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La oración es todopoderosa

Cristo es el modelo de oración por excelencia. Nos dejó el Padre Nuestro. Sudó sangre en el Huerto de los Olivos. Pidió que se apartara de Él ese cáliz. A lo largo de los Evangelios se ve cómo Cristo se aparta constantemente a orar. La vida del católico romano es vida de oración permanente. María Santísima, cada vez que aparece en Medjugorje (Bosnia), no hace otra cosa que pedirnos oración.

Venezuela no tiene, hasta ahora, ningún santo. Sólo dos beatas, ambas monjas, ambas mujeres: la Madre María de San José y la Madre Candelaria de San José. Digo esto porque la Madre Candelaria tenía una frase muy contundente, con la cual hemos querido titular esta nota: la oración es todopoderosa. Y parece mentira, pero eso es una verdad como un templo. No hay nada que no pueda combatirse con la oración.

De todas las oraciones que pueden hacerse, podría decirse que el Santo Rosario es la oración por excelencia, para el mundo católico. Era la oración preferida de Juan Pablo II y se trata de una oración tremendamente sencilla y hermosa. La promesas que María hizo a los devotos del Santo Rosario, a través del beato Alan de la Roche, son bellísimas, colosales, santas, un verdadero camino de vida.

Get off of my cloud

Yo mismo hago todos los días hora y media de oración. Ducha de agua helada, colonia para bebé, agua bendita, incienso, velón, iTunes Radio, Buddha Bar como música de fondo, y de rodillas: Santa Oración Mode. Tengo un modesto altar doméstico, coronado por una Virgen Milagrosa, que me regaló mi maestro espiritual, y en el tope de la pared, una foto de una nube, del fotógrafo venezolano Francisco Acuña. La nube simboliza mi tesoro en el Reino de los Cielos.

Y es que rezar no tiene por qué ser algo tedioso, ni se trata de un asunto de mujeres, ni de viejas babiecas. Rezar puede ser algo muy divertido, y conozco hombres de pelo en pecho, que son grandes hombres de fe y de oración. Mientras hablo con María, en el Santo Rosario, me pueden venir ataques de risa, o incluso una que otra lágrima puede salir de mis ojos. Es el momento más sabroso del día, el más cool.

El Padre Pío decía que la oración es la mejor arma que tenemos. Hay que hacer de la oración un hábito cotidiano y agradable. Se puede rezar en la ducha, cocinando, en el subte, e incluso en el sexo; un gemido de placer puede ser una singular oración a Dios. Es preciso desmitificar la oración, que ha sido banalizada por los anticlericales de siempre, intelectuales infantiles, que no ven más allá de sus narices.

Existe una oración muy cortita, que sin embargo es muy poderosa: la Coronilla de la Divina Misericordia. Se reza en cuatro o cinco minutos, pero Cristo ha prometido que todo lo que se pida a través de ella, será concedido, siempre que sea conforme a Su Voluntad. Yo rezo constantemente la Coronilla, entre la ducha y la lucha, después de los ejercicios del día, antes de escribir un reportaje. Siempre.

Avenida Alcorta

San Agustín decía que quien canta, ora dos veces. Así que incluso hablo con Dios cuando escucho música, y me pongo a cantar. Hay un fragmento de un tema de Cerati, de la placa Amor Amarillo. El tema se llama Avenida Alcorta, y en un momento dice: “donde estemos juntos, será nuestro hogar”. Cuando rezo la Coronilla de la Misericordia, suelo terminar diciendo eso a Cristo.

La oración es garantía de luz, de amor, de paz, de fe, de felicidad, de confort. Es a través de la oración como nos comunicamos con Dios, que no quiere estar relegado a esa inmensa soledad de la que hablaba E.M. Ciorán, sino que quiere que nosotros, sus hijos, estemos permanentemente en comunicación con Él, que siempre estará abierto a escucharnos, y a regalarnos a manos llenas una vida de excepción.

Escrito está en la Biblia. Ha dicho Cristo: “pide y se te dará, llama y se te abrirá”. Francisco I, nuestro querido Santo Padre, ha dicho que debemos hablar siempre con Jesús, cuando hagamos una cosa buena, y cuando hagamos una cosa mala. Ha dicho que debemos negociar con Dios, tocar a su puerta con insistencia, incluso a riesgo de convertirnos en impertinentes, y sin tener miedo de ello.

“Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. 8 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? 10 ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? 11 Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!”. (Mateo 7:7-11)

Si Dios es amor, también puede decirse que Dios es humor. Así que no tengas miedo de bromear con Dios. A Cristo le encanta que lo hagan reír. Y bromear con Jesús es una de las más eficaces formas de oración que conozco. El flaco –que así le digo yo- es tu mejor amigo, y nadie te ama más que Él. Así que, vamos, no tengas miedo: esta noche búscale la palabra a Cristo. Una vez que comiences a hablar con Él, ya no querrás parar jamás. Será un diálogo para toda la vida. Ya lo verás.

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