Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

La educación, el cambio que no avanza

Dentro de las prioridades del Presidente electo López Obrador, está la de cancelar la reforma educativa. El próximo coordinador de la bancada en la Cámara alta aseguró que parte de los compromisos que tomaron durante la campaña electoral, estaba el de anular la reforma educativa. No importa tirar por la borda 50 mil millones de pesos gastados en los 7 programas llevados a cabo desde el 2013, lo que importa es quedar bien con el magisterio. Afirman que la reforma estuvo hecha para ir contra los maestros y el tema que más critican es el que se refiere a la evaluación. Sin embargo el que nada debe, nada teme. Si los maestros están preparados no tienen por qué temer una evaluación, los estudiantes se someten por lo menos cada mes a evaluaciones y es justo que también evalúen a los maestros. Anteriormente permitían estar a cargo de la educación de un grupo a personas sin preparación. Con solo saber leer y escribir, muchos pseudomaestros en Oaxaca, recibieron un cargo tras participar en las marchas.  

El problema de la educación en nuestro país es que el sistema ya se agotó, fue diseñado para los siglos 18 y 19, durante la cultura intelectual de la ilustración, en tiempos de la revolución industrial. Anteriormente no había un sistema educativo público, los que tenían recursos económicos pagaban la educación privada con los jesuitas.  

La educación pública, gratuita y obligatoria es una idea revolucionaria, los ricos pusieron resistencia a que los niños pobres se beneficiaran del sistema, los creían incapaces de aprender. Posteriormente adoptaron el modelo intelectual de la mente: la capacidad académica. Esta idea está enraizada en el ADN de la educación pública.  

La educación se basa en dos pilares: el económico y el intelectual. El modelo económico ha beneficiado a la educación privada y a todos los proveedores de la educación pública. El modelo educativo se ha quedado rezagado en cuanto a la evolución tecnológica y no ha tomado en cuenta los cerebros acelerados de los niños. En lugar de modificar el sistema culpan a los niños a quienes diagnostican con déficit de atención e hiperactividad. El tema se volvió negocio, muchos niños son medicados como si tuvieran una patología.  

Otro ejemplo de error: la generación de los sesenta, setenta, fuimos operados de las amígdalas. Creían que de esa manera se evitarían las infecciones de la garganta y luego sufrimos las consecuencias ya que la cirugía de las amígdalas está asociada a problemas cardiacos.  

Los estudiantes están viviendo el periodo con más estímulos de la historia de la humanidad y el sistema educativo no se ha adaptado a estos niños tan activos. Quienes nacieron en la era de las computadoras, el internet, los videojuegos, y cientos de canales de televisión, quieren estímulos similares en la escuela para no aburrirse.  

Las artes son las víctimas del modelo “intelectual”, el sistema educativo no les da la importancia que merecerían. La labor creativa requiere de todos los sentidos y es una manera de encontrar diferentes respuestas a cualquier área. Las escuelas privilegian el modelo de obediencia y atención como en el siglo pasado, de manera que a los niños inquietos los medican para anestesiarlos.  

Otro tema es la “estandarización”: el objetivo es que todos tengan las mismas capacidades sin tomar en cuenta las inteligencias múltiples.  El sistema escolar debería darle importancia al Pensamiento divergente, esa capacidad de buscar respuestas y soluciones varias para un mismo problema. Se trata de evitar el pensamiento lineal, así como lo llama Edward De Bono quien introduce el concepto del pensamiento lateral, es decir la capacidad de resolver problemas utilizando la creatividad y la percepción. 

Los niños se la pasan escuchando que solo hay una respuesta correcta. Ojalá que los cambios a la educación se centren en las necesidades del estudiante y no en otros intereses porque, de otra forma, significaría despilfarrar durante otro sexenio el dinero de los impuestos.Rosa Chávez Cárdenas – ViceVersa Magazine

Hey you,
¿nos brindas un café?