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Graciela Pantin

La estética del despojo

Los Monumentos del Socialismo del Siglo XXI

Estamos viviendo la estética de la profanación. Nuestro entorno natural está siendo contaminado por la quiebra moral del país.

Venezuela está sembrada de pruebas del asalto a las arcas nacionales, del soborno y el tráfico de influencias contabilizados en sumas multimillonarias.

El paisaje nacional ha sido profanado por la erosión del engaño, reflejando la decadencia del sistema de gobierno que lo ha poblado de pruebas indudables de la corrupción.

Silos abandonados al óxido, casas convertidas en promesas vacías, canales de riego invadidos de maleza, puentes que no unen, sueños traducidos en pesadillas, ilusiones de progreso transformadas en rutas de pobreza.

Hace algunos días leí un artículo en The Wall Street Journal que reportaba las esperanzas enterradas, de las inversiones de Odebrecht en Venezuela y sus resultados a la fecha. WSJ: El escándalo de la brasileña Odebrecht sepulta varios sueños en Venezuela

El artículo alcanza, en breves líneas, a demostrar el corrupto manejo de los contratos entre la Odebrecht y los gobernantes e intermediarios nacionales. Sin embargo debemos aclarar que hacen una errada atribución a la actual Gobernación del Edo.Miranda cuando lo que denuncia ocurrió en la anterior gestión, siendo Gobernador Diosdado Cabello.

Las fotografías que ilustran el trabajo periodístico, hablan tan fuerte como los números que lo sustentan.

El impacto que ha legado esta cadena de robos es de tal crueldad que ha abatido no sólo los fondos nacionales desparramándolos entre manos criminales y corruptas sino que, además, ha dejado heridas y cicatrices en los espacios físicos, donde lo convenido prometía importantes obras de infraestructura en diferentes puntos estratégicos de Venezuela.

Este asalto nos lega la imposición de una nueva estética visual del entorno violado al reproducir imágenes que hoy son testigos visibles del desguace de que hemos sido objeto.

Las imágenes de un paisaje que se quiebra, que se interrumpe ante columnas sembradas en el río, erigiéndose como agresivas vigas ociosas.

Las ruinas abandonadas de los proyectos a medio hacer, impactan tanto como las cifras en manojos de dólares intercambiadas en la depravada contabilidad de las cuentas nacionales.

La corrupción, los sobornos y el engaño no solo han quebrado nuestra economía sino que se han infiltrado en el paisaje como testigos silentes que permanecerán resistiendo al olvido de las violaciones de sus espacios.

Entre las estructuras abandonadas se enredan plantas y la casas olvidadas albergan patéticos vacíos.

Construcciones dispuestas en línea que fueron la prometida esperanza de la población vecina, hoy guardan sus muros sin ventanas, puertas sin piso, paredes que sostienen huecos y techos perforados. No tienen quien las reclame. Están torcidas. Han sido vejadas.

Y así permanecerán como mojones marcando la ruta del abandono por el dinero recibido, el contrato ennegrecido por el traspaso sudoroso de los billetes.

Estética que hoy documenta y testimonia el robo de su ánima.

¿Qué nos queda?

Abrazar y preservar esos testigos del rapto de nuestro entorno, de la tierra que ha sufrido una violación estridente y que aún se resiste a la decadencia.

Denunciar el opacamiento de la historia de esta estética del despojo.

Recordar siempre el asalto que nuestra patria ha y está sufriendo, manifestado en estas víctimas abandonadas de la barbarie de quienes han abatido formas de vida natural, los nuevos gorilas que no solo han aplastado a nuestra economía sino también nuestro entorno natural y las esperanzas en el futuro de sus habitantes.

Mas, así como la naturaleza se resiste, así superaremos esta barbarie asesina.

Salvajes ellos quienes tienen el lucro convertido en bandera, gobernantes, ciudadanos y funcionarios que han perforado el alma de Venezuela que han horadado su faz pero no su corazón.

Resistiremos.

Sobreviviremos.

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