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La ocasión hace al ladrón

En México el desabasto de gasolina y la lucha contra el robo del huachicol, están al rojo vivo, han dejado pérdidas económicas y humanas. La explosión en el pueblo de Tlahuelilpan, en Hidalgo, quedará en la historia de nuestro país como una tragedia que se pudo evitar. La tarde del viernes 18, los pobladores corrieron al robo de huachicol. Emocionados como si hubieran encontrado un oasis en el desierto. No midieron el peligro, hasta que la gasolina, ahora llamada huachicol, por ser tan flamable explotó rápidamente. Niños y adultos, corrían desesperados prendidos en llamas, “¡Tírate al suelo!” les gritaban. El saldo hasta el momento es de 109 fallecidos. Se espera que la cifra aumente. Me conmovió Doña Paulina quien, al enterarse del fallecimiento de su hijo, exclamó: “¿con quién me enojo? Le agradezco a Dios que me lo prestó 43 años. Le ofrezco su vida para que ya dejen de hacer esto”.

El presidente promete que ya no habrá robos ni de arriba, ni de abajo. No dice cómo. Solo sabemos que seguirán cerrados los ductos y el reparto en pipas será caro y lento. Mientras, el desabasto está lejos de resolverse, las pérdidas económicas y de tiempo ya son insostenibles. Los ciudadanos desesperados emiten opiniones respecto a las víctimas: “qué bueno, a ver si aprenden a no andar robando gasolina. Bueno, están pobres, pero se lo merecen”. Las víctimas, no son los verdaderos ladrones de huachicol. Para entender la tragedia, vamos revisando la teoría de las masas. El grupo, al transformarse en masa posee una especie de alma comunitaria, actúa de forma distinta a como es individualmente. Las características de la masa son: la supresión de la razón, la reacción rápida y emocional y la capacidad para ser influenciada. En las turbas se llevan a cabo conductas inadecuadas y violentas, por ejemplo, los fanáticos de un grupo y los aficionados al futbol. La clave está en el anonimato y la pérdida de conciencia individual que llevan a las personas a tener comportamientos desinhibidos, impulsivos, fuera de la norma. Atacar un delito, no es combatir la delincuencia, el robo de combustible es de lo más rentable, los funcionarios dentro de Pemex, resultaron los mejores maestros. El oro negro que rescató Lázaro Cárdenas, orgullo y patrimonio nacional, se volvió un lastre. ¡Qué diferencia con los Emiratos árabes! Ellos saben que al petróleo le quedan pocos años de vida y están aprovechando los recursos para crear infraestructuras, construir ciudades que heredarán las siguientes generaciones. Estamos pagando justos por pecadores, dice el refrán. Urge volver a nuestras actividades habituales, el país no resiste más pérdida de tiempo, la economía se está tambaleando. Basta de impunidad, exigimos más autoridad, que detengan a los peces gordos y se normalice la venta de combustible.

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