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La Danza de la Realidad

“La Danza de la Realidad” de Alejandro Jodorowsky es un filme filosófico, un filme político, un filme espiritual, un filme histórico, un filme religioso, un filme biográfico, y por sobre todas las cosas un filme humanitario. Pero a última instancia, y lamentablemente, no es un filme exitoso.

Esta profundamente autobiográfica y temáticamente ambiciosa cinta escrita y dirigida por Alejandro Jodorowsky toma lugar en la ciudad costeña de Tocopilla, su ciudad natal. Es ahí donde a lo largo de la primera mitad del filme seguimos la lucha de un joven Alejandro creciendo bajo el dominio de un padre tiránico dentro de una desarraigada familia judío-ucraniana que vive en el Chile de los años 30. La cinta luego lleva su atención hacia la luchas de su padre viviendo como un hombre bajo el manto ideológico de Stalin. El gobierno dictatorial de Carlos Ibáñez manejaba a Chile esos años.

Las memorias de su juventud, amalgamadas con su muy característica fantasía surrealista, sirven (de manera muy clara) como un vehículo para las enseñanzas, pensamientos filosóficos, y manera de ver la vida de Jodorowsky.

A primera instancia, estas pueden parecer características que constituyen toda película de Jodorowsky. Y ciertamente, esas mismas características pueden ser encontradas en El Topo, La Montaña Sagrada y Santa Sangre. Todas maravillosas películas que ayudaron a cementar su estatus de culto como “Cineasta Maestro”. Pero las disimilitudes entre La Danza de la Realidad y sus trabajos anteriores son fuertes y variadas.Y en esas disimilitudes – principalmente cinematográficas- se encuentra el fracaso relativo de la cinta. “El arte si no cura no es arte” palabras del mismo Jodorowsky, parecieron estar muy presentes en la construcción de la película. Todos los esfuerzos que realiza la película de conseguir algún tipo de profundidad son truncadas por su misma consciencia de lograr ese objetivo. Existe un esfuerzo muy consciente de presentar un mensaje de sanación, de ilustrar actos de “psicomagia” (una práctica terapéutica de su propia creación), de ser mesiánico, de presentar una filosofía. Todos aspectos que seguramente serán apreciados por los seguidores de sus enseñanzas, pero que el resto de la audiencia seguramente rechazará.

Es difícil categorizar a la claridad y la franqueza como aspectos negativos de un filme, generalmente no lo son. Pero en este caso, al unirse con la sorprendente incapacidad de la película para generar imágenes notables (algo que sus trabajos anteriores nunca sufrieron) la línea entre fantasía jodorowskiana y parodia se vuelve muy delgada.
Ese sorprendente desaprovechamiento del medio cinematográfico es la carencia más importante de la película. Una carencia que será sentida principalmente por aquellos cinéfilos no familiarizados con el trabajo del Jodorowosky fuera del mundo audiovisual. La Danza de la Realidad posee características típicas del cine Jodorowsky, pero aquellos que esperan una experiencia visualmente impactante capaz de crear cambios en la audiencia de manera subconsciente –al mejor estilo surrealista- saldrán decepcionados.

Alejandro Jodorowsky tiene 85 años, y los rumores dicen que planea realizar al menos dos filmes antes de abordar la barca y zarpar del puerto. Mi atención a su obra está por siempre garantizada, ya que como todo gran maestro, aun de sus peores trabajos, se encuentra algo que rescatar. La Danza de la Realidad no es una excepción.

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