Antorcha que ilumina con ardiente personalidad propia; su poesía eleva el espíritu porque no tiene caducidad, semejante a la eternidad. La gran literatura poética, y sus períodos de hoja perenne siempre, luz que ilumina con su grito de amor, libertad y dolor.
Sin género de dudas a pocos debe sorprenderle que en la Rusia de hoy la figura del cruel dictador Stalin, con cálculos cínicos y fríamente elaborados en laboratorio de nostalgias dictatoriales malintencionadas, esté emergiendo de nuevo como redentor y Padrecito bajo la aureola de un nuevo culto a la personalidad de Putin. Todo un calculado montaje por parte de quienes gobiernan que, a medio y largo plazo va recorriendo la inmensa geografía de las Rusias de todas las épocas. Y es que en poco tiempo sus “simpatizantes” parece ser que aumentan con nostalgia de pasado. Naturalmente con una máscara de dudosa democracia y libertades por el momento. Todo un maleficio que planea sobre el alma rusa, un fantasma que extiende su vuelo amenazando con caer sobre las cabezas para volver a vivir de nuevo el doloroso destino de crueldades y culto a la personalidad. Pero ondean los versos desnudos de Anna Ajmátova (Odesa 1889- Moscú 1966),
“Soy vuestra voz, calor de vuestro aliento,
El reflejo de todos vuestros rostros.
Es inútil el batir del ala inútil:
Estaré con vosotros hasta el mismo final.”
Es ella, la magia envolvente de la lírica, aquella que entre pasiones amorosas como mujer de más de un hombre por voluntad del corazón, vivió una época excepcional unida a tantos otros grandes de la poesía y literatura rusa, generación irrepetible, que bien caro pagó con prisiones, torturas y muertes, el amor a la defensa de las libertades y la justicia real para todos. Poesía, amores tan dolorosos como apasionados, el dolor de un hijo, las cárceles y el luto, fruto de una crueldad aterradora frente a su fulgurante y enriquecedora existencia llena de alientos y desalientos.
“La voz eternidad de allá nos llama,
Del más allá con su invencible fuerza,
Y por encima del cerezo en flor.
La luz lunar menguando se derrama.”
El exquisito y atormentado poeta Mandelstan, también fue otra desarbolada víctima del estalinismo. Fue denunciado y arrestado en mayo de 1934 por escribir un poema contra Stalin, al que alude como «montañés del Kremlin»:1
Vivimos sin sentir el país a nuestros pies,
nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.
La más breve de las pláticas
gravita, quejosa, al montañés del Kremlin…
Describió a la Anna Ajmátova como “Un ángel negro con la marca de Dios en la frente”. Corrían aquellas madrugadas de amor y libertad por la ciudad de San Petersburgo en el café “El perro caliente”. Formaban uno de los grupos que alcanzarían la justificada fama de grandes de la poesía; belleza creativa en toda su esplendorosa dimensión. Y con el paso del tiempo cabe preguntarse cómo una mujer que llegaría a sufrir y ser humillada, pudo recordar con esa querencia aquellos bellos tiempos de Paris y Modigliani. El todo de un ser apasionado.
“La mujer que es amada siempre pide más. / La que ha dejado de serlo ya no espera nada.”
A la vida se le puede pedir todo y estos versos son un reflejo sucinto y apasionados, un retrato fidedigno de ella misma, de aquella sensibilidad humana, creadora y lírica desbordante, abundancia y venero de humedad y humanidad que llegaría a abrazar todo el fervor de la Revolución de octubre semejante a otra pasión unida a su vida amorosa.
“Aprendí cómo puede deshojarse un rostro
cómo entre los párpados asoma el espanto,
y el sufrimiento va grabando las mejillas,
como tablillas de escritura cuneiforme.!”
La soñada utopía revolucionaria apoyada con pasión para elevarla al triunfo de una realidad sobrada de justicia en favor de una nueva y única clase. Y allí estaba ella, hermosa y ardiente, envuelta en el misterioso halo de su delirante atractivo por encima de las demás mujeres. Así fue, tan deseada y extraña belleza de la mano de la poesía, envolvente con velos de tragedia, amor y dolor hasta su muerte. Una excelente biografía que nos muestra la desnudez humana y lírica de tan excelsa poeta.