La animación japonesa ha atravesado por una enorme serie de transformaciones. Hoy en día encontramos series que combinan las tecnologías digitales con los dibujos animados dándoles un nuevo formato, situación con la que los puristas de la animación no parecen estar de acuerdo, tal es el caso de Hayayo Miyazaki, quien en múltiples ocasiones ha protestado en contra del uso de las animaciones digitales que no siempre brindan mayor calidad, y por el contrario muchas veces restan atributos a lo que vemos en pantallas.
Mas las transformaciones no sólo se aprecian en la tecnología involucrada dentro de las producciones; sino incluso en el dibujo y los argumentos. Hoy en día son más frecuentes las series vacías que reciclan argumentos de animaciones anteriores, sumando un conjunto de clichés poco atractivos que sin embargo venden. Pero existió una época gloriosa en que las series animadas traídas de Japón contaban con un argumento novedoso, diseños de arte bien trabajados y personajes perfectamente estructurados dentro de una trama interesante que no necesitaba 500 capítulos para consolidarse como precedente de algún género. La lista es extensa, pero podríamos señalar como parte de estos grandes trabajos títulos como Macross, Ghost in the Shell, Dragon Quest, Neon Genesis Evangelion y desde luego la obra maestra del cyberpunk Akira.
Akira es una película animada dirigida por Katsuhiro Otomo, el argumento se centra en la historia de Tetsuo Shima y Shotaro Kaneda, quienes se ven involucrados en un misterioso experimento que busca llevar al hombre a la evolución final: lograr que controle su propio universo.
Esta película es una obra de arte argumental y visual en la que se nos muestra la ambición del ser humano por alcanzar y superar, a través de los avances científicos, los límites que la naturaleza le presenta. Asimismo exterioriza la idea del universo colectivo del que todos somos parte y al mismo tiempo es parte de nosotros, teorías ya establecidas en el Bhagavad-gītā u otros textos de la filosofía hinduista, o los trabajos de Meister Eckhart en los que explicaba su idea del funkelin: la chispa de la vida.
En muy pocas ocasiones podemos apreciar la combinación de un diseño de arte tan espectacular como el de Akira, en el que se rumora se muestran más de tres mil colores en pantalla, con el añadido de ver los movimientos de la boca de los personajes en sintonía perfecta con los diálogos, efecto logrado gracias a que la grabación de las voces se realizó antes de dibujar la animación para lograr así una sincronía perfecta y alcanzar la credibilidad necesaria para establecerse como película de culto.
Por otra parte, la música, y los efectos sonoros complementan las atmósferas oscuras con las que nos envuelve la historia, logrando que nos adentremos en la mente de los personajes que no son sino nosotros mismos. Porque Akira cumple con la increíble función de reflejar al público a través de cada uno de sus personajes exteriorizando la parte más oscura y real de cada uno de ellos.
Desgraciadamente, aunque se ha clasificado como película de culto y han pasado ya casi 30 años desde su elaboración, en la que contribuyeron todas las grandes casas productoras de la época, entre ellas Gainax, esta sigue siendo una película poco vista. Pese a que la mayor parte de las personas que crecieron con Saint Seiya y Dragon Ball como parte de su contexto cotidiano se han convertido en adultos, la tendencia generalizada de que la animación es para niños no ha desaparecido. Ello impide que muchas personas eviten acercarse al mundo del anime y que grandes películas sigan siendo minimizadas simplemente por presentarse a través de los dibujos animados.
En pleno siglo XXI es momento de mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta de que existen todavía historias que son capaces de sorprendernos e incluso hacernos reflexionar, solamente tenemos que mantener la mente abierta y acercarnos a todas las posibilidades que se nos presentan y que están cada día más próximas a nosotros gracias al maravilloso invento del internet, que tal como ocurre en Akira, nos conecta a todos aunque dentro de un universo virtual.