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La falta de autoridad

Algunas líneas sobre la democracia de la que tanto cacarea el presidente López Obrador. El siglo XXI no inventó ideas nuevas, tomó las del siglo XX: el comunismo, el socialismo y el liberalismo, modelos que nacieron de las revoluciones inglesas, americana y francesa. En el transcurso de la historia se probaron todos los modelos, pero en México, en lugar de avanzar hacia más democracia, pareciera que nos están preparando para la dictadura. Vivimos cambios, pero no son progresos. El cambio que, en varias áreas, ofrece el gobierno del presidente López Obrador es más bien un retroceso. Se está apoderando de los negocios que surgen de la iniciativa privada, de los empresarios que son los que pagan impuestos, de los bancos, la universidad, los programas sociales, la aplicación de la vacuna, de los bienes confiscados a los narcotraficantes que regala por medio del ejército, de las empresas constructoras, de la energía y hasta de la venta del gas.

Casi a diario escuchamos a AMLO, en las mañaneras, hablar de democracia, pero ni siquiera entiende de qué se trata. ¿Qué es la democracia? La definición más simple; el gobierno de las mayorías. Entre los sistemas el de la democracia, en teoría es lo ideal, pero la democracia no se logra por decreto, y por esa razón, en la práctica es el más complicado, se requieren varios valores, una sociedad educada, que aprendió a ser responsable, independiente.

No puede haber democracia sin organización social, sin respeto, responsabilidad y sin tolerancia por las diferencias. La democracia no significa esencialmente lograr un equilibrio entre fuerzas antagónicas sino en la capacidad de favorecer su integración. Una sociedad se vuelve democrática cuando reconoce su unidad y sus conflictos internos. El objetivo de una sociedad democrática es conciliar la mayor diversidad con la participación del mayor número de instrumentos y beneficios de actividad colectiva.

La democracia ya no tiene que ver con el uso griego de la palabra de hace 25 siglos. La de hoy en día, esa que nos quieren proponer los líderes populistas, favorece la demagogia, alienta la alabanza, depende del poder de los oradores, hábiles narcisistas en la tarea de alabarse. Otro de los factores indispensables para la democracia es la libertad de expresión, el derecho de todo ser humano a expresar sus opiniones sin temor a represalias. La falta de este derecho es propia de los gobiernos totalitarios, de las dictaduras como las de China, Rusia hace unos años, Venezuela, Nicaragua actualmente y Cuba que parece que avanza, pero van muy lentamente.

La libertad de palabra está amenazada en nuestro país. El presidente López Obrador solo quiere escuchar a los que lo alaban, critica todos los días a los medios de comunicación y a periodistas y lideres de opinión a los que considera sus adversarios. Repite continuamente que en nuestro país hay democracia, pero ni sus funcionarios se lo creen. Los invita a su conferencia mañanera para tenerlos de espectadores. Al hablar se deja llevar por sus instintos, usa el mismo estilo beligerante que le conocemos como eterno candidato, promueve ideas del pasado, que tanto critica, las de los gobiernos paternalistas.

Un verdadero demócrata respeta la libertad de opinión, no bastan sus votaciones a mano alzada o las consultas populares, ensayo y error como la que acabamos de pasar. El resultado fue un fracaso con alto costo ante tantas necesidades. La falta de sensibilidad la demostró al inicio de la pandemia, imposible olvidar su frase lapidaria: “la pandemia nos cayó como anillo al dedo”. El control de la salud y las vacunas, le cayó como anillo al dedo. ¡Qué irresponsabilidad hacia los miles de fallecidos!.

Para levantar el rating de la mañanera, en plan de candidato en campaña, se le olvidó la investidura presidencial en desprestigio para nuestro país. Lo que sucedió en Chiapas con la CNTE, ese grupo de pseudo maestros que hace lo que le da la gana, como por ejemplo, tomar las vías de comunicación sin que los castiguen por sus fechorías.

El presidente nos mostró una escena grotesca digna de la película “la dictadura perfecta”. La interpretación de este ensayo y error lo deja muy mal parado ante la opinión internacional, muestra un país sin Estado de Derecho, con el daño a la imagen de la Secretaría de defensa, desprestigio de los militares que no cuidan ni al presidente, ahuyentan al turismo y a las inversiones. La pregunta que nos hacemos los ciudadanos es: ¿Quién podrá defendernos?

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