Como el mundo va tan rápido y cada día aparecen cosas nuevas y extraordinarias, de vez en cuando surgen también nuevas palabras para poder definir tanto avance y tanta evolución. Una de esas palabras es la expresión “influencer”. Según la definición más compartida, un “influencer” es una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema determinado y que tiene una enorme presencia e influencia en las redes sociales. Eso hace que, por un lado, esas personas sean grandes generadoras de opinión y, por otro, que sean muy valoradas y perseguidas por las marcas comerciales. Hoy en día, los influencers tienen tanto poder que incluso pueden hacer variar al alza o a la baja el precio de una acción con un simple comentario en Twitter o Facebook. Incluso aparecen en muchos anuncios de televisión aunque usted o yo no los conozcamos.
Muchos de esos llamados influencers son youtubers. Los youtubers son personas que graban vídeos y los suben a la plataforma YouTube. Si no le suena este concepto, no se preocupe; es lo que su hijo quiere ser de mayor. Aunque esto de grabar vídeos y colgarlos en Internet pueda parecerle una estupidez, no lo es en absoluto. Se cree que los youtubers más seguidos en el mundo ganan -entre lo que generan con sus cuentas en YouTube y los contratos de publicidad- más de 2.500 millones de euros anuales. El Rubius, por ejemplo, que es el youtuber español más reconocido internacionalmente con más de 21 millones de suscriptores, se cree que gana cerca de 2.000 millones.
Los influencers y los youtubers son tan deseados y amados por la masa que incluso las editoriales más potentes les publican sus libros; libros de un lenguaje tan simple que parecen escritos para otro tipo de animales. Si Cervantes o Shakespeare tuvieran hoy 23 años, andarían como unos pobres desgraciados buscando editorial sin encontrarla. Y es que las grandes editoriales han evolucionado tanto que también habría que buscarles otro nombre. Pero si creen que esto es pasajero, están completamente equivocados; el mundo ha cambiado y ya no es lo que usted o yo creíamos que era. De hecho, hace unos meses, la prestigiosa revista “Time” publicó una lista de los “líderes de la próxima generación”. Como no podía ser de otro modo, en esa lista aparecen ya varios de esos youtubers, entre los cuales está el famosos Rubius, un chaval que se está forrando haciendo videos presuntamente graciosos; vídeos que son muy semejantes a las chorradas que usted o yo hacíamos en casa con doce años en Nochevieja pero que tuvimos la decencia de no compartir en público.
Algunos pensarán que estoy dramatizando, que ninguna generación comprende a la que viene detrás, que la juventud es así, que hay que saber reírse, que el mundo evoluciona. Sin embargo, en este mundo actual, con el resurgimiento de los populismos, con el extremismo religioso en algunos países, con la crisis económica que solo pagamos los pobres, en un mundo donde el 1% más rico -entre los que están estos youtubers- posee tanto patrimonio como el resto de la humanidad, donde los casquetes polares están desapareciendo, donde miles de animales se extinguen a diario, en un mundo así, lo que menos necesitamos es a un presunto líder que solo hace mamarrachadas. Y, desde luego, mucho menos, a 21 millones de personas visionándolas en tan solo un minuto. Aunque nunca lo habría imaginado, la invasión zombi del planeta ya ha comenzado.