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La venganza de la cortina de hierro

Nadie le dijo a Estados Unidos que no iba a ser tan fácil dominar la galaxia después de la caída de la Unión Soviética. De hecho, pareciera que el cambio de estructura y de jerarquización de la agenda internacional que se dio como resultado de que se terminara la bipolarización política por la que pasamos durante más de 40 años, le jugaron en contra a la Casa Blanca, abriendo espacios de crecimiento para naciones emergentes, haciéndole creer al resto del mundo que nos encontrábamos a las puertas de un nuevo mundo libre y multipolar.

Analizar el panorama global hoy en día es una experiencia amor-odio para cualquier internacionalista, de amor porque la coyuntura se presta para que nos deleitemos con el estudio del mismo, y odio porque sabemos la realidad de la decadencia del sistema, el más exitoso construido hasta ahora a esa escala, y que pareciera la crónica de una muerte anunciada, presentada por “Laura en América”.

Los programas educativos de todas las naciones deberían sincerarse y dejar de explicarle a la gente que el estado está dividido en tres poderes, cuando hoy en día, quienes controlen los medios tienen la capacidad de capitalizar la política de una manera mucho más eficaz que el presidente del congreso estadounidense, Baltazar Garzón o Vladimir Putin. Juntos. Ellos deciden sobre qué hay que informar, de qué se entera la gente, y básicamente cuales son los eventos a los cuales la gente le va a prestar atención; ésta gente son los papás de los helados de la agenda del Consejo de Seguridad de la ONU.

Si te lanzas a la calle y le empiezas a preguntar a la gente: ¿Qué está pasando en el mundo?, el común denominador bien informado te va a hablar de Crimea, Siria, Israel y Palestina, todos los aviones perdidos por Malaysia Airlines, el #IceBucketChallenge, el ébola y la crisis económica (el comodín que nunca falla); y específicamente sobre eso, van a decirte que les parece que Al-Assad tiene o no razón, que la ONU no sirve para nada, que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad están detrás de todo el financiamiento insurgente, y lo que opinaron los intensos del congreso americano estadounidense; pero probablemente nadie mencionará que actualmente en Siria sólo se encuentran en funcionamiento el 41% de las clínicas y hospitales de todo el país, que en la República Democrática del Congo no sólo acaban de tener un brote de Ébola, sino que en el mismo territorio convergen 36 (TRENTA Y SEIS) grupos insurgentes distintos que se están lanzando plomo parejo desde el 2007, o que pese a que todos estaban al tanto de lo que pasó en todos los países involucrados en la revolución de los jazmines, ni Egipto, ni Libia, ni Túnez, ni Yemen han consolidado estabilidad alguna y las revueltas siguen afectando la vida de miles de personas todos los días.

Lo cierto, es que hoy en día muchos de los avances tecnológicos nos han dado la posibilidad de globalizarnos más fácilmente pero se han presentado con algunos obstáculos que no hemos logrado sortear hasta ahora; la información, por su falta de estructura y rápida difusión, genera que los medios tengan el monopolio de decidir qué es lo que importa, y la fe ciega de la gente en ésta institución, no les permite darse cuenta de la necesidad de auto-informarse a través del uso de diferentes fuentes. Aunque de todas formas consideremos que ésta no es necesariamente una necesidad de primera categoría para todo el mundo, hablar sin tener idea de lo que se está diciendo siempre está a la orden del día (Maslow, no me juzgues).

Por primera vez desde 1945, se superó la cifra de refugiados desde la segunda guerra mundial: ya hay más de 51 millón de personas desplazadas en el mundo, lo cual no es tan difícil de creer cuando sabes que en éste momento se están desarrollando de manera simultánea conflictos armados en 62 países (un poco más del 25% de las naciones del planeta) y la ONU declaró el máximo nivel de emergencia humanitaria en 4 países distintos; esto jamás había pasado. Frente a esto, la organización que se supone nació para darnos las respuestas mágicas y “preservar a las futuras generaciones del flagelo de la guerra”, no parece poder hacer mucho al respecto, porque evidentemente la respuesta viene al fin y al cabo de la buena voluntad de las naciones dispuestas a negociar el cese al conflicto (somos como la loca del muelle de San Blas).

El mundo en éste momento parece lo que el presidente venezolano Antonio Guzmán Blanco catalogó como un cuero seco: “lo pisas por una lado y se levanta por el otro”, pero yo no creo que sea un problema de lucha dentro del sistema de multipolaridad, creo que nos enfrentamos a un escenario apolar donde nadie verdaderamente responde a nadie, la agenda es demasiado amplia y diversa como para regirse por algún país o grupo de países en específico, pero más importante, nadie tiene la influencia necesaria para detener la crisis humanitaria que se vive en todos los continentes por falta de liderazgo efectivo y un ejercicio correcto de toma de decisiones; cuando por ejemplo, en un país como Venezuela, el planeta entero parece resumirse en el desmembramiento interno del partido chavista, a falta de una cabeza unificadora, entonces pierdes por completo tu fe en la humanidad. Después de esto uno puede entender a toda la gente que se queja de los medios hoy en día, pues en vista de que nadie puede ser el dueño de la verdad, algunos decidieron que por lo menos van a capitalizar la información, y que los tres poderes tradicionales del estado, hoy en día son solamente política para dummies. Frank Underwood aprueba.

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