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Jorge Glem
Jorge Glem viceversa magazine

Jorge Glem: visibilizar el cuatro y darle valor

Cualquiera que haya escuchado hablar de “El Compaíto” probablemente sabe que sus amigos cercanos y colegas músicos disfrutan enormemente de su sentido del humor.

Sentarse a conversar con Jorge Glem bajo la premisa de la entrevista es una experiencia significativamente diferente; no porque el humor no se haga presente sino porque, a falta de acordes musicales que sirvan de lenguaje dada la naturaleza del encuentro, la humildad y la gratitud se convierten en el idioma a través del cual se comunica el músico.

Las tres nominaciones al Grammy latino que recibió junto a la agrupación venezolana C4 Trío y la más reciente al Grammy estadounidense, por un álbum del  mismo grupo realizado junto a la banda Desorden Público, lejos de tentarlo a presumir de sus dones musicales, lo único que han hecho ha sido enorgullecerlo cada día más por haber decidido convertirse en representante mundial del Cuatro, instrumento tradicional venezolano y llevar su música y sus dotes a todos los rincones del mundo donde haya oídos dispuestos a escucharlo.

Hace poco menos de dos años, Glem decidió mudarse a Nueva York para sumarse al cada día más extenso grupo de representantes de la música tradicional venezolana que, en momentos de crisis política y social, se ha convertido en el refugio de los millones de personas que han salido a probar suerte lejos de la tierra que los vio nacer. En el corto tiempo que ha vivido en la Gran Manzana, Jorge Glem ya ha comenzado a revolucionar la manera en que su instrumento es visto no sólo por músicos estadounidenses sino de numerosas partes del mundo, personas que, como él, se han propuesto aportar a la evolución de la música global.

 

Jorge Glem
Photo Credits: Romina Hendlin

 

Llegas a Nueva York no sólo como representante de la música tradicional venezolana sino también con la idea de proponer el Cuatro como un instrumento que se puede integrar a muchísimos géneros.

Sí, las dos cosas. Lo chévere es que la música venezolana no se conoce mucho. Quizás entre los temas más famosos estén Moliendo Café de Hugo Blanco o Caballo Viejo de Simón Díaz, quien, en mi opinión, es el más universal de los venezolanos. Lo que me gusta es mostrar la música venezolana porque hay músicos que no la conocen a pesar de que han estado toda la vida envueltos en diferentes estilos musicales. Cuando la escuchan les encanta y la disfrutan muchísimo. Mi intención es visibilizar el Cuatro y mostrarlo como si fuera una flauta, un piano, darle el mismo valor que tiene cualquier otro instrumento.

 

Has tenido oportunidad de tocar con varios músicos, representantes de diferentes géneros ¿cuál ha sido la mayor sorpresa que te has llevado en términos de la fusión a la que han llegado con esas exploraciones?

Han sido muchísimas. Sin embargo tocar con Sam Reider ha sido una gran experiencia porque hace música tradicional americana. A él le encantan los ritmos venezolanos y a mí la música tradicional americana. Buscamos maneras de juntarlas y ambos disfrutamos muchísimo. También me ha gustado mucho tocar con Etienne Charles, el trompetista, porque el suyo es otro estilo de música, de la que el cuatro no debería formar parte, o no forma parte de manera tradicional así que lograrlo es una gran satisfacción.

 

¿Cómo ha sido el choque cultural? Si es que has pasado por un choque cultural acá. ¿Y cómo compaginas eso con la crisis que atraviesa Venezuela en estos momentos?

Para mí es muy fuerte porque yo no paso un día sin estar pendiente de todo lo que está pasando en Venezuela. Estoy al tanto de todas las noticias porque mi familia vive allá; mi papá, mi mamá, mi hermana y una cantidad de amigos con los cuales desarrollé una profunda amistad.  Muchos de ellos no tienen posibilidades de irse del país y me da dolor ver que no tienen trabajo, no tienen instrumento, no tienen cuerdas. Es algo que me abruma muchísimo porque por un lado estoy aquí “echándole pichón” y tratando de resolver retos musicales pero por otro lado no puedo dejar de pensar en cómo ayudar a quien está allá.

De todas formas creo que todo lo que nos está pasando a los venezolanos es parte de un proceso histórico y, a pesar del sufrimiento que implica, siento que es un gran aprendizaje. Creo que estamos formando parte de la historia aunque en este momento no lo veamos así. El hecho de poder hacer música de nuestro país, un país con tanto dolor en este momento, permite crear un balance y que no se pierda el valor que tiene realmente Venezuela.

 

¿Cuál ha sido el mayor reto con el que te has encontrado desde que te mudaste a Nueva York?

