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Laura Polverari

La mayoría de los cubanos sueña con partir

Los carteles expuestos en las puertas de La Habana, llaman la atención de los extranjeros que pasan por allí. “Se vende”. Anuncios que tampoco faltan en otras ciudades de la isla. Y no importa si son viviendas con fachadas semiderruidas o edificios reestructurados con los colores del Caribe.  Muchos ciudadanos desean librarse de ellos y dejar Cuba a sus espaldas. Y con ella, su miseria y una crisis económica que, en los últimos años, se ha vuelto más profunda.

A pesar de la distensión en acto con Estados Unidos – proceso de paz histórico y lleno de esperanzas por el posible fin del embargo – el sueño de la mayoría de los cubanos es partir. Desde el 14 de enero 2013 entraron en vigor la nuevas normas sobre emigración, que se refieren principalmente al derecho de los cubanos de dejar sus isla. Ahora cada ciudadano puede irse por una temporada que va desde los 11 a los 24 meses, sin que el Estado confisque sus propiedades, como ocurría antes. Sin embargo pocos tienen la posibilidad económica de emigrar.

«Muchos quieren salir, así que intentan vender sus casas para reunir dinero y poder comprar un billete de avión. La mayoría se va a Costa Rica o a Ecuador», nos cuenta Rodolfo, obrero de 43 años que trabaja como técnico en un hospital de La Habana. Tal vez no sabe que desde el primero de diciembre 2015 los cubanos deberán tener una visa para entrar en Ecuador. Medida necesaria, según el gobierno de Quito, porqué el País es utilizado como tránsito hacia Estados Unidos. 16 mil de los 40 mil cubanos presentes en territorio ecuatoriano son inmigrantes irregulares.

Nada mejor que alquilar una habitación en una casa privada para comprender la realidad cubana. Se pueden entender mejor las dificultades de un día a día que, a pesar de todo, para quienes viven de turismo es menos difícil. Lo mismo vale para quienes trabajan como mecánico, taxista o barbero, es decir las 3 profesiones liberalizadas tras la recientes reformas aprobadas por Raul Castro.

«Un médico cubano gana una media de 30 dólares al mes. Yo soy técnico electricista y gano 20», comenta Rodolfo. Esto nos hace comprender porqué muchos médicos que dejan la isla lo hacen para siempre. Los operadores sanitarios son considerados un gran recurso para Cuba, desde siempre; desde que, en 1959, los castristas tomaron el poder. Su valor se estima alrededor de 8 mil millones de dólares por año. La participación en las misiones sanitarias internacionales garantiza a los médicos una entrada económica adicional. De hecho, fueron más de 15 mil los que adhirieron a la expedición Ebola en África Occidental. «Cuba está dispuesta a trabajar cerca de todas las naciones, incluida EE.UU, en la lucha contra el Ebola», declaró Raul Castro. Esfuerzo juzgado «impresionante» por el secretario de Estado americano John Kerry. Fueron esas las primeras muestras de una distensión que se iría ampliando en los meses siguientes y el Times pidió dos veces que fuera revocado el embargo, en consideración de la participación de Cuba en la lucha contra el ébola.

Analizando el recorrido de las etapas principales del deshielo, después de 88 años de contrastes, es evidente que el Vaticano tuvo un papel fundamental. Papa Wojtyla con su visita en el 1998, fue el primero en romper la pared que aislaba Cuba del resto del mundo. En 2012, papa Benedicto XVI siguió su ejemplo, y finalmente, gracias al trabajo diplomático de Papa Francisco, cambió la historia. A demostración una vez más que el Vaticano mantiene un rol protagonista en los juegos geopolíticos internacionales.

¿Pero, de verdad Cuba está tan cerca del fin del embargo?

Si Barack Obama, al final de su último mandato, tiene todas las razones – y las intenciones – de acelerar para quedar en la historia de su país, del otro lado, Raúl Castro no parece muy dispuesto a conceder mucho más en temas de derechos humanos y libertades políticas. El ministro de Exteriores cubano Abelardo Moreno, dijo que entre abril 2013 y junio 2014 el bloqueo causó un déficit de 3,9 mil millones de dólares. El gobierno estima en 205,8 millones de dólares la pérdida de entradas por no poder vender ron y puros en el mercado norte-americano. Aunque la mayoría de los actores políticos en juego, incluidas Las Naciones Unidas, piden el fin del embargo, solo el Congreso americano puede abrogarlo.

