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La farsa del #Hetoo

Alain Delon, -aunque ya ni pisa un set de filmación con sus 83 años, aún actor emblemático del cine francés-, se tomó la molestia de hablar sobre #MeToo, en reciente entrevista del 21 de septiembre que le hiciera Le Monde.

Icono de la seducción desde la década de los 60’s, Delon, conocido por el desparpajo y franqueza de sus opiniones, -tan propias de aquellos años-, ha mantenido su garra verbal a través del tiempo. De suerte que apenas tiene la oportunidad del derecho de palabra, se esmera en criticar la producción cinematográfica actual o con elocuencia controversial, opina sobre política, que no es lo mismo, pero parece igual, ficción de película de terror. Sin embargo y extrañamente, del MeToo, no había dicho nada, a pesar de tener tanto currículo en el asunto de las carnes.

«El acoso sexual no nació con Harvey Weinstein», dijo, ¿como revelando, iluminado, una gran verdad oculta o de alguna manera, disminuyendo la envergadura de la responsabilidad culposa de Weinstein? «Con Weinstein surge la cuestión de la autoridad. Él es el jefe, tiene doce secretarias, tres de las cuales lo excitan. Podía tal vez por eso merecerse una trompada. Pero, más allá de eso, no podemos negar que si bien hay mujeres que te arrojarían una maceta de flores sobre tu cabeza a la menor insinuación, hay otras que aceptarían la propuesta»… o sea que ¿tocar no es entrar? ¿La podemos agarrar por el “pussy”, porque aun si nos abofetea, siempre existe una gran posibilidad de que lo que pasa es que ella no sabe lo que quiere, o está jugando a que insistamos?

Esta declaración de Delon pone en bandeja una reflexión que se hace cada vez más urgente pues pareciera no estar siendo tomada en cuenta a la hora de la discusión del abuso versus la seducción. Una discusión que, en favor del hombre que no abusa, -que no son pocos-, se hace de argumentos en base al peligro que representa reglamentar los códigos amatorios por curar el abuso en nuestra sociedad patriarcal, pues esto podría socavar de manera terrible y lamentable, la espontaneidad animal en el juego de la seducción.

Y es justamente a propósito de esa discusión que vale acotar lo sumamente importante que es entender que todo el asunto parte de una comprensión perversa de lo que somos las mujeres: no solo receptoras del deseo masculino y por eso solo habilitadas para decir sí o no, sino que deseamos, activamente también. Tanto y mucho. A partir de esa noción fundamental se podría entonces entender que en el juego de la seducción no se trata de tocar sin permiso, a ver si cae, sino que se trata de un diálogo, que surge posible a partir de dos voluntades, una interacción de dos deseos, y esa interacción es lo que da lugar a las miradas, y permite llegar tal vez a las caricias, meas allá, a los besos, y demás amores y goce mutuo. Quiero decir que se trata, ante todo, de empezar a reconocer que las mujeres deseamos. ¡Eureka!

Volviendo a Delon, símbolo sexual desde “La Piscine”, podemos suponer que el acoso es un tema que él ha de conocer bastante bien. Los suntuosos labios del cine francés que han desencadenado todas las pasiones y el deseo de tantas mujeres desde muy temprano, se abrieron para revelar que él mismo había sido víctima de acoso sexual: «Puedo decirle que fui acosado cuando era más joven. Dos o tres mujeres me cayeron encima. Pero yo… no fue que lo acepté: ¡estaba feliz! … y no llamé a la policía».

Sin comentar la amarga decepción que producen las declaraciones machistas de Catherine Deneuve contra el MeToo, a pesar de sus parciales excusas posteriores, ni de lo turbio que ha llegado a ser el caso de Asia Argento que después de reventar el escándalo Weinstein es acusada de ser la causante del suicidio de su novio Anthony Bourdain y de acoso sexual y compra del silencio de un menor Bennett que ahora pide 3.5 millones de dólares para curarse del trauma… ni hablar de la escandalosa juramentación de Kavanaugh… ¿y qué decir de un juez de Nueva York que anula uno de los cargos contra Harvey Weinstein por encontrar “inconsistencias” en los testimonios? Este cinismo de Delon entra en esta lista oscura, como una burla más que se emparenta con la impune continuidad del acoso.

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