóloga, pero no acepta a la Catastrofista, la considera ave de mal agüero, publicista de profecías que regularmente se convierten en autocumplidoras.

Para mitigar la ansiedad de la que nadie estamos exentos, atiende las señales. Identifica cuando empiezas a perder la capacidad de maniobra, busca atención de un psicólogo, en línea o en un consultorio. Trata de llevar un horario sin ser rígido: no te quedes con la ropa de dormir todo el día, señal de que ya te está atrapando la depresión. Evita el abuso de alcohol, es un evasor del miedo, pero atrapa fácilmente en la adicción. Horario para dormir, deja el dispositivo, aléjate de noticias que causen miedo y ansiedad, habla de tus temores con personas que no te juzgan, ejercítate, no hay pretexto, puedes subir y bajar escaleras, o busca rutinas de ejercicio. Ayuda a otros, es bueno sentirse útiles. Busca oportunidades: puedes dejarte llevar por los catastrofistas o, en cambio, se te ocurre un negocio extraordinario. Solo te recuerdo, Carlos Slim se hizo millonario en la crisis del 94 y Vázquez Raña del Grupo Ángeles compró hospitales en situación de insolvencia, pensó que en las crisis se incrementan los enfermos. No pierdas la esperanza.

 

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