Era el año 1942. El mundo se encontraba atrapado en la segunda guerra mundial. Tres años después, el 24 de octubre los representantes de 50 países se reunieron en San Francisco para crear una organización que garantizara la paz.
26 naciones aprobaron la “Declaración de las Naciones Unidas” y se comprometieron a seguir luchando juntas para mantener la paz. El nombre: la ONU, UN (en inglés) fue acuñado por el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt.
Desde su creación ha recibido el Premio Nobel de la Paz en once ocasiones. Hasta dos de sus secretarios Generales, Kofi Annan y Dag Hammarskjold, fueron galardonados por el Comité Noruego del Nobel.
¿Para qué sirve la ONU? Pareciera impotente ante los conflictos internacionales, no logra imponerse y los países actúan sin tomar en cuenta sus advertencias. Algunos dicen que sirve para que los representantes de los países desahoguen sus conflictos. El Consejo de Seguridad es el encargado de tomar resoluciones y obligar a los miembros a cumplirlas. Está compuesto por 15 países, diez tienen el mandato por dos años y se van rotando y cinco son miembros permanentes: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia.
Este año se eligió a México como miembro no permanente por dos años. Las decisiones se toman en función del bien común, pero muchas veces los miembros del Consejo de Seguridad las negocian y adoptan medidas en función de intereses particulares.
Los miembros permanentes tienen poder de veto, así que basta con que uno de ellos se oponga a una resolución para que quede sin efecto. La organización también se vio permeada por la polarización Este-Oeste y las decisiones quedan en mano de los países poderosos.
Haría falta democratizar las Naciones Unidas, esto implicaría incorporar a otros países en el Consejo de Seguridad, como: Brasil, Alemania, México, Argentina, además de permitir la participación de otras potencias medias para que tengan derecho de participar en los procesos de decisiones y que estas sean más transparentes.
La brecha entre intereses particulares y globales es el desafío de la ONU. Su misión es lograr que cada país, para determinados asuntos, delegue el poder en una autoridad que trabaje en función del bien general. Fue creada con el objetivo de evitar otro gran conflicto. Sin embargo, con los años ese objetivo se ha ido perdiendo de vista, ensombrecido por las tensiones mundiales, como el conflicto en Siria.
Hoy día el mundo está luchando contra una pandemia que según todos los análisis generará la peor crisis económica desde la Gran depresión.
Otros temas de su preocupación son el calentamiento del planeta, el hambre, las migraciones que buscan refugio, y la nueva guerra fría entre Estados Unidos y China. Mary Robinson, la primera mujer que ganó la presidencia de Irlanda dijo que la “ONU es más débil de lo que debería”. Mary fue alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Quizás más que nadie sabe que, a pesar de los esfuerzos, no se ha podido poner fin a las prolongadas guerras en Siria, Yemen y Libia, y tampoco encontrar solución al conflicto entre Israel y Palestina que es tan antiguo como la organización. Mientras Trump reniega del costo para mantener la organización y E.U. debilita su posición a nivel internacional, China se va apoderando del planeta. Trump ha fomentado más que nunca la lucha de poder con China. El país asiático otorga préstamos a los países necesitados, como: Africa, Asia y América Latina, y de esa forma amplía su base de poder. La rivalidad entre potencias de oriente y occidente tiene al mundo preocupado.
Eleanor Roosevelt, comentó que el objetivo de la organización era: “evitar un apocalipsis mundial y nuestra mayor esperanza para la paz futura”. Esperemos que así sea.