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carlos yusti

La escritora y gurú Conny Méndez

A través del correo recibí la célebre portada del disco El sargento pimienta y el club de los corazones solitarios de los Beatles. Portada que a lo largo de los años ha influenciado a muchas otras carátulas discográficas; aparte de los tributos, plagios e imitaciones a la que, sin piedad, ha sido sometida. Me llega una parodia, algo chapucera, con escritores y poetas. El artista que “perpetró” esta nueva versión de corta y pega debe ser de la ciudad de Valencia ya que dominando todo el conjunto se encuentran los cuatro poetas más destacados de dicha ciudad.

Aparte de uno buscarse, a ver si a uno lo tienen por escritor, la parodia no sirve para otra cosa. No obstante lo que llamó mi atención fue el jardín de flores. En la carátula original de Peter Blake, basada en una idea de Paul McCartney, cuya concepción en principio era uniformar a los cuatro miembros del grupo como una banda militar y como fondo una pared con los retratos de sus héroes, hay una especie de jardín con algunas flores y pequeñas palmeras. En el jardín, colocados aquí y allá, hay varios objetos. En el retrato de los escritores está el jardín, pero con algunos objetos cambiados. Por ejemplo la figura central en el jardín, que en la carátula original es una muñeca hindú de cuatro brazos, fue sustituida por el venerable y ahora santo José Gregorio Hernández, la muñeca de Shirley Temple se cambió por una de las famosas muñecas de Reverón. También hay un busto de Piar, la corona del Miss Venezuela y detrás del muñeco de Chávez sobresale la figura de Conny Méndez.

 

Conny Méndez

Esto me llevó a pensar que el collage de escritores y escritoras no era fortuito. Además incluir a Conny Méndez como escritora era como un exabrupto. Error.

Conny Méndez claro que es escritora, pero sobre todo es una autora cuyas obras en su momento, y todavía hoy, son indiscutibles bestsellers. Pero además de escribir bisutería de autoayuda esotérica fue una artista polifacética. Ya en el año 1920 publicaba en diversos periódicos de la ciudad de Caracas artículos y caricaturas. Fue actriz, directora, cantante y compositora. Estuvo viajando por el mundo ofreciendo conciertos como cantante y guitarrista. Sus composiciones musicales son copiosas en distintos géneros e incluso escribió un oratorio. Compuso algunas canciones, de corte popular, que todavía hoy se cantan y versionan.

Conny Méndez se empapó de las ideas y creencias de los movimientos espirituales. Fue discípula y traductora de los libros de Emmet Fox. Las enseñanzas del conde Saint Germain son una influencia decisiva en su formación. Todo lo aprendido en materia espiritual fue divulgado por Conny Méndez de manera gratuita e incluso lo recaudado con sus libros fue una manera para mantener su escuela del espíritu.

A partir del año 1945 funda varias hermandades y movimientos de corte “metafísico”. Siempre se le tuvo por loca hasta que la gente fue tomándole el pulso a su trabajo o como ella lo dijo en una entrevista: “Yo tuve que sufrir mucho hasta el día en que a don Laureano Vallenilla Lanz (¡que Dios le haya premiado el gesto!) publicó en EL Nuevo Diario una caricatura que yo le hice. Desde ese día mis cosas pasaron a ser geniales y yo, sin saber porqué (yo me consideraba igualita) de loca pasé a ser inteligente”…

Luego comenzó a escribir sobre ese mundo espiritual y dio el pelotazo. Se convirtió en una especie de gurú, de bruja blanca, de la metafísica. Ante la pregunta ¿Qué es la metafísica? respondía convencida: “La metafísica estudia y trata de todo lo invisible a los sentidos físicos. Todo lo espiritual es metafísico. La brujería es metafísica. El espiritismo es metafísico. La metafísica que yo estudio, practico y enseño, es la que se ocupa de las leyes que gobiernan la vida de cada individuo y que le enseña a ser feliz, a no producir imperfección, a superar los problemas y dominar las enfermedades”. La cosa fue que creó escuela y discípulos que se han extendidos por el mundo, en una época en la que la Internet ni siquiera era una idea de las novelas de anticipación.

Su éxito para muchos es un misterio. Sus libros no se distinguen por sus ideas brillantes, ni por el despliegue de aforismo iluminantes. Su estilo es bastante pobre y simplón. Son libros hechos con la bisutería de muchas ideas, algunas de carácter cristianas. Entre algunos de sus libros se pueden mencionar: Metafísica al Alcance de Todos (Versión en Inglés: Metaphysics for Everyone), Te Regalo lo que Se Te Antoje, El Maravilloso Número 7, ¿Quién es y Quién Fue el Conde de Saint Germain?, Piensa Lo Bueno y Se Te Dará, Metafísica 4 en 1 (Vols. I y II), El Librito Azul.

A pesar del escueto y despoblado estilo de Conny Méndez su triunfo como escritora es innegable. A que se debe que uno libros tan pobres, en cuanto estilo y creatividad, se conviertan en los preferidos de mucha gente. Mi tesis es que están escrito con esa inocencia de lo auténtico. Libros escritos con ese resplandor de la honestidad. Conny Méndez creía con firmeza en sus postulados, nunca mintió y siempre intentó compartir con lo demás eso que ella llamó sabiduría espiritual. Por otro lado escribir como ella no es tan sencillo como parece. Su etilo despoblado de metáforas y de intrincadas sintaxis gramaticales comunica de forma natural ideas simples.

Hoy los coaching, mentoring y demás profetas de la superación personal han proliferado como moscas y ni se diga los escritores de autoayuda. En torno a la ansiedad (y rollos no resuelto de la gente) se ha desarrollado una industria de peseteros y advenedizos de toda ralea. Conny Méndez en ese sentido fue una adelantada, pero con la salvedad que ella no se confeccionó como gurú de la metafísica para ganar dinero (o sus cinco minutos de fama correspondiente). Ella tuvo la visión de predecir que la era que se avecinaba estaría dominada por el espíritu y no se equivocó.

Observo el collage de todos esos escritores talentosos, como apretujados y tratando de figurar, mientras que Conny Méndez está allí con su aura de escritora rotunda. Sus libros siempre se vendieron con buen pie y hoy todavía continúan vendiéndose. Su meta como escritora se cumplió: vender sus libros y ganar adeptos. Todo ese montón de escritores creídos que juegan con el lenguaje y complican la sintaxis con metáforas elaboradas, casi de laboratorio, son a la postre unos ilustres desconocidos en comparación con Conny Méndez. La pregunta en tal caso sería: ¿Qué hacen ese montón de tarados, que se dicen escritores, junto a una escritora de verdad?

He leído algunos libros de Conny y decir que los he disfrutado sería mentir, más bien me he sumergido descifrando su estilo, buscando su método de esa escritura sin método. De esa escritura sin ese glamour de las bellas letras, pero con ese delicado encanto de festejar la vida como un milagro que se puede moldear a pulso.

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