El documentalista francés Jean-Xavier de Lestrade examina el sistema judicial norteamericano a detalle en la serie The Staircase, en la que el espectador y los medios de comunicación se convierten, gracias al ojo detallista del cineasta, en miembros más del jurado.
Desde arriba de la escalera se cuenta una historia, narración normal, donde no existe aparentemente ningún detalle o hecho que llame la atención.
En la apertura de una noche más del mes de diciembre de 2001, Michael Peterson junto a su esposa Kathleen, compartían una velada en su casa alojada en el estado de Durham, North Carolina.
Michael, retirado de la milicia, ahora convertido en novelista, ve desde lejos como su esposa se adentra a la casa mientras se deleita con un poco más de la noche sentado en una poltrona ubicada en los costados de la piscina de su residencia.
Cuando decide entrar, buscando a su esposa, y a la vez llamado a la atención por el silencio de las paredes, la encuentra al fondo de una de las escaleras del hogar, víctima de una aparente caída que dejó un baño de sangre alrededor de su cuerpo.
Como suele suceder en estos casos, la primera reacción de Michael es llamar al 911 en la espera de un cuerpo de emergencia que pueda asistir la poca vida que queda de su esposa. Ante la tardanza, llama de nuevo, esta vez indicando que su esposa ya perdió el último aliento.
Parece ser un caso más de un accidente en el hogar, nada llamativo en apariencia. Sin embargo, este es el objeto de estudio del cineasta y documentalista francés Jean-Xavier de Lestrade en la serie exhaustiva documental The Staircase (La escalera, o en francés Soupçons).
De Lestrade inicia la narración con la explicación de Peterson, quien ubicado en su arresto domiciliario, recita el cuento que ha descrito una y otra vez con una aparente dolencia emocional. Con este punto de partida, el cineasta explica como luego de que es localizado el cuerpo de Kathleen al fondo de la escalera, se comienza a desentrañar una serie de aspectos de esa supuesta perfección de la vida amorosa de la pareja, junto a la aparente vida normal del protagonista.
The Staircase examina en esencia y detalle al sistema judicial norteamericano en ocho episodios, tema que previamente tomó como bandera en el año 2001 con en el documental Murder on a Sunday Morning, ganador del premio de la Academia al mejor documental. Allí De Lestrade sigue el juicio de un joven afroamericano acusado injustamente de matar a una turista caucásica. Gracias a su prestigio se acerca el equipo defensor de Michael para registrar todos los hechos del juicio.
El documental resulta un trabajo detallista, obsesivo y real de la historia de un juicio más en un sistema que aparenta ser objetivo, y tal como en la vida de Michael, en el trascurso de sus episodios, se develan aspectos que lo colocan en tela de juicio, valga la redundancia.
Michael, retirado de la armada norteamericana, además de escribir novelas de guerra, ha pasado su tiempo lanzando su candidatura para tener un puesto como alcalde de la población, y además, ha dejado registrado en uno de los diarios locales su disgusto ante las distintas fuerzas de ley del estado, siendo un crítico muy ávido de las políticas de la ciudad, ganando así un gran número de enemigos burocráticos.
El objeto de De Lestrade, tal cual ha sido explicado por él en entrevistas posteriores, fue examinar al sistema judicial norteamericano, su progresión, y sobre todo, el impacto de los medios de comunicación en este sistema, dedicando casi dos años y registrando más de 600 horas de video, resumidas en 6 horas de drama y ficción.
En los primeros capítulos de The Staircase, se trata de explicar la naturaleza de la relación entre Michael y Kathleen. Esta pareja es el segundo intento matrimonial de ambos. Michael tiene dos hijos, productos de su primer matrimonio con Patricia Sue Peterson, con quien vivió en Alemania durante su servicio militar. Durante ese período, una de las parejas con quienes tenían mayores lazos de amistad, moriría y sus dos pequeñas quedando las dos pequeñas de esta bajo su custodia. Posteriormente, Michael se mudaría nuevamente a Estados Unidos en 1989, y se casaría con Kathleen, quien ya tenía a una hija.
Para todos los conocidos y familiares, la unión de Michael con Kathleen, y sus cinco hijos, no presentaba ningún problema, más bien eran ejemplos para la sociedad.
Sin embargo, no todo parece perfecto en la casa de los Peterson, y a medida que trascurre el documental, episodio tras episodio somos protagonistas directos, un testigo más del jurado, de una serie de pruebas que se van planteando y que van sembrando dudas sobre Michael quien para la parte acusadora, desde el inicio, es el único responsable de la muerte de su esposa.
El equipo de fiscales indica, desde el inicio, que generan mucha sospecha la aparición de tanta sangre alrededor del cuerpo de Kathleen y una serie de golpes ubicados en su cráneo que hacen pensar que se trate más que una simple y descuidada caída por una escalera.
