“Él, como yo, debe saber que tú eres de esas mujeres con las que uno se acuesta y luego analiza por horas el “polvo”1 que acaban de echarse. Les deseo suerte, pero tú nunca serás su pareja oficial”; sentenció.
Hay dos tipos de mujeres, al menos: las que se preparan para el día de San Valentín en la peluquería, acomodándose como la princesa de los cuentos de hadas que le enseñaron a ser cuando eran niñas; esperando las rosas y el peluche. Y las que aprendimos, de adultas, que el día de San Valentín es una excusa más para el comercio, y ¿por qué no?, practicar en la ducha -introduciéndose el dedo angular y el del medio a la boca, masajeándolos circularmente con la lengua- mejorando la técnica del fellatio2, porque, hay dos tipos de hombres: los que les gusta el sexo oral y lo reciben, y los que les gusta el sexo oral y les enseñaron a dar flores y peluches a cambio sin asegurar su coronación.
Ellas, las oficiales; limpian la mesita y colocan el florero para las rosas, sin aventurarse a conocer –abiertamente- al hombre que se las regala. ¿Su deseo?, un hogar conformado por niños y perros, donde ninguno de los anteriores le ensucie el mueble por el que pagó, con la tarjeta de crédito del marido, dos mil quinientos noventa y nueve dólares en Crate & Barrel. No obstante, un estudio realizado en España, certifica que el 98% de las mujeres encuestadas dicen que no se casarían con un hombre sólo por dinero.
¿Quieres ser mi “Valentine”?
“Valentine” deriva del latín “valens” que significa valioso, fuerte, poderoso. Hoy en día, hombre adinerado, que asiste habitualmente al gimnasio y es dueño de una empresa u ostenta un puesto de poder. Pero, como algunos de ustedes saben -a diferencia del “Valentine” moderno- el hombre que parece haberle dado nombre a la festividad, era un santo; un médico que decidió convertirse en sacerdote y que, a escondidas, casaba a los soldados que querían contraer matrimonio. Los soldados tenían prohibido casarse puesto que, se pensaba, arriesgarían menos sus vidas preocupados por el futuro de sus respectivas esposas si llegaban a morir en combate. Por lo que, el emperador Claudio “El Gótico”, el 14 de Febrero, liquidó al primero de los tres mártires ejecutados en el año 270 en nombre de la guerra y no del amor.
El color de San Valentín: ¿Rojo sangre o púrpura prostituta?
Otras lecturas señalan que el día de San Valentín remplazó una festividad pagana celebrada en la antigüedad, del 13 al 15 de febrero, que buscaba prevenir espíritus diabólicos y purificar la ciudad, atrayendo salud y fertilidad. Celebración baja en calorías y mucho menos azucarada que la actual, donde se sacrificaba a un perro y a un macho cabrío –animales que eran considerados impuros- para devolverle la fertilidad a las mujeres estériles en el reinado de Rómulo y Remo. La sangre del sacrificio les dejaba la piel de color púrpura a las mujeres, color que representaba a las prostitutas de la época. Se dice que, de este mismo color, Helena de Troya se vistió para ofender a su marido Menelao. Vestimenta que, supongo, Helena eligió, luego de sufrir del síndrome de Estocolmo cuando se enamoró de Paris, su “raptor”, colaborando con la trifulca o la llamada “Guerra de Troya”.
Blaise Pascal y el concurso millonario
Si Nelson Mandela y Blaise Pascal jugaran hoy al concurso millonario, Pascal sería eliminado en la primera ronda.
Animador: ¿Cuál de las siguientes frases célebres considera correcta?
“El corazón tiene razones que la razón no entiende.” –Blaise Pascal
“Una buena cabeza y un buen corazón siempre son una formidable combinación…” –Nelson Mandela
Pascal, confiado de su proeza poética, elegiría la respuesta “A” y los antiguos egipcios hubiesen estado de acuerdo con él. Ellos pensaban que el corazón era el centro de las emociones humanas pero nosotros, los que construimos la historia moderna, sabemos que el corazón surte de sangre al cuerpo, mientras que, el cerebro, es el verdadero causante de nuestros antojos de “amor” e instinto reproductor. Gracias al cerebro podemos tener conversaciones estimulantes antes y después del “polvo”.
Feliz día de San Valentín y… ¡a practicar!