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“La lucha de civilizaciones” más vigente que nunca

¡Qué horror las musulmanas que se tapan la cabeza! ¡Qué asco que en la India las vacas andan sueltas por la calle! ¡Qué desastre el Festival de Yulin en el cual matan a los pobres perros para comérselos! ¡Qué ridículo que en África y Medio Oriente prefieran a las mujeres gordas!

Estoy segura de que han escuchado estos comentarios, los han leído en Facebook o incluso los han llegado a decir.

Este tipo de comentarios no son más que la evidencia del choque de la civilización occidental con la oriental. Esto puede sonar muy al estilo Guerra Fría, pero siguen existiendo matices de opinión y un ejercicio del poder fuertemente marcados por esta línea divisoria.

De una u otra forma hemos sido víctimas y cómplices de este conflicto, del cual muchos son parte de manera inconsciente, por no admitir un pensamiento distinto al occidental. Creemos que nuestros ideales y valores son los únicos, los universalmente aceptados y los capaces de generar la tan anhelada globalización.

El analista político Samuel Huntington publicó “La lucha de civilizaciones” en 1996 y es un escrito que ya citaba un futuro conflicto en materia de seguridad entre Rusia y Ucrania por la existencia de una “línea de fractura de civilización que separa la Ucrania oriental ortodoxa de la Ucrania occidental”.

Cuando hablamos de Occidente englobamos a las civilizaciones europeas, estadounidense, latinas y algunas africanas fuertemente dominadas por la cultura europea (sur de África en su mayoría). Por otro lado, se considera la civilización oriental aquella que engloba a las culturas china, nipona, musulmana y algunas africanas.

De acuerdo con Huntington lo que no vemos es que por un lado esta búsqueda incansable por la integración “es precisamente la que están generando fuerzas opuestas de afirmación cultural y conciencia civilizatoria” y por el otro, no es solamente que el lado occidental busca integrarse, sino que quiere imponer su cultura sobre las demás. Algunas civilizaciones han logrado aceptar la cultura occidental ya sea destruyendo la cultura local o aplicando pequeñas reformas dentro del marco de un proceso de “modernización”. Sin embargo, otra de las respuestas es el rechazo a ultranza.

Este rechazo, a un nivel extremo, se puede observar en acciones de grupos como Al Qaeda, Isis e incluso grupos neo-nazis que se oponen desde ambos bandos a este proceso de integración.

Admito que lo que me motivó a desempolvar mi libro de Huntington (el cual guardo con nostalgia desde que me tocó leerlo en la universidad) fue que me agobió el bombardeo de mensajes y la muestra constante de poca tolerancia a otras culturas. Me molestó el irrespeto a lo que es diferente, basado en suposiciones vacías, carentes de razonamientos.

El resultado de esta ola que te revuelca sin que te des cuenta es la pérdida de la empatía y por ende, la perdida de humanidad.

Rescato el último párrafo del libro de Huntington:

“En los años cincuenta, Lester Pearson advertía que los seres humanos estaban entrando en «una época en la que las diferentes civilizaciones tendrían que aprender a convivir en intercambio pacífico, aprendiendo unas de otras, estudiando cada una la historia e ideales, el arte y la cultura de las demás y enriqueciendo unas las vidas de las otras. La alternativa, en este pequeño mundo superpoblado, es el malentendido, la tensión, el choque y la catástrofe». El futuro de la paz y de la civilización depende de la comprensión y cooperación entre los líderes políticos e intelectuales de las principales civilizaciones del mundo. En el choque de civilizaciones, Europa y los Estados Unidos pueden permanecer asociados o no. En el choque máximo, el «verdadero choque» a escala planetaria, entre civilización y barbarie, también las grandes civilizaciones del mundo, con sus ricas realizaciones en el ámbito de la religión, el arte, la literatura, la filosofía, la ciencia, la tecnología, la moralidad y la compasión, pueden asociarse o seguir separadas. En la época que está surgiendo, los choques de civilizaciones son la mayor amenaza para la paz mundial, y un orden internacional basado en las civilizaciones es la protección más segura contra la guerra mundial”

Aunque se nos presente una solución, muy lamentablemente y para desgracia del Sr. Pearson, todavía no hemos aprendido a convivir en intercambio pacífico. Más bien estamos cada vez más cerca del malentendido, la tensión, el choque, la catástrofe y en consecuencia, de una posible guerra mundial.

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