La defensa, no puede explicar del todo lo que sucedió, y esto queda claro en la serie de hipótesis que manejan en las confesiones a De Lestrade. Lo único en que pueden confiar es en presentar a una serie de expertos en distintas áreas que generen la duda razonable en el jurado.
Dada su carrera Peterson cuenta con sumas de dinero considerables para costearse este grupo de expertos que pondrían en tela de juicio la puesta en escena de la fiscalía. Sin embargo, y como comentan los afectados en el documental, es tal la tirria que tienen contra Peterson que usan una serie de artificios para llevar a su aprehensión definitiva.
Es difícil comprender del todo a Michael, sobre todo tras presenciar las historias a las que lo involucran los abogados, indagando en su lado más intimo al tener contacto con su familia más directa y revelando su bisexualidad, de la cual, según sus declaraciones, su pareja tenía conocimiento. La fiscalía usa este dato para resquebrajar la supuesta unión de su matrimonio y lo da como definitivo móvil del crimen.
Para el cineasta, la persecución surgió realmente cuando se descubrió la naturaleza sexual del acusado, que ganaría la mayor parte de la crítica de parte de los acusadores, aun más que el posible asesinato, siendo el punto de cierre con que finalizarían el juicio. Lo usan como un motivo del delito, sugiriendo que la esposa no conocía acerca de las preferencia sexuales de Michael y considerando este el argumento ofensivo definitivo para apelar a la persuasión del jurado.
Además, la parte acusadora gana mayor atención, con la coincidencia de una situación similar en la que estuvo involucrado Michael, cuando se descubre cómo murió la madre de las niñas que él había tomado en custodia en Alemania. En su estadía en el país, Michael mantenía excelentes relaciones con este matrimonio. Con la muerte del padre, realizaría visitas continuas a la madre viuda y a sus pequeñas hijas. En una de estas visitas, conseguiría el cuerpo de la madre al fondo de la escalera. A lo que llamaría a emergencias, siendo este caso considerado una muerte accidental y desestimada inmediatamente por las autoridades.
Al conocer el caso, la parte acusadora decidió exhumar el cadáver, enterrado en Estados Unidos. Los efectos que se obtuvieron al realizar este proceso fue el de captar aun más la atención del público, a pesar de la ratificación de la decisión de muerte accidental.
Esto reforzaría aún más el apoyo de sus hijas quienes niegan que él haya tenido alguna involucración con este accidente pero también generaría el gran golpe que tendría su defensa, el rechazo de la hija de Kathleen. Ella quien desde el inicio lo había apoyado con sus dudas posteriormente se uniría a las hermanas de su madre en las declaraciones más fuertes en contra de Michael.
A partir de este momento, un nuevo protagonista y abogado acusador nace en escena, los medios de comunicación, quienes antes de la declaración de jurado, ya habían indicado su inclinación, y que van manejando la opinión pública de manera injusta, inclinándose en contra de Michael con la obvia intención de ganar adeptos en un caso que se dio a conocer en todo el país.
Incluso, la elección del jurado que generalmente se hace eligiendo a aquellos que no conozcan nada de la situación, en esta oportunidad parece dudosa, dado el reducido tamaño del estado y el masivo impacto de los medios de comunicación. Es difícil considerar que no hubieran tenido contacto con las imágenes del caso antes de pertenecer en el jurado o incluso en la decisión, que solo les tomaría cinco días.
Todo esto generaría la esperada cacería de brujas en un show entretenido que capturó la atención de todo un estado y país, con los ingredientes necesarios para subir ratings, cosa que hizo, y logró aún más De Lestrade con la serie.
Michael, en entrevistas posteriores a la declaración del jurado, diría que sus hijos, quienes vivieron el juicio en persona, al llegar a su casa seguían viendo las transmisiones explicando que el que veían en televisión era un juicio totalmente distinto.
La serie documental logra que el público pase de forma intensa el viaje a través de distintas emociones, con giros sorpresivos a través de una mirada única, en la que todos son protagonistas: los familiares, los abogados, el pueblo.
Con el final de The Staircase, el documentalista nos hace parte del cambio de las vidas involucradas en el caso, tanto del acusado como de su familia, de los abogados, de los medios de comunicación e incluso del mismo estado, generando así el documental The Staircase: Last Chance en 2012, donde se sigue la primera apelación que logra el equipo defensor de Michael, compuesto casi en su mayoría de las mismas piezas (a los documentales de De Lestrade se suma una nefasta adaptación a la televisión).
En ambas partes, a pesar del veredicto, nos sentimos comprometidos en seguir indagando en un caso donde existen más dudas razonables, tratando de no quedarnos con la versión final, quedando con más preguntas que respuestas.
El caso de Michael continua, solo es cuestión de realizar una simple búsqueda por la web para darnos cuenta que a pesar del obvio desgaste físico y mental de su protagonista, junto a sus familiares, tanto los que lo apoyan como los que esperan que siga tras las rejas, aún hay mucha tela que cortar, y nosotros, los otros protagonistas, aún tenemos mucho que decir y expresar.