El embargo está bloqueado por diferentes leyes, la última la Helms-Button de 1996 especifica que su abrogación podría ocurrir sólo si Cuba tuviera un gobierno democráticamente electo y en el cual no estuviera presente ningún Castro. En un Congreso con mayoría republicana como el de Washington, será difícil sortear ese recorrido lleno de obstáculos.

Paralelamente la isla caribeña se está volviendo muy atractiva para otros Países europeos como Italia y Alemania. Son muchos los empresarios extranjeros que están dirigiendo su mirada a Cuba para hacer negocios, y el Gobierno militar necesita inversiones para que la economía isleña salga de la crisis. ¿Quiénes serán los cubanos que gozarán de esta apertura de los mercados?

Probablemente Eusebio Leal, íntimo amigo de la familia Castro, quien hoy dirige Habaguanex, una pequeña holding bajo la cuál gestiona restaurantes, bares y posadas. Situados en el barrio de la Habana vieja, esos edificios están totalmente restaurados por su empresa.

Caminando en este barrio histórico entre los mendigos de la calle Mercaderes, un chico cubano sonríe a los turistas que pasan y los invita a sentarse en el restaurante. «Ayer gané 200 dólares pero los gasté enseguida en una discoteca» dice.  Una tienda de una marca italiana de bolsos aparece cerca de plaza Vieja. El tiempo parece haberse congelado al 1959 y por un momento es como estar en una localidad turística europea.

Bajando por la calle Neptuno desde la Universidad se llega hasta el centro de La Habana. Aquí, «donde vive la verdadera Cuba» nos dicen, parece estar en una ciudad bombardeada. Entre los edificios decadentes, las escaleras tambaleantes y las calles llenas de escombros, hundidos en el áspero olor a plátano frito y gasolina, un grupo de niños juega con latas de cerveza. Idiosincrasias sociales llenas de humanidad que regalan a la Capital un encanto inexplicable. En La Habana el nuevo mundo tiene la mirada tranquilizadora de Papa Francisco, foto que aparece a menudo en las casas junto con las estatuas de Oshún o Yemayá, orishas de la Santería. Mientras en las plazas principales los murales recuerdan que este año es el 60vo de la Revolución, se comprende que el tiempo volvió a avanzar, pero de manera caótica y lenta. Con doble curso, como la política monetaria. En una convivencia forzada entre socialismo y globalización, donde no faltan las disparidades sociales de una economía de mercado.

El año pasado montaron 35 conexiones wifi en 16 ciudades de la isla. «Nuestra vida cambió gracias a internet. Muchos cubanos ahora pueden estar en contacto con los familiares que viven en el extranjero. Pueden saber lo que pasa fuera de aquí», sigue Rodolfo. No es así para todos. Una tarjeta prepago tiene un precio prohibitivo para la mayoría: 10 dólares por una hora. Hoy existe sólo un cable de fibra óptica muy viejo y con capacidad limitada, conectado a Venezuela. Pero los jóvenes encontraron ya la manera de sobrepasar el hueco tecnológico por medio de un sistema casi legal de data-sharing, con el que descargan contenidos en tablet, móviles y pc, con una diferencia de tiempo de pocas horas o días con respecto al resto del mundo. Al principio de este año la compañía telefónica de tele-comunicaciones estatal Etecsa dejará que los cubanos adquieran los servicios domésticos gracias a cables de fibras ópticas de la compañía china Huawei. ¿A un precio popular para todos?

«Aquí todo es de Fidel. Bueno, de Raul. También ustedes que están aquí en Cuba». Bromea el taxista que nos lleva a Trinidad con un mustang verde de 1949. La calle cruza paisajes naturales, plantaciones de tabaco costean la ruta casi impracticable a causa de los muchos huecos que el taxista evita con un slalom de campeón.

Roger está orgulloso de su País. Es castrista. Afirma que la Revolución hizo desaparecer casinos, drogas, corrupción y mafia «Ahora podemos vivir tranquilos. No tenemos mucho, pero sí lo suficiente».  Él también pone todas sus esperanzas en el levantamiento del bloqueo y en la llegada de más turistas norte-americanos. «Sabemos que los procesos son muy lentos pero estamos acostumbrados». 

Por ahora lo único que llegó al pueblo cubano fue el concierto gratuito de los Rolling Stones. Ojalá que la libertad que pueda disfrutar en el futuro no sea solo la de escuchar música rock, si no la de decidir de su vida. Por ahora el devenir tiene tintes de esperanzas en Cuba, tierra incierta, donde pasado y futuro se mezclan y se transforman en un presente histórico.

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