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La importancia del olfato

Es gracias a la pandemia que le hemos dado importancia al olfato, que, de los otros cuatro sentidos, es al que menos damos importancia. Sin embargo, el olfato tiene mucha importancia en nuestra vidas. Cuando nos alimentarnos, reconoce si un alimento está en mal estado o deleita con su aroma. Las hormonas se activan en la atracción sexual y lanzan mensajes al cerebro a través del sistema olfativo. Las feromonas relacionadas con la atracción y el placer, son imperceptibles. Es un misterio, pero la pareja puede detectar el olor del amado y la madre el de sus hijos. Las hembras de los mamíferos tienen un tiempo de ovulación, que recibe el nombre de estro o celo, durante el cual está receptiva en recibir al macho. Un olor puede traer a la memoria de una persona recuerdos de su infancia, recuerdos positivos o negativos cargados de emoción. ¡Cuántas veces el aroma de un perfume nos conduce a momentos del pasado!

A raíz de la Covid, ocho de cada diez pacientes sufren la pérdida parcial o total del olfato, la anosmia. Es este otro de los síntomas importantes del coronavirus que afecta el sistema nervioso. Unos recuperan el olfato en unos días, otros tardan varios meses o quedan con percepción distorsionada de los olores, llamada parosmia.

Sin embargo, el olfato no lo pierden solo quienes padecen los estragos de la Covid-19. También afecta a quien sufre de cualquier gripa simple, padece de rinitis alérgica debida a los cambios de clima, el polen, la humedad; es fumador, o trabaja con productos químicos o cerca de fabricas con contaminantes.

La civilización, en su progreso, se ha enfocado en el desarrollo de lo racional y de la tecnología. Una visión fragmentaria de subespecialidades médicas ha dejado de lado las condiciones sensoriales por considerarlas subjetivas. Por suerte el premio Nobel de Fisiología y Medicina 2004 fue otorgado a los científicos Richard Axel y Linda B. Buck en el campo de la investigación del sistema olfatorio, reivindicando su importancia.

Valorizar el sentido del olfato no es nuevo. Hipócrates en su legado ecológico de la salud y la enfermedad ya lo había tomado en cuenta. Posteriormente Hahnemann continuó investigando sobre el gusto, el olfato, el tacto, relacionados con las condiciones atmosféricas y analizó cómo afectan a las personas. Los resultados se encuentran ampliamente en los repertorios de las Materias Médicas de la Homeopatía. Como ejemplo en este rubro aparecen: ocena o falta de olfato, olores fuertes al tabaco, al gas, humo, animales, humedad, polvo, a la pólvora, la cebolla, entre otros y los síntomas que causan en los individuos, como: migraña, confusión, rinitis y cambios del estado de ánimo. Cuando las moléculas volátiles que componen el olor penetran en la cavidad nasal, el aroma es captado por el epitelio olfatorio, luego las células receptoras llevan los mensajes a los bulbos olfatorios del cerebro, pasan al sistema límbico, que es el centro integrador de la respuesta emocional, el aprendizaje y la memoria. Los olores generan actividad eléctrica en el cerebro, en el ritmo cardiaco, la conducción de la piel, los cambios en las funciones cognoscitivas como la memoria, el comportamiento voluntario y el involuntario. Además, traen a la memoria los recuerdos vividos y generan respuestas no tan fáciles de controlar. Los animales como: los ratones, los peces, el gato, el perro, entre otros, tienen muy desarrollado el olfato; en cambio en la evolución los seres humanos hemos perdido receptores olfativos. El olfato es uno de los sentidos más enigmáticos sobre todo en el comportamiento alimenticio y en la relación afectiva. Por ejemplo, el olor de la sudoración, la halitosis o mal aliento puede alejar a las personas.

Los olores son detectados por la nariz a través de las células receptoras denominadas neuronas receptoras olfativas (células de Schultz). La importancia que se ha dado al sentido del olfato en la pandemia puede atraer la atención de la medicina oficial, sobre sus repercusiones en la salud y la enfermedad.

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