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La Competitividad en la educación

El término competitividad se utiliza en varias áreas y se equipara con: productividad, eficiencia, calidad, prosperidad económica y competencia.

La escuela tradicional es el lugar en el cual inicia el adoctrinamiento en la ideología de competencia: concursos, torneos inter escolares, medallas, cuadros de honor, diplomas y competencias entre maestros para obtener premios y apoyos. Incluso promueven la competencia entre escuelas para obtener recursos. No se dan cuenta de que el aprendizaje basado en competencia promueve la violencia física y verbal. Los niños en lugar de sentirse motivados por adquirir conocimientos lo hacen pensando en la recompensa.

Este tema lo tienen muy claro en las escuelas que llevan adelante el método personalizado. Allí los educandos no esperan recompensas, el método fomenta la responsabilidad, la independencia, las habilidades para la investigación y el trabajo en equipo.

Cuando estudiaba la primaria en un colegio de monjas, los cinco primeros lugares ya estaban apartados para las hijas del médico del pueblo, del notario y de las señoras que siempre apoyaban al colegio. En una ocasión le dije a mi madre: “Si me gano uno de los primeros lugares, me compras un kit con pinturitas que vi en una tienda”. Hace 50 años no había el consumismo de hoy en día. Yo asumí que mi madre había aceptado el trato. Me esforcé y gané el tercer lugar. Cuando reclamé mi premio, mi madre no respetó el trato. No lo hizo por cuestión de dinero, sino porque no le dio importancia a mi esfuerzo. El resultado es que me desmotivé y estoy consciente de que tardé años en darme cuenta de que buscaba reconocimiento, no por las calificaciones sino por mi personalidad extrovertida.

Al darle tanta importancia a la competitividad en la educación se pasan por alto los efectos que tiene esta conducta en el incremento de la agresividad y la violencia. Según un estudio que hicieron en la Universidad de Brock en Ontario, al analizar los juegos de video, se llegó a la conclusión de que: “los juegos más competitivos provocan niveles de conducta agresiva más elevados que los menos competitivos, independientemente de la violencia de los mismos”.

La relación entre violencia y competencia deportiva es notoria y lo mismo se observa en la competencia política. La competitividad se presenta como virtud personal, cuando en realidad significa una mala actitud, se convierte en arrogancia, presunción, al transformarse en la base de la seguridad en sí mismo de quien se siente superior a los demás. Sería bueno que revisaran el método que llevamos en la educación en México, incluso en el que llevan en Estados Unidos, ya que todos fomentan premios y castigos generando en consecuencia mayor violencia. Lo vemos con los estudiantes que arremeten con armas en las escuelas y disparan contra sus compañeros y maestros.

Los modelos de educación tradicionales, autoritarios, invadidos de injusticias generan desánimo y deserción escolar. La escuela no es vista como un lugar de justicia, de impartición de valores, de aprendizaje por conocimientos sino como una obligación. Un joven me comentó: “voy a estudiar leyes no porque me guste, el sistema judicial es todo lo contrario de lo que aprendemos, es el área más injusta y vendida. Lo que me interesa es ser diputado”.

El sistema debe impulsar la cooperación, Paulo Freire, John Dewey, entre otros, han mostrado que la colaboración genera un mejor aprendizaje y desarrolla valores éticos, sociales y humanos. Ya han probado la experiencia de los más avanzados con la cooperación de los menos avanzados. Para que la escuela resulte eficaz en la educación de los niños y jóvenes, dijo Erich Fromm: “deben evitar el aburrimiento, entendido como la ausencia de un sentido de vida”.

Cuidado con impartir materias sin sentido que solo buscan competir en empleos que no existen, los jóvenes van incrementando su frustración al preguntarse en qué van a aplicar tantos conceptos. La cultura consumista solo requiere que aprendan a comprar y vender con nuevas herramientas. El arte, la música, la creatividad, el cuidado personal, las finanzas domesticas y la cooperación en casa son temas que no importan en el programa curricular.

Hace falta un cambio de estrategia, es mentira que hace falta la materia de civismo, lo que hace falta son la cooperación, el respeto, la tolerancia en todas las áreas para lograr mejores ciudadanos.

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