Lo más difícil es que uno a veces tiene un sueño al que quiere llegar y lo tiene claro. Sabe cuál es la vía que hay que tomar, pero lo que no sabe es que una vez montado en ese autobús lo espera una paliza. Yo, prácticamente, todavía no he tocado música llanera, casi nada realmente venezolano, porque he tenido que pensar en el sustento diario y eso ha implicado tocar música de otras partes. Nueva York en general es una ciudad más abierta a las innovaciones, sin embargo es difícil encontrar un espacio para el Cuatro y entonces también escasea el trabajo. Sé que tengo que abrir yo mismo esos espacios, sentarme a tocar con la gente, hacer sesiones para que digan: “oye, me gusta esto, vamos a inventar un concierto”.

 

¿Cómo vamos con el inglés?

Este… muchacha ¿qué es lo que ‘guat japen’ to you? (risas)

 

Bueno ahí vas, ¿quieres llegar a hablar inglés fluido?

Sí, me encantaría hablar muchísimo mejor inglés, no muchísimo mejor, hablar inglés.

 

Jorge Glem
Photo Credits: Romina Hendlin

 

¿Y con todos estos músicos con los que has tocado, con los que has compartido y que no hablan español, cómo haces?

Esa es la magia de la música. En el momento en el cual uno toca ya estamos hablando todos el mismo idioma, y bastan unas señas para entendernos. Yo de repente trato, con mi escaso inglés, de explicarles cómo se miden los tiempos de la música venezolana y cómo los podemos mezclar. El resto lo hace la música. Cuando callan los instrumentos ya no podemos hablar.

 

¿Cómo viviste la nominación al Grammy estadounidense junto a Desorden Público?

¡Fue impresionante! Esas son cosas que uno no sabe que pueden pasar aunque hiciste todas las diligencias para que pasaran. Ha sido chévere porque al estar allí ves a Sting, a Elton John, a Christian McBride. Pasan a tu lado y tú lo que tienes guindado es el Cuatro. Sabes, ¡esa emoción de poder estar con el Cuatro ahí! Una de las cosas más satisfactorias es esa conexión que logras tener con otros artistas. Para mi lo más sabroso fue estar allí con mi instrumento tradicional. Nunca habíamos ido al Grammy gringo como tal, al Grammy general; en el Latin Grammy ya estuvimos tres veces y es increíble porque sientes que estás representando a todo un país, o más bien que la representación de todo un país está en un instrumento.

 

¿A quién, entre todos los músicos que encontraste en los Grammy, te emocionó más conocer?

Conocí a Vicente Amigo uno de los grandes guitarristas de la historia del flamenco. Es un tipo muy buena nota. También a Christian McBride quien es uno de los contrabajistas de jazz más importantes del mundo. Vi a otros artistas que me hubiera gustado conocer pero era más difícil acercarse, quizás porque estaban con su grupo de amigos y no tenía el valor de interrumpir. Pero es increíble lo que pasa en los Grammy, donde sea que voltees ves a las estrellas.

 

¿Tienes planeado lanzar algún álbum pronto?

Yo estoy sacando un disco con César Orozco, un pianista cubano-venezolano que vive aquí en Nueva York. Ya prácticamente está listo, es solamente piano y cuatro. Con C4 Trío estamos grabando otro y lo chévere es que tenemos a Rubén Blades de invitado. Están también Oscar D’León, Rafa Pino, pero el disco es, o por lo menos queremos que sea, esencialmente del grupo porque ya hemos hecho muchas colaboraciones. Pronto quisiera grabar un álbum con dos grandes jazzistas, un baterista y un bajista de los grandes, internacionalmente reconocidos. La intención es mezclar música venezolana con jazz y que el cuatro pueda meterse dentro de esa hoja.

 

Y, ¿Qué disco tienes “pegado” ahorita, que no puedes dejar de escuchar?

Ahorita estoy escuchando un disco de Keith Jarret, que me encantó, y es a trío, y también otro de Chick Corea. Hay un tema que no se me despega, que es de Lara Bello. Creo que ella vive aquí en Nueva York. Estoy escuchando mucho a ‘Los Hispanos’, un grupo de boleros, como de los sesentas, a cuatro voces. Suenan increíble. Luego están los temas de Remigio Fuentes, María Rodríguez y Gualberto Ibarreto que no dejo de escuchar nunca. Siempre están ahí, vuelta y vuelta y no me canso.

 

Supongamos que esta entrevista la llegara a leer un artista con el cual te gustaría tocar. ¿Quién sería este artista?

Uno de mis sueños sería tocar con Chick Corea.

 

¿Qué le dirías?

Que me encantaría poderle mostrar la música de Venezuela y tratar de mezclarla con la que él hace. Yo sé que es un genio para transformar la música tradicional y llevarla a su estilo. Chick Corea es uno de mis héroes musicales de toda la vida, así que sueño con tocar con él algún día. ¡Ojalá lo logre!

 

No sabemos si será exactamente Chick Corea u otro de igual importancia. Lo que sí sabemos es que la pasión, fuerza y talento de Jorge Glem lo llevarán a alcanzar muchas metas importantes. Y que gracias a él un instrumento como el Cuatro logrará salir del llano venezolano para alcanzar el espacio que merece en el universo musical internacional.

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