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La Gallina fue Primero

¿Nunca les ha pasado que al verse en un espejo ajeno, diferente al que acostumbran a usar al terminar de vestirse, encuentran algo distinto a lo que habían visto antes?

El espejo que cuelga en el baño de visitas de Marina, en su departamento en Chuao cerca de la Carlota, despertó hace unos años como el del famoso cuento de hadas. Al reflejarme en él, me dijo:

—¿Por qué has bajado tanto de peso? No te favorece. Te ves escuálida y esquelética, como a nuestros enemigos políticos les gustaría verte. Tienes estampada ésa misma cara en el pasaporte, eso es suficiente para que desees irte de aquí. Hace poco menos de un año que no te cortas el cabello; estás descuidada, no te ocupas de dormir o taparte las ojeras. 

El espejo me recordó dónde había vivido los últimos ocho meses…

—Justo en la esquina, al lado de la entrada de la casa donde Paco se echa a dormir sobre los restos de cartón que los empleados del abasto(1) le regalan. Un día más y terminas viviendo ahí; y él mismo, el que te dejó los moretones que tienes en los brazos, te lo ha dicho: en ésa casa no preparan “señoritas para modelar”, eso es un prostíbulo.

…. Y, el espejo insistió:

—Te disfrazas de niña descuidada de clase baja; pero, los hombres y las prostitutas del área te reconocen fácilmente. Lanzan su mirada amenazante: “tú no perteneces aquí. No tengo lo que tú tienes”

Y es cierto, el gobierno les prometió tenerlo pero nunca se los cumplió: una casa digna, alimento suficiente para una familia, seguridad o —al menos— un trabajo… esas cosas que el dinero sí compra; ésas, las que nunca faltan en un discurso de un candidato presidencial o las que Marx decía que no podían seguir perteneciendo únicamente a la burguesía.

«¡Burguesa…. sifrinita(2)…!» ¿por qué tus papás y tú viajan a Disney dos veces al año? «No te dejarás vencer, debes comprobarle a esas niñas, con las que ya no estudias ni ves, que tú no eres lo que dijeron. ¡Ni que los espejos hablaran!.

Tu hermano dice que nunca mantienes una relación, tu mamá insiste que tener pertenencia es importante, lo reiteran hasta la fecha. Además, sentirse perseguido es herencia familiar, es natural aunque sea difícil explicarlo en la entrevista para que te autoricen el asilo».    

Desde que vives en el exilio cada vez que viajabas a Caracas te veías en un espejo diferente. El clóset eran tus maletas…

La emigración siempre ha sido un acto de Fe: Ciegos por la convicción creemos que al final del camino llegaremos a un lugar donde el fiel y el bueno de alma entran y viven entre nubes, esta vez para alcanzar el sueño americano (3).

¡¿Qué hicimos para que terminaras aquí?!, gritaba mi madre reteniendo las lágrimas y arrastrando mis maletas con la dignidad que sólo ella conoce. ¡Nunca más! Si vas a irte, vete a un lugar mejor! Nunca he vuelto al reflejo donde un hombre era mi pertenencia. Mi hogar no es un país ni un estatus de emigración después de que me negaron el asilo. Tampoco es un lugar que las dictaduras pueden mandar a saquear o allanar. Mi hogar no podrá ser detonado por una bomba nuclear, a menos que yo active la detonación. 

«¿Cómo puedes decir eso?» —me digo— «a tu mamá le robaron ése lugar en las urnas electorales». Asimismo roban dinero como cambian la nacionalidad de los sueños e invaden espacios que deben mantenerse privados.

  «¿Qué tengo yo que ver con ésta mujer que me crió? Una niña católica calladita, a la cual mi abuela le regalaba creyones y ella dibujaba florecitas alrededor del margen de cada hoja de los cuadernos del colegio. Pasó del silencio a ser militante de la Juventud Comunista para terminar viviendo en el Capitalismo. Carmen María decidió despertarlos, a ella y a sus hermanos, a kilómetros de su papá porque le descubrió una infidelidad. Si mi abuela supiera… siglos de historia refuerzan el derecho del hombre al adulterio. En la Grecia Clásica las mujeres eran regresadas al hogar de sus padres si eran adulteras, pero en cambio los hombres tenían permiso para acostarse con esclavos, esclavas y/o prostitutas… al caer en temas complejos ¡cómo pierdes el hilo de la historia!».

Persisto en el tema que por horas me abstrae del presente: ¿qué tengo yo que ver con la mujer que a la edad que yo emigré a los Estados Unidos estuvo dispuesta a convivir dentro de un uniforme militar y dormir abrazada a un fusil?. Ella pensó que podía cambiar el mundo —como tú —pero ella sabía desde entonces que sí pertenecía a un país llamado Venezuela, a una realidad lejos de las redes sociales donde la Unión Soviética era ejemplo de ése Paraíso (4) que pensamos conseguir al emigrar. 

Hace una semana me senté ahí, en una de tantas plazas tan enormes y tan bien mantenidas que dejan de ser acogedoras. Uno de los hombres que conocí por internet me preguntó: ¿cuáles son tus valores? El único valor indiscutible que tengo es la lealtad —respondí sin pensar—. Él dice que la lealtad es peligrosa, que serle leal a una persona es muy parecido a la adoración por un dios. Yo que me considero atea comencé a pensar entonces: ¿Cómo adoras a un hombre que pocas veces ves?¿te guarda él la misma lealtad?¿es tu dios? Tu lealtad es fe ferviente que el agua no disipa; si a caso la corriente llegase, se adaptaría a su forma.   

Tu mamá supo de amores como ése. A su lado dormía en la montaña a la que el partido (5) y su ideología los enviaron. Él era el jefe del destacamento. Ella no se atrevió a tener sexo con él. Intercambiaban cartas que escondían poemas. Él la arropaba con los mismos ideales y valores… total, una adolescente de dieciocho años en los años sesenta se sustenta con eso. Tuvo que continuar la marcha y ella lo esperó sin decirlo, sin hacer más, hasta que las noticias llegaron meses después:

Su amor había sido lanzado vivo de un helicóptero. Más tarde fueron las estatuas que reemplazaron a las virgencitas católicas las que cayeron de su altar junto al Muro de Berlín. «Así que los sueños y las lealtades parecen cambiar». El joven que conocí en la página de citas online continúa la conversación, yo no le presto mínima atención.   

«A diferencia de ti, que tu mayor acto de valentía ha sido desear que te interroguen, que te torturan para demostrarle tu fidelidad. La lealtad y la fidelidad recorren caminos estrechos; Natalia, debes recordar que a él no le gusta eso de la fidelidad.»

Así entendiste cómo tu mamá pasó de católica a comunista; los saltos de una religión a otra son comunes. Ni a él ni a un dios, ni siquiera a Stalin, hay que verlos para creer y luchar por ellos.   

La emigración al Norte está congestionada. Mis padres renunciaron a sus capas de superhéroes sin colgarlas, vinieron sin volar y sin trabajo. Pocos hombres te preguntan hoy por valores —deberías prestarle atención al joven con el que estás— pero tampoco es como el que adoro que me los exige; la mayoría cree defender su libertad al pedir una relación abierta (6) y al fin logramos que volviera la era del anti-matrimonio. Las feministas les damos espacio a nuestras parejas para hacer lo que muchos hicieron a escondidas, ser infieles; la diferencia es que ahora tienen nuestra autorización: ¿inteligentes?¿modernas?¿evolucionadas?

Cuando mi mamá se fue —obligada— a Valencia la acompañó su capa y su seguridad de que algo cambiaría. Pocos años después se fue a las guerrillas, donde comió lo que escasamente le traían, donde dio su vida por lo que aún no llegaba ni llegó. Es que las verdaderas revoluciones (7) no necesita pan, políticos o montañas, necesitan amores incondicionales (8).   

Las tradiciones nos amoldan, como los zapatos amoldaron los pies de las chinas. Al igual que los guerrilleros no estamos haciendo revolución: hace décadas el matrimonio tampoco era importante, no había palabra para ése, en aquél entonces, inusual acuerdo; seguramente para la lealtad siempre hubo palabra así fuese ilegible, pero sigue sin estar de moda. Si el compromiso y los amores incondicionales no son tendencia actual: ¿lo revolucionario sería casarse?

Yo lo dije, la gallina fue primero que el huevo que germinó, porque para existir ella primero pensó (accionó). Aunque me convierta en geisha, en ferviente religiosa o me atrape un hombre inmerso en la política, mi lealtad es leal sin vértigo a caer del Cielo (9). ¿No sería ésa una mejor revolución?

“Lo que a unido Dios que no lo separe el hombre.” Amén.

Aquí sí pasó algo (10), una madre. A quien le dedico este escrito.

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[1] Abasto: m. Provisión de bastimentos, y especialmente de víveres.

[2] Sifrina: 1. Persona que tiene y ostenta bienes materiales y de moda, pero tiene bajo nivel espiritual e intelectual. 2. Dicho de una persona, que ostentosamente pertenece o simula pertenecer a una clase social pudiente.

[3] El sueño americano: Hoy, esta idea expresada por primera vez en 1931 por el historiador estadounidense James Truslow Adams, se refiere a que la prosperidad depende de las habilidades de uno y de su trabajo, no de un destino rígido dictaminado por la jerarquía social.”

[4] Paraíso: “Cielo, lugar en que los bienaventurados gozan de la presencia de Dios.”

[5] Partido Comunista.

[6] Relación abierta: es una relación, unión libre o matrimonio respectivamente, donde ambas partes acuerdan tener permiso para tener relaciones sexuales fuera de la pareja, sin considerar esto como una infidelidad sexual.” (Wikipedia)

[7] Revolución: Cambio importante en el estado de las cosas o del gobierno.

[8] “Para Feuerbach como para Hegel, (el amor) no es más que el amor puro, absoluto, sin agregado, sin distinción entre el amor divino y el humano”. (Dicc. de la Filosofía, Nicola Abbagnano.

[9] Cielo: En este caso la autora se refiere a la definición del cielo para los cristianos, lugar donde se goza de la presencia de Dios; paraíso.

[10] Referencia al bestseller de la escritora Ángela Zago, “Aquí no ha pasado nada”.

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