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Cesar Chelala

LA DIFÍCIL SITUACIÓN DE LOS NIÑOS CHINOS SEPARADOS DE SUS PADRES

Desde 1978, China ha experimentado la mayor migración interna de la historia. El rápido desarrollo económico de China ha provocado una gran brecha entre ricos y pobres; esto ha obligado a millones de trabajadores a emigrar de las zonas rurales a las principales ciudades del país, dejando a sus hijos en casa. El fenómeno de los niños separados de sus padres no es exclusivo de China, ya que otros países de Asia tienen un problema similar. Sin embargo, en ningún país las cifras son tan altas como en China. Se estima que hay en China más de 61 millones de niños separados de sus padres, aproximadamente una quinta parte de los niños en China; el 40 por ciento de los cuales, son menores de cinco años.

Como resultado de este patrón de migración, los niños quedan bajo el cuidado de familiares, en su mayoría, abuelos, amigos de la familia y, en algunos casos, tienen que valerse por sí mismos. Debido a que a menudo los cuidadores no tienen la fuerza física o el conocimiento para atender adecuadamente a estos niños, sufren problemas de desarrollo, de comportamiento o de otra naturaleza, que requieren ser abordados adecuadamente.

Tradicionalmente, los trabajadores migrantes del campo viajan a las ciudades de la costa este de China y visitan a sus familias una vez al año durante el festival de primavera. Sin embargo, muchos niños no pueden ver a sus padres anualmente. Esta situación agrava los problemas escolares infantiles; los inherentes a las relaciones personales e incluso, los que padecen más adelante como jóvenes o adultos. Se estima que aproximadamente casi un tercio de los niños del país que crecen en áreas rurales, lo hacen sin uno o ambos padres, y más de la mitad de ellos quedan separados de ambos progenitores.

Para mitigar el problema, el gobierno ha creado escuelas para niños migrantes y ha lanzado un programa que brinda a los niños que quedan abandonados, la oportunidad de viajar a las ciudades y pasar sus vacaciones de verano con sus padres. Sin embargo, las escuelas para migrantes internos, tienen estándares más bajos que las escuelas regulares y, como consecuencia, la educación que brindan no tiene la misma calidad que las escuelas normales.

Si bien la mano de obra barata de los migrantes ha impulsado el espectacular crecimiento económico de China, esto ha impuesto un alto costo a los niños y a los propios padres que, para ahorrar la mayor cantidad de dinero posible, tienden a vivir en barrios miserables con muchas personas compartiendo una habitación, sin siquiera las comodidades básicas.

En los últimos años, la difícil situación de los niños abandonados está atrayendo cada vez más atención. Muchos expertos en infancia advierten sobre los problemas psicológicos y emocionales de los niños criados sin sus padres. Una de las consecuencias es que fracasan en la escuela y con frecuencia sufren conflictos de conducta que pueden llevarlos al suicidio.

Se estima que hasta el 57 por ciento de los niños separados de sus padres padecen una variedad de problemas psicológicos y representan el 70 por ciento de los casos de delincuencia juvenil. Además, los niños que proceden de zonas rurales no tienen acceso a las escuelas públicas de las ciudades; tampoco reciben atención médica, salvo que sus padres tengan permiso de residencia.

El hukou, o sistema de registro de hogares de China, impide que los niños de las zonas rurales asistan a la mayoría de las escuelas urbanas legales. Aunque los niños chinos tienen derecho a nueve años de educación pública gratuita, deben pagar multas elevadas si se matriculan en escuelas fuera de la ciudad o aldea donde están inscriptos. La población urbana, discrimina a las personas provenientes de zonas rurales, a quienes considera incultos y de modales vulgares.

Las historias publicadas en los medios de comunicación, muestran que los niños que quedan retrasados, están sujetos con mayor frecuencia a la intimidación y el abuso sexual y físico. En sus casas, tienden a sufrir con mayor frecuencia quemaduras y otros accidentes. Aunque sus abuelos les ofrecen su apoyo cariñoso, en muchos casos existe una gran brecha cultural que dificulta la comprensión de sus necesidades y preocupaciones infantiles.

Aunque algunas organizaciones no gubernamentales han estado tratando de ayudar a los niños postergados a superar sus problemas emocionales brindándoles apoyo, el número de tales ONG es muy reducido para mitigar un problema de tan gran escala. Lo que se necesita es un plan gubernamental integral para hacer frente a esta situación. Tres ministerios: Asuntos Civiles, Educación y Seguridad Pública realizarán una encuesta conjunta sobre la situación de los niños y niñas abandonados en las zonas rurales, que permitirá trazar un plan para mejorar su situación.

Dicho plan debería incluir la reforma del sistema de registro de hogares hukou para que la educación y los servicios sociales estén más fácilmente disponibles para los niños migrantes rurales que deseen reunirse con sus padres. Además, los abuelos podrían recibir clases en las escuelas locales sobre la mejor manera de identificar y abordar los requerimientos de sus nietos.

El gobierno ha comenzado a capacitar, con resultados prometedores, a “trabajadores sociales descalzos” que puedan hacer frente a los problemas sociales y emocionales más comunes de los niños abandonados. Mejorar la calidad de vida de estos niños es un paso necesario para el desarrollo de una sociedad china saludable.

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