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La hierba mala

Contaba don Tomás Liscano, que en otros tiempos, cuando era él tan solo un joven estudiante en Yaracuy, en un poblado llamado Pozo Salado vivió una mujer deforme, contrahecha y carente de las mínimas gracias femeninas, bautizada con el nombre Paz.

(Rafael Caldera. Los causahabientes, de Carabobo a Puntofijo. 1992)

No sé si el Foro de San Pablo ha envilecido a la región con saqueos y revueltas, pero sí sé que quiere hacerle ver al mundo que si no los dejan gobernar, si no los dejan apoderarse de lo que creen su propio coto, están dispuestos a desestabilizar a la región. Sé que una congresista estadounidense, a la que no tengo por qué creerle ciegamente, ha dicho que su gobierno no tiene evidencias de que Maduro esté detrás de las revueltas en América Latina. También del recule de Diosdado Cabello, que si bien antes sugirió que ellos organizaban las protestas, ahora se las endilga a la desigualdad social (como resultado de las políticas neoliberales aplicadas por los gobiernos de la derecha). No podemos sin embargo, obviar lo dicho por Nicolás Maduro recientemente sobre la agenda del foro comunista fundado por Fidel Castro y Lula Da Silva. En todo caso, imagino que el mal llamado presidente obrero, y sobre todo el régimen cubano, aspiran a sembrar una paz deforme, como la mujer de Pozo Salado.

La sombra de la barbarie recorre América Latina. Animados con la idea de ser unos nuevos libertadores, los militantes del Foro de San Pablo se valen de las carencias y penurias, causadas en su mayoría por padrecitos y gobiernos populistas, para crear caos, para desestabilizar los regímenes desafectos a su ideología obsoleta.

No por decir algunas verdades, como la obvia diferencia social existente en América Latina (y también en el primer mundo), se es adalid de las soluciones. Chávez dijo muchas verdades, como la exclusión de un sector de la población o la degradación de los partidos políticos, pero distaba de tener una solución efectiva para nuestros problemas. Huelga recordar que decirle a la gente lo que quiere escuchar, como la fritura de adecos, difiere enormemente de ser una solución (razón por la cual no le atribuyo las propiedades mágicas al voto que otros sí, pero eso es tema para otro texto).

Los recientes disturbios en Chile y Ecuador, y por lo visto, los que se avecinan en Bolivia por lo que parece ser una maniobra fraudulenta para evitarle a Morales medirse en una segunda vuelta que probablemente perdería, son pues, obra de una gentuza a la cual le importa un bledo la democracia y aun sus propios gobernados, y cuyo principal propósito es la instauración de un proyecto socialista en la región, o, creo yo más acertado, lo que deviene de su odio reverencial y dogmático hacia Estados Unidos, su destrucción política y económica, aunque tal cosa implique la devastación de la economía planetaria. No olvidemos que son ellos herederos del «Rey de las flores», de esa visión atávica que del mundo y la sociedad tenía Pol Pot.

Una cosa es que la liberalización de los países tercermundistas no puede ser al estilo Lee Kuan Yew o una versión más «light», la de Margaret Thatcher, y otra que para prevenir las revueltas que los efectos dolorosos de ese tránsito se permita la pervivencia de modelos que no solo arruinan a las personas materialmente, sino también espiritual y éticamente.

El norte de América Latina debe ser un modelo democrático, un orden liberal que asegure a sus ciudadanos una calidad de vida similar a la de los europeos o los estadounidenses. Ese tránsito del populismo al liberalismo económico es doloroso, por lo que, para prevenir los ataques de una izquierda tozuda que promete sueños y entrega pesadillas, se debe actuar con cautela. Las personas nos son vacas, no son activos que puedan disponerse… ¡Son seres humanos! Por ello, el diseño del tránsito tiene que calcular el costo político de las medidas odiosas, de esas políticas macroeconómicas que sabemos, impactan dolorosamente a los ciudadanos, o, de otro modo, esa calamidad infecciosa que aun emponzoña a las naciones tercermundistas, y que, sin miramientos, aspira a ejercer el poder político a perpetuidad y de modo totalitario, renacerá como la mala hierba en el campo